jueves, 15 de septiembre de 2016

Mensaje a la militancia. Volvemos con las botellas con mensajes al mar del pueblo!

14 de setiembre. Después del discurso en ATE, Cristina Fernández de Kirchner se dirigió a la militancia que escuchó afuera.









"Hola. Gracias compañeros y compañeras ...
La verdad que, en primer lugar, quiero agradecer a los compañeros y compañeras de ATE Capital por haberme invitado y a todos los de ATE sindicalistas, La Cámpora, Partido Comunista, todas las agrupaciones, TupAC, museo Malvinas, a todos los que están: Comunas, comuneros, Biblioteca Nacional, Agencia Paco Urondo, a todos, che!
Agradecimiento en especial a los compañeros de ATE.
Al auditorio, nada más ni nada menos que lleva el nombre del compañero Germán Abdala (APLAUSOS).
Uno de los íconos del sindicalismo argentino, un cuadro político-sindical como pocas veces se vio en la República argentina.
Yo se que hoy muchos jóvenes que, tal vez, hayan escuchado o leído a Germán. pero Germán, además de palabra era, fundamentalmente, acción y estrategia militante y sindical, que es lo que, creo, necesita nuevamente nuestro movimiento sindical.
Durante mucho tiempo el movimiento sindical se vio únicamente llevando las aspiraciones reivindicativas propias de cada sindicato, en el marco de un gobierno que había hecho de la generación del trabajo, de la redistribución del ingreso, de volver a llegar a ser el cincuenta-cincuenta que había propuesto el peronismo allá por la década de los ´50. Lo hacíamos desde el gobierno.
Pero creo que también debemos repensar esa estrategia y hoy, el movimiento sindical no puede ser solamente la "pata" de un movimiento político, en absoluto.
Tiene que tener, el sindicalismo argentino, un proyecto político en el cual, los movimientos sociales, los partidos políticos, las organizaciones libres del pueblo en definitiva, tengan el mismo objetivo.
Ya no se puede únicamente agitar la bandera de la reivindicación sindical, es necesario, para fortalecer, porque siempre comienzan partiendo a los procesos democráticos nacionales y populares en el nuevo orden mundial, separando la política de lo sindical. 
Y hoy, más que nunca, la política debe estar unida y debe ser una sola cosa con lo sindical (APLAUSOS).
Esto requiere, por parte de todos y de todas, nuevas estrategias y también una nueva madurez y una mejor comprensión del conflicto social, una mejor comprensión de los problemas y, por sobre todas las cosas, una mejor comprensión de la estrategia que llevan adelante quienes quieren  ver  separados a los unos de los otros, para poder seguir avanzando sobre las conquistas sociales.
Por eso, no se trata de que vuelva una persona, tiene que volver un proyecto mejor todavía, porque necesitamos que ese proyecto no sea identificado con una sola persona. Cada uno de los que formen parte, debe sentirse identificado y fundamentalmente tiene que tener la humildad de dar todos los pasos al costado que haya que dar para lograr la unidad de nuevas mayorías que puedan nuevamente instalar en argentina un proyecto transformador, equitativo, redistribuidor del ingreso
donde no volvamos nunca más a tener que ver el espectáculo que vimos hoy, o hace unos días atrás.
Realmente, cuando venía hacia acá, sentía mucha angustia, porque cuando uno veía las manos extendidas hacia arriba, de tantos compatriotas, por una bolsa de verduras, la verdad que me sentí muy inútil, realmente me sentí muy mal, muy impotente, porque digo ¿qué pasó? ¿qué nos pasó, que volvemos a tener imágenes de un pasado que creíamos definitivamente sepultado?, porque esa gente, los pobres, peleándose entre sí por comida, lo habíamos visto en el 2000 y 2001, y nos rompimos el alma, con mi compañero, desde el año 2003 para que nunca más volvieran a sucederse esas escenas en nuestro país. (APLAUSOS)
Y la verdad.... (cantan los presentes "Néstor no se murió....") que, cuando volví a ver esas imágenes, cuando hoy nos devolvía también las imágenes de alguien que, desesperado por la inseguridad termina haciendo "justicia por su propia mano", donde la inseguridad hoy es prolijamente ocultada desde los medios de comunicación cuando antes, durante nuestra gestión, cuando sucedía un hecho delictivo, el mismo hecho lo repetían mil veces por todos los canales de televisión. Y parecía que habían habido mil casos. Hoy hay mil casos, o más, y no pasan nada por televisión.
También debemos, los ciudadanos y las ciudadanos, darnos cuenta de cómo nos han manipulado, de cómo nos han "picado la cabeza". Porque sino vamos a estar condenados a repetir una vez y una vez más los fracasos. Esas imágenes de manos tendidas por verduras, o hace unas semanas atrás, por dos manzanas y dos peras, son imágenes que los argentinos no nos merecemos. Y por eso, creo que es necesario, y para finalizar, convocar, como lo hice en otra oportunidad, a la construcción de un gran   frente -pónganle el nombre que quieran- pero busquen a todos y cada uno de los perjudicados y agredidos por una política en que algunos creyeron, y creyeron porque también les mintieron. No tenemos que enojarnos con los que les creyeron. Tenemos, en todo caso, que enojarnos con nosotros mismos porque no supimos convencer a fondo a los que teníamos que convencer. (APLAUSOS).
Entonces, con humildad y con generosidad, construir. Y a los dirigentes: convocarlos a su verdadera función, que no es la de pelear o discutir con otros dirigentes para ver quién es más o quién es menos. Tenemos la obligación, los dirigentes fundamentalmente aquellos que tienen responsabilidad institucional, desde un municipio, desde una Cámara de Diputados o Cámara de Senadores, o de los sindicatos, de volver a representar, porque los que están sentados en el Parlamento, o en el municipio, o en un sindicato, tienen una función fundamental: representar a los hombres y a las mujeres que les confiaron, con su voto, la defensa de sus intereses.
Esto es esencial: recuperar la representación popular. Que nadie está sentado por derecho divino. Están senados por el voto popular. Ese voto popular debe volver a ser representado. Y yo les aseguro que, cuando cada dirigente vuelva a representar en toda su dimensión a los hombres y a las mujeres que confiaron en él, no le va a quedar tiempo para pelearse con otro dirigente, al contrario, su tiempo lo va a utilizar para organizar, para construir y para avanzar en un país que necesita imperiosamente volver a ocuparse, desde las más altas esferas del Estado de todos los sectores que hoy tienen graves problemas y que, de seguir aplicándose determinadas políticas, van a tener aun más problemas, y no es lo que queremos.
Formo parte de una generación que aprendió, con mucho dolor, que la teoría del "tanto peor, tanto mejor" no es cierta, es mentira. Tanto peor es siempre peor para los que menos tienen. Y lo utilizan los sectores concentrados para transferir aun mayores ingresos. por eso, y para finalizar, compatriotas, nosotros tenemos que ser inteligentes. No nos detengamos en la falta de inteligencia de los demás. Exijámonos nosotros mismos  ser inteligentes para poder reconstruir una unidad que es imperiosa. Y ayudar al resto de los argentinos, y también, para hacerlo en defensa propia.
Por eso les quiero agradecer la presencia de todos Uds. y decirles que siempre voy a estar con Uds., desde cualquier lugar. No me interesan los lugares, yo ocupé todos los lugares que podía aspirar. Y siempre lo he hecho a través de la representación popular. No me desvela ningún lugar, al contrario, lo que me desvela es poder ayudar a reconstruir una fuerza política que le devuelva a los argentinos no solamente la fe, no solamente las esperanzas, no solamente las cosas que les están arrebatando o que les han arrebatado, sino que les devuelvan, otra vez, la libertad. Porque, en definitiva, la libertad es lo más importante, más aun que la igualdad, porque la libertad te permite elegir qué querés ser, junto a quién querés estar, y lo que no querés hacer. En definitiva, también si no querés ser. Por eso, devolvernos la libertad es poder devolver la libertad de elegir a cada argentino qué es lo que quiere ser y adónde quiere ir. Lo que siempre aspiré, como Presidenta: que los argentinos tuvieran la libertad de poder elegir.
Por eso quiero despedirme de Uds. en esta tarde hermosa, con mucha fue, con mucha esperanza, y pidiéndole a Dios que nos ayude y también ayudémonos nosotros, que entonces nos va a ayudar mucho mas.
Los quiero mucho.
(APLAUSOS. canto. "Vamos a volver....")

EL VIDEO COMPLETO la charla en ATE y las palabras a la militancia:


martes, 13 de septiembre de 2016

ERNESTO JAURETCHE: ¿PERONISMO RENOVADOR? ¿PERONISMO TRAIDOR?


            “Quien le da pan a perro ajeno, pierde el pan y pierde al perro”.
Proverbio castellano citado por Juan Perón en 1972
 
            Con cierto arraigo en la realidad, el omnipresente y todopoderoso proselitismo de los medios de comunicación concentrados está empeñado en instalar una axiomática “renovación” como necesaria evolución progresista del peronismo institucionalizado, superador del “desmadre” kirchnerista. Producido en los despachos exclusivos de la calle Esmeralda con excelente propagación mediática, se está confeccionando un nuevo sentido común (claro, opuesto al buen sentido, porque si fuera “bueno” no requeriría la manufactura de los comunicadores dominantes).
 
            ¿Qué  significa este invento en boga que declara rescatar la identidad de la “renovación peronista” de los años 80?
 
            Antonio Cafiero fue muy celebrado en estos últimos días. Y es congruente, porque la renovación massista, mal llamada “peronismo renovador”, aspira heredar las virtudes de aquellos acontecimientos, a los que define implícitamente como su antecedente histórico. Pero a la que justicieramente se llamó ”Renovación Peronista”, así con mayúsculas, teniendo en cuenta su jerarquía en la tabla de valores de la leyenda pública, ya la vivimos, es pasado… y pisado.
 
            Lo que entonces fue tragedia hoy es comedia.
 
            Un intento generoso de definición de aquella experiencia nos llevaría a considerar la necesidad que tenía el peronismo (como hoy) de superar una derrota electoral (¡la primera en su historia!). De tal modo, significó incorporar a su acervo ciertos novedosos tópicos republicanos establecidos por el ganador, el alfonsinismo, con el objeto de articularlos con el legado nacional y popular propio del movimiento fundado por Juan Perón.  
 
            Desde otro ángulo, menos coyuntural, la “renovación peronista” de los años 80 trataba de intervenir en la histórica tensión entre el "país liberal" y "la patria peronista", con el objeto de reinsertar electoralmente al Partido Justicialista en la realidad argentina post dictadura.
 
            Desde el antiperonismo rabioso se ha afirmado que la “renovación peronista” fue el esfuerzo más serio de fundar un peronismo democrático, respetuoso del estatus quo y los buenos modales. ¡Lástima que después apareció un tal Néstor Carlos Kirchner, que demolió la empeñosa tarea de hacer del peronismo un socio más del régimen político que sostiene al neoliberalismo depredador! Estaba llegando a la política “la generación diezmada”.
 
            Hay incluso quienes creen que el peronismo es cosa del pasado, que está caduco. Y dentro de nuestras propias fuerzas están los que afirman que sin Perón no hay peronismo. Tal vez sea cierto. Pero cualquier construcción que aspire a representar los intereses de los pueblos, volverá a pensar en los mismos términos históricos: las tres banderas, Soberanía, Independencia y Justicia Social. Más la unidad continental de la Patria Grande.
 
            Hoy el peronismo trata de rehabilitarse de los errores y fracasos que lo llevaron a sufrir una derrota electoral. ¿El meneado “peronismo renovador” del presente será legítimo sucesor de aquella “renovación peronista” que lideraron Cafiero, Menem y Grosso en los 80 para competir con el radicalismo?
 
            Si lo intentara, sería por un camino nuevo, diferente, porque el alfonsinismo no era idéntico (ni cerca) a lo que hoy expresa el macrismo.
 
            Para acudir al humor: la derrota del 2015 no se parece a aquella de 1983. A la luz del actual momento político y económico tenemos la tentación de decir:“Volvé Alfonsín, perdonanos”.
 
            Tal vez sea necesario apelar a la memoria. Recapitulemos.
 
            El peronismo tenía un cuerpo principal: el Movimiento. Y, a veces, cuando era oportuno, desplegaba una estructura legal: el Partido Justicialista.
 
            El Movimiento tenía su columna vertebral: el movimiento obrero organizado. Una institución permanente, líder del todo social. Al principio, en las elecciones de febrero de 1946, los dirigentes obreros poblaron con abundancia las papeletas Laboristas. Luego, desde las raíces, desarrolló “la resistencia” y, es razonable y justo, se adaptó al escenario de conflicto cuando hizo falta, con algunas deslealtades y muchas bravuras.
 
            Entre el Movimiento y el Partido existió siempre una relación de tensión y a veces de conflicto abierto. Aunque  parte  de un mismo “dispositivo”, diría Perón, eran dos sujetos autónomos en el protagonismo de la gran revolución peronista.
 
            A partir  de 1955, proscripto el Partido Peronista, el Movimiento, una construcción genuinamente popular, diríamos espontánea, de base, natural, sencilla, de disciplina laxa y límites imprecisos, creadora de hechos e ideas ideológicamente intransigentes pero políticamente flexibles, fue la herramienta política del pueblo a lo largo de muchos años de prohibición y acoso. “Yo nunca hice política, siempre fui peronista”, sintetizó Soriano. Su resultado: el famoso “empate hegemónico”. Ni el peronismo conquistaba el gobierno desde las luchas sociales ni el sistema político demoliberal conseguía gobernar el país desde su fraudulenta legalidad.
 
            De contextura políticamente plural y socialmente amplia, desplegó a lo largo de 18 años sus formas y métodos de lucha elaborados en la experiencia de acierto y error en defensa de los intereses de todos los trabajadores y representó y normalmente lideró, con distintas identificaciones, toda acción popular reivindicativa de derechos conculcados o a conquistar.
 
            El Movimiento era la caldera que proveía de energía al cuerpo social argentino; pero no sólo eso: era, además, la fragua de la militancia; el lugar donde se procesaba la selección de la dirigencia que devenía política en cada demanda social o protesta, en cada coyuntura insurreccional o electoral.
 
            Así, el Movimiento, inmenso fogón de las utopías, iluminado por los antiguos combates por la emancipación, enarboló los programas que alimentaron el discurso y la práctica de la militancia contemporánea (La Falda y Huerta Grande, de la CGT de los Argentinos, los 26 puntos para la Unificación Nacional de Ubaldini).
 
            Las ideas y las propuestas concretas del Movimiento y el aliento de la movilización de las bases, apremiaban a las dirigencias políticas y sindicales y les dictaban cuál era su papel frente al poder. Desde “el timbreo”, las UB territoriales, las organizaciones libres del pueblo, los centros de estudiantes, las comisiones internas de fábrica y todo nucleamiento de actividad política popular, los dirigentes intermedios del Movimiento, a los que se conocía como “cuadros”, eran quienes hacían llegar a las conducciones superiores los reclamos y las propuestas populares. Lugar común: correa de transmisión entre la dirección y las bases.
 
            La Triple A, parapolicial estatal nacida de una conspiración antipopular y antinacional en los últimos tiempos del gobierno peronista que asumió el 25 de mayo de 1973, y los grupos de tareas desplegados desde los cuarteles de las Fuerzas Armadas a partir del 24 de marzo de 1976, tuvieron una coincidencia lógica y fatal: dedicarse científica y metódicamente a descabezar al Movimiento, es decir, a eliminar su vanguardia orgánica, arraigada en las masas, decidida hasta el heroísmo, intelectualmente esclarecida, ideológicamente convencida y políticamente determinada. Gráficamente: pasar el cedazo, descremar la organización de los sectores populares, hacer manteca con sus líderes y tirarlos al río.
 
            ¡Y lo lograron! Su estrategia criminal tuvo éxito.
 
            El Movimiento, un cuerpo descuartizado por el genocidio, sufrió la amputación de su principal órgano funcional: se quedó sin corazón (Megafón lo reconstruyó simbólicamente pero, atención, nunca halló los testículos). Los 30 mil desaparecidos habían sido los autorizados para hacer correr la sangre de la lucha popular por las venas de la sociedad.
 
            ¿Qué quedó entonces del orgulloso e imbatible peronismo?

            Los meses posteriores a la debacle electoral dieron lugar a un proceso turbulento en el interior del movimiento en el que se acusaba por los resultados electorales a los líderes identificados con la vieja guardia “movimientista”, el entonces jefe de las "62 organizaciones" Lorenzo Miguel y el representante del Partido Justicialista bonaerense Herminio Iglesias (denominados "los mariscales de la derrota").
 
            Para superar el descalabro que el triunfo de Alfonsín ocasionó a un peronismo desvastado, las dirigencias partidarias, lejos de promover un retorno de la militancia de base y de sus organizaciones históricas, desmovilizaron política, social y civilmente a la nueva juventud justicialista. Nada fue más claro que la desautorización partidaria a la militancia que salió a defender la democracia frente a la agresión carapintada. A la claudicación radical -“La casa está en orden”- la dirigencia peronista respondió: “No hagan ola”.
 
            Vinieron a terminar de liquidar al Movimiento, indefenso después del genocidio procesista, como obstáculo para “institucionalizar” definitivamente al Partido Justicialista en el sistema político demoliberal argentino. Esto es, convertirlo en uno más de los irrepresentativos modelos partidarios vacíos de programa que demandan votos vía marketing para cada instancia electoral.
 
            Sin embargo, no eran para nada contradictorios los mandatos de reivindicar la doctrina y a Perón con la revalorización de la democracia. Todo lo contrario. Pero en su momento Cafiero lo advirtió: "Algo muy grave sucedió entre nosotros; se tiró por la borda el Movimiento y se lo reemplazó por la burocracia partidaria... cargos electivos de los más encumbrados se adjudicaron con fraude y violencia; el triunfalismo infantil, el oportunismo feroz, la declinación moral y la soberbia sectaria: he allí el sustituto de aquello de que primero la Patria y el Movimiento”.
 
            Se constituyó así una corporación de profesionales de la política, que acceden a  los  puestos de representación pública no por arte y decisión de las bases sino como producto de las roscas en “las internas” y del sistema de relaciones de los lobbies económicos que se ofrecen constantemente a apoyar y financiar campañas a cambio de privilegios y concesiones. Partidos cautivos de las encuestas que hacen empresas que son mentores políticos: los hechiceros de los nuevos tiempos, que dicen quién va a ganar y apuntan a quién votar. Partidos prisioneros del mensaje masivo de los medios de comunicación corporativos. Partidos cobardes.
 
            ¿Lo recuerdan? La “Renovación Peronista” terminó su travesía asfaltando el camino para el arribo de Carlos Menem y el más crudo neoliberalismo al poder. ¿No está claro acaso que, si logra una plataforma “peronista” Sergio Tomás Massa será el nuevo Carlos Saúl Menem?
           
            Ese es el espécimen que se amontona en Esmeralda y el programa de la actual “renovación peronista”, idéntico al conjunto de los que usufructúan el caduco sistema político argentino para su propia prosperidad o la de sus mandantes, cuando multitudes que pueblan las plazas de todo el país rechazan las medidas económicas del gobierno. ¿Seremos tan necios de tropezar dos veces con la misma piedra?
 
            ¿Serán peronistas estos muchachos? Parece que apenas les da para continuar trillando el camino que nos llevó a la derrota en 2015: anteponer los intereses de los hombres a los de la Patria y el Movimiento.
 
            Esmeralda desperdicia la oportunidad histórica de recuperar el justicialismo para el pueblo y el coraje de ser el sepulturero de la mayor corrupción estructural: la de la oligarquía argentina y las corporaciones extranjeras en el gobierno nacional.
            En cambio, propone “gobernabilidad”, siendo que si le va bien a Macri es porque al pueblo argentino le va mal. Es un conflicto antagónico, como son antagónicas las disputas por la renta nacional: si no se beneficia el pueblo es porque las corporaciones se la están llevando; cuando no se gobierna explícitamente para el pobre se favorece implícitamente al rico.
 
            No muchachos, compañeros peronistas del grupo de la calle Esmeralda: con Macri no hay negocio sino capitulación.
 
            Planteamos la solidaridad frente a la ética capitalista de Macri, donde toda conquista colectiva conspira contra las ambiciones personales, última ratio de su conciencia individualista depredadora llevada al poder.
 
            Es el marco ético inmoral del liberalismo: sálvese quien pueda, ya que el fin justifica los medios.
 
            Es la ideología liberal (que en las potencias no se practica, pero se la inculca a las colonias): si a mi me va bien (ejemplo: Rockefeller empezó vendiendo  diarios) al país le va bien. Lo sabemos, es falso. Pero tenemos que terminar de convencernos de lo contrario: si a toda la sociedad le va bien, a mi me va bien. Como lo expresaron las 62 Organizaciones: “Si todos los argentinos estamos bien, los trabajadores estaremos mejor”. Según Perón: “Ningún ciudadano se realiza en una Nación que no se realiza”.
 
            El egoísmo individualista mata la ilusión de un futuro mejor para todos: en el todos estamos cada uno de nosotros como ciudadanos, como  personas, como individuos con necesidades, deseos y esperanzas. No hay héroe individual; el héroe es colectivo, sentenció Oesterheld.
 
            Toda connivencia con Cambiemos, tal lo que alienta Sergio Massa, es un absurdo o una rematada traición: sólo habrá coincidencia en el marco de una regresión argentina a los años de Menem, Cavallo y De la Rúa, o a los de la “colonia próspera”.
 
            No habrá conformidad, por parte de un peronismo que nunca claudicó en su esencia ética cristiana, con la ética protestante, "espíritu" del capitalismo.
 
            Nuestras  diferencias con Macri no son cuestión de modales, sólo políticas, metodológicas, técnicas, operacionales: son fundamentales, ideológicas, éticas, y hasta morales. Nos ofende no únicamente como peronistas y populares sino como individuos, como ciudadanos, como seres humanos iguales en el todo y en el respeto al otro. Y hasta tenemos diferencias históricas: provenimos  de ramas enemigas. Fuimos  sanmartinianos y fueron rivadavianos; fuimos federales y fueron unitarios; defendimos la soberanía y fueron probritánicos; fuimos anarquistas, socialistas, comunistas y radicales y ellos fueron conservadores, fraudulentos, fusiladores y golpistas. 200 años y nada nos une; todo nos separa.
 
            ¿Qué queda entonces de aquel Movimiento? Todo: es la Patria.
            La victoria sólo es posible si lo convocamos, lo resignificamos y lo organizamos, como hicieron Perón, Cámpora y Kirchner.
 
            Hay no más de dos opciones: poner palos en la rueda, dificultar por todos los medios posibles el éxito de las políticas antinacionales y antipopulares de Macri, o acompañarlas tratando de sacar mezquinas ventajas y… me cago en todo lo demás.
 
            ¿Son peronistas estos “renovadores” de hoy? Que den respuesta verdadera al fundamento peronista: “Dividimos al país en dos categorías: una, la de los hombres que trabajan, y la otra, la que vive de los hombres que trabajan. Ante esta situación nos hemos colocado abiertamente del lado de los que trabajan

martes, 16 de junio de 2015

LOS GRANADEROS QUE EL 16 DE JUNIO DE 1955 DEFENDIERON CON SU VIDA LA DEMOCRACIA




   

“Dormimos en el piso, con la ropa de fajina y nada más. Si mirábamos arriba, veíamos las estrellas por los boquetes que habían dejado las bombas. El frío era tremendo, no teníamos comida y estábamos muy angustiados”. [1]
Desde 1901 se había establecido el servicio militar obligatorio. Había sido instituido con el objetivo de defender a la Patria.  Los conscriptos prestaban servicios en alguna de las Fuerzas (Ejército, Fuerza Aérea, Marina). Algunos eran destacados para ir a formar parte del Regimiento de Granaderos creado por el Gral. José de San Martín y tenían la misión de custodiar, en la Casa de Gobierno, al presidente.  

Aquél junio de 1955, el odio contra todo lo que representaba el peronismo, provocó acciones desquiciadas. El feroz ataque contra Perón iba a constituir el atentado más grande de la historia argentina que se llevó la vida de casi 400 personas, en su mayoría civiles, dejando más de mil heridos.
"El 16 de junio de 1955 no murieron solamente ciudadanos de un partido determinado, murieron argentinos, chicos que iban en colectivo, hombres y mujeres que por ahí salían a buscar trabajo, a encontrarse con sus familiares, que salían de almorzar, murieron argentinos que por ahí estaban de acuerdo con los que tiraban las bombas. pero la incomprensión, la intolerancia y la irracionalidad de quienes las tiraban ni siquiera ese tipo de cosas alcanzaba a medir, era tal la acción de odio, que no importaba"[2].
En la Casa de Gobierno, fueron los Granaderos los que se jugaron la vida por el Presidente. Muchos trabajadores se sumaron para defender a Perón.
Nunca antes en la historia mundial un ejército bombardeó su propia capital e hizo de la población civil el objetivo de sus ataques. Fue la jornada más violenta de la Argentina contemporánea, la más vergonzosa.
Los complotados querían matar a Perón, pero, ¿si ellos sabían que Perón no estaba en la Casa de Gobierno, por qué igual la bombardearon? ¿Por qué bombardearon la Plaza de Mayo donde transitaba población civil, en un día que se esperaban ejercicios aéreos? ¿Por qué destruyeron parte del Ministerio de Hacienda?.  Nos hacemos, a la distancia estas preguntas dolorosas con la visión que da la perspectiva del tiempo transcurrido: es muy seguro que, además de matar a Perón, quisieran dejar un claro mensaje para instalarlo en la sociedad. El mensaje estaba dirigido al pueblo peronista. Lamentablemente el odio irracional de los que no comulgaban con las ideas del peronismo –aunque no hubieran participado de los hechos-, por una parte, tanto como la inacción y el “dejar hacer” de los “analfabetos políticos” (esos que dicen “yo no me meto en política” pero, al tomar esa distancia, están tomando partido) convalidaron, legitimaron, aquella masacre. 
Aquellos hechos prenunciaban lo que, dos décadas más tarde, fue el sistemático plan genocida cívico militar del que no había precedente en nuestro país.

JUNIO, 1955.

Buenos Aires. La fuerza del ataque aéreo de los aviones de la Marina se encarnizó sobre la Casa de Gobierno. Allí presentaron defensa los integrantes de los Granaderos a Caballo, que, dentro del Cuerpo del Ejército fuera creado por José de San Martín. Este cuerpo tiene como misión escoltar y garantizar la seguridad del presidente.
Fueron los granaderos a los que le cupo la defensa, armas en mano y ofreciendo sus vidas, del orden constitucional.

Paradojas.
En la trágica jornada, una de las Fuerzas Armadas se cobraría la vida de los representantes de otra Fuerza. Anticipando lo que vendría dos décadas más tarde, la misma mano que la madrugada del 24 de marzo de 1976, pocos minutos después del golpe de estado, tomó por asalto el domicilio del Cnel. Bernardo Alberte y lo arrojó al vacío desde la ventana del sexto piso, y en las horas, días y años siguientes, secuestró torturó y mató a miles de civiles.

Los que defendieron al Presidente Perón.
Se trataba los granaderos de la clase 1934. Algunos de ellos: Miguel Cernada (Formó parte del legendario regimiento creado por el General San Martín. Estuvo custodiando la Casa Rosada durante el bombardeo sobre la Plaza de Mayo); Robledo; Hugo Rodríguez (pertenecía al Regimiento de Granaderos que custodiaba la Casa de Gobierno); Omar Lépori (del escuadrón Riobamba, hacía guardia por la entrada de Rivadavia, por donde -todos los días a las 6 de la mañana- entraba el presidente Juan Domingo Perón y por donde se retiraba alrededor de las 10);  Diego Ignacio Bermúdez (perteneciente al Regimiento de Palermo, oriundo de San Miguel del Monte).
Ese 15 de junio los Granaderos habían recibido la orden de hacer la guardia con el proyectil en la recámara, sin seguro. Se les ordenó tirar “sin preguntar quién va”. 

El “clima político” coincidía con las condiciones meteorológicas. Gris, amenazante.  La conspiración para derrocar a Perón era imparable.  El plan era derrocarlo y matarlo. Luego, formar un gobierno provisional integrado por: radicales, socialistas y conservadores.

Los golpistas habían destacado una escuadra compuesta por treinta y cuatro aviones de la Marina de Guerra que hicieron despegar desde la base de Punta Indio para dirigirla hacia el centro porteño. Muchos aviones tenían pintada la leyenda “Cristo vence”, otros una cruz cristiana superpuesta a una “V” peronista.
Además se completaba con tropas del Batallón de Infantería de Marina y grupos civiles armados, comandados por el vicealmirante Benjamín Gargiulo, que se disponían a marchar desde la Dársena Norte del puerto de Buenos Aires para ocupar la Casa Rosada.  Estaban los que se hallaban apostados sobre Paseo Colón, eran unos 60 francotiradores de los denominados “comandos civiles”.
Alertado Perón por el Servicio de Inteligencia, se trasladó al edificio del Ministerio de Guerra.

Pasado el mediodía comenzaron a caer las primeras bombas sobre la Casa de Gobierno y la Plaza de Mayo –testigo inmóvil de aquellas muertes, de reclamos por la desaparición de personas; de reclamos multipartidarios, de apoyos contra levantamientos de los que querían “desordenar la casa”, y más recientemente, de quienes festejan fechas patrias-. El ataque se prolongó hasta pasadas las 17.30 sobre la Plaza de Mayo, Paseo Colón y varios edificios públicos que configuraron un horroroso campo de batalla.
Algunas bombas impactaron sobre un trolebús en el que viajaban muchos niños. Murieron 58 de sus 60 pasajeros, la mayoría niños de jardín de infantes. Las bombas cayeron también sobre automóviles estacionados sobre la calle Hipólito Yrigoyen.

Las primeras tropas leales a Perón partieron desde Palermo.  “Yo iba en el primer micro –rememora Robledo–. No sabíamos qué estaba pasando, pero cuando llegamos a la calle Corrientes la gente nos vitoreó porque íbamos a defender la Casa de Gobierno. Cuando llegamos a la plaza empezamos a ver los cadáveres en la calle, los autos destrozados, el trole destruido”, señala y cierra los ojos, como si la imagen lo volviera a impactar, igual que aquel día.“Yo pertenecía a la sección de armas pesadas. Los voluntarios debíamos tripular orugas y tanques y dirigirnos hacia el lugar de los bombardeos. Empezamos a marchar”, cuenta Bermúdez. Cernada relata que “la noche del 15 la pasamos en la Casa Rosada, pernoctamos en un subsuelo, preparados por cualquier eventualidad. El momento llegó cuando escuchamos los estruendos de las bombas. ‘A las armas’, dijeron y todo comenzó”. Retoma Robledo: “Cuando llegamos a la explanada de la Casa de Gobierno por Rivadavia, nos recibió un tableteo de ametralladoras. Uno de los primeros tiros mató al chofer del micro, que se llamaba Inchausti: le pegaron un tiro preciso en la cabeza y murió instantáneamente. El micro seguía andando y Horacio Enran, que ahora vive en La Pampa, se arrastró y apagó el motor. Le pegaron tres tiros en el hombro y en el brazo. Varios oficiales y soldados saltaron del micro y se parapetaron en la Rosada, pero muchos no pudimos salir. Desde el Ministerio de Marina seguían ametrallando a diestra y siniestra. Estábamos rodeados de trolebuses incendiados, se escuchaban gritos, había gente que corría. Parecía que estábamos en medio de un terremoto. Por el lado de Paseo Colón se acercaban marinos y civiles, con brazaletes blancos y amarillos, a los tiros. Ahí saqué una 45 que llevaba y empecé a tirar. Les grité a los otros muchachos: ‘Rajemos que acá nos matan a todos’. Corrí hacia la puerta de la custodia presidencial, intenté abrirla pero no pude. Recordé películas de esa época y pensé: ‘Hago saltar la cerradura de un balazo’, pero también pensé que mis compañeros podían estar protegiendo la puerta y podía herirlos, o ellos herirme a mí creyendo que era la Marina. Golpeé con la culata de mi pistola y grité que abrieran. En ese instante comenzaron los tiros de las metralletas y las balas pegaban un metro arriba de mi cabeza, sentía caer el polvo de la pared sobre mi pelo. Grité: ‘¡Abran que soy Robledo del tercer escuadrón!’. Me abrió un sargento que me conocía. Entré. No me había equivocado. Había veinte soldados con revólveres, escopetas y ametralladoras defendiendo esa entrada. La misión era proteger la Casa de Gobierno. Si hubiera tirado, me habrían ametrallado”. –¿Lo siguieron sus compañeros?–Entré solo, pero alcancé a ver a uno, Casablanca, escondido detrás de una rueda del micro. Cuando vio que me abrían salió corriendo hacia el portón, pero una ráfaga de metralla lo barrió. Cayó. Estaba lejos mío, parecía muy mal herido –Robledo hace una pausa, toma aire, continúa–. Intenté ir a ayudarlo, pero el sargento me dijo: ‘¡No!, ¿no ves que se está muriendo?’, y me tiró para adentro. Fue una sensación muy rara tener que cerrar el portón con Casablanca afuera. Las lágrimas le quiebran la voz. Bermúdez continúa el relato: “Entramos a la zona con las orugas, dimos la vuelta por el frente de la Casa de Gobierno y tuvimos el primer tiroteo contra los francotiradores apostados en el Ministerio de Asuntos Técnicos. Después avanzamos hasta Paseo Colón y enfrentamos a la infantería de marina, haciéndolos retroceder hasta el ministerio. Después llegaron más tanques y los marinos sacaron la bandera blanca. En ese momento apareció la gente que había llamado De Petri, el dirigente de la CGT, y nos pidió armamento para defender a Perón, no lo hicimos pero igual permanecieron detrás de las orugas. En ese momento vimos que venían cinco aviones del lado de La Boca, pensamos que se había terminado todo, que los insurgentes habían perdido el dominio del aire. Pero empezaron a barrer nuestros camiones y a la gente, tiraban con ametralladoras y lanzaban bombas”.El plan golpista había fracasado. Ningún otro regimiento, como esperaban los conspiradores, se había unido al alzamiento. La artillería antiaérea había derribado algunos aviones. Los cabecillas sediciosos decidieron escapar hacia el Uruguay, que había aceptado darles asilo bajo la condición de que llegaran sin armas. En el comité de recepción montevideano los esperarían Carlos Suárez Mason, futuro torturador de la dictadura videlista, y el socialista Américo Ghioldi[3].

Según el testimonio de Lépori: “Se decía que iban a pasar los aviones para desagraviar la bandera, porque habían quemado una bandera. En vez de tirar flores, empezaron a tirar bombas. La primera cayó por Irigoyen, e hizo un gran boquete. La quinta bomba embocó en la claraboya y fue la que más daño hizo … La peor parte fue en la plaza. Vi morir muchos civiles, fue horrible. Cuando llegaron los tanques, los comandos civiles sacaron bandera blanca y el pueblo quiso ir hacia ellos. Ahí mataron a muchos”.[4]

Según el testimonio de otro de los granaderos que participó de aquella jornada, Rodríguez: “Luciano Benjamín Menéndez, capitán del cuerpo de Granaderos, estaba en el lugar y no tocó un arma: charlaba como si estuviera de veraneo”[5]

El 16 de Junio de 1955, el Regimiento de Granaderos a Caballo "Gral. San Martín" (Escolta Presidencial), intervino en la lucha con 2 Jefes, 16 Oficiales, 47 Suboficiales y 265 Granaderos. Fueron heridos 3 oficiales, 3 Suboficiales y 19 Granaderos. Fueron muertos 9 Granaderos.

Los nombres de los granaderos caídos aquella jornada:
Del 3° Escuadrón: José Alodio BAIGORRIA, Laudino  CÓRDOBA, Mario Benito DÍAZ,  Orlando Heber MOCCA, Pedro Leónidas PAZ. Todos estos fueron alcanzados por las balas cuando la columna llegó a la Casa de Gobierno  por Paseo Colón. El Escuadrón avanzaba para entrar la Casa de Gobierno.
De la Sección Abastecimiento: Ramón CÁRDENAS, conductor de un vehículo de la columna que transportaba el refuerzo. Oscar Adolfo DRASICH conductor de otro vehículo que, al alcanzar el lugar indicado para el desembarco,  con gran serenidad y sentado al volante, accionó la puerta para permitir el descenso del personal. Permaneció en su puesto hasta que el último Granadero descendió. En momentos en que se disponía a hacerlo él, fue alcanzado por un proyectil que lo hirió. Murió días después, el 25-6-55. Rafael Sotelo INCHAUSTI conductor del otro vehículo de la columna motorizada. Mientras conducía fue herido, pero continuó conduciendo hasta alcanzar la puerta de entrada de Casa de Gobierno. Detuvo allí su vehículo, y en ese momento lo volvieron a balear, cayó sin vida sobre el volante.   
De Armamento Pesado: Víctor Enrique NAVARRO. Miembro de la fracción que tenía a su cargo la defensa antiaérea. En oportunidad  en que atravesaba la terraza de la Casa de Gobierno para  el abastecimiento de munición, fue alcanzado y herido mortalmente por los proyectiles.

UNA ESCUELA.
La escuela EPB nº 82 del barrio de Los Pinos del partido de La Matanza fue bautizada, después de tantos años de su creación, con el nombre de «Granaderos Reservistas». Al acto asistieron granaderos de la clase 34. Nueve de sus aulas fueron bautizadas con los nombres de aquellos conscriptos que cayeron defendiendo a la Constitución y al Presidente de la Nación[6] .  
QUEDA PENDIENTE

La resistencia armada de un grupo de granaderos, “colimbas” de entre 20 y 21 años, que enfrentaron el durísimo ataque. Un estimado teórico indica que el peso total de las bombas arrojadas pudo ser de 13,8 toneladas.
Dejaron la vida en aquella jornada de horror, defendiendo el orden constitucional: José Alodio Baigorria, Laudino Córdoba, Mario Benito Díaz, Orlando Heber Mocca, Pedro Leónidas Paz, Ramón Cárdenas, Oscar Adolfo Drasich, Rafael Sotelo Inchausti y Víctor  Enrique Navarro. 

Dijo uno de aquellos Granderos, Miguel Cernada: “Nadie parece acordarse de nosotros. Defendimos un gobierno constitucional y creo que eso amerita un reconocimiento. Lo único que hicieron fue colocar una placa grande en el patio de la Casa de Gobierno con todos nuestros nombres, pero fuimos olvidados”. 






[1] Hugo Rodríguez. Pertenecía al Regimiento de Granaderos que custodiaba la Casa de Gobierno http://www.puntal.com.ar/noticia.php?id=128016

[2] Néstor Kirchner, 16 de junio de 2005
[4] http://www.puntal.com.ar/noticia.php?id=128016
[5] http://www.puntal.com.ar/noticia.php?id=128016
[6] http://www.periodicolabarra.com.ar/2009/05_may09/La_barra_Educacion.htm#reservistas

jueves, 9 de enero de 2014

Viaje a las entrañas de una mentira: Julio Bazán y el ventilador embrujado!

ASÍ MIENTE CANAL 13.
ATENCIÓN: A LOS 0:45 LA SEÑORA ABRE LA PUERTA Y SE VE UN ALMANAQUE EN LA PARED QUE SE MUEVE POR EFECTO DE UN VENTILADOR. HABITACIÓN TOTALMENTE ILUMINADA.
0:59 A MINUTO 1, MIENTRAS BAZAN ENTREVISTA A UNA SUPUESTA VÍCTIMA SIN LUZ... SE OBSERVA A LA ALTURA DE LA CABEZA DE BAZÁN CÓMO GIRA UN VENTILADOR DE TECHO.
https://www.youtube.com/watch?v=yji7F5oEV2E


De nepotismos, concesión de privilegios y cortes de luz

localidad: Vicente López.
construcción edificio del DIARIO LA NACIÓN
constructora: Desarrolladora inmobiliaria de CARLOS DE NARVÁEZ (si, hermanito del quia)
Vecinos en audienciap ública piden anaólsisi que no se hizo, y JORGE MACRI (Si, primo del otro quia) autorizó que siguiera la construcción. Pero, además, JORGE MACRI autorizó "beneficios" al diario La Nación: apertura de calles para uso exclusivo de los directivos del pasquín.
ESTA NOTICIA NO SALIÓ NI EN CLARÍN NI EN LA NACIÓN.
Diario El Argentino, 9 de enero de 2014 página 4. 

miércoles, 8 de enero de 2014

Patricia Bullrich ocasiona desastre ecológico

5 DE ENERO, AVISÓ EN SU CUENTA DE TWITTER:
 
consecuencias.

Sorpresiva aparición de peces muertos en los lagos de Palermo

Los vecinos del lugar se encontraron con la inusual imagen de una gran cantidad de peces sin vida en los lagos del parque Tres de Febrero. Desde el gobierno de la Ciudad dijeron a Infobae desconocer el hecho

 nota completa:
http://www.infobae.com/2014/01/08/1535683-sorpresiva-aparicion-peces-muertos-los-lagos-palermo
 

viernes, 19 de julio de 2013

El primer turista de las playas cariocas

Ayer...
19 de julio
"El principe Joao, portugués, hijo de la reina María, visitó la playa del puerto de Río de Janeiro, por consejo médico, en 1810.
El monarca se zambulló calzado y metido en un barril. Tenía pánico de los cangrejos y de las olas.
Su audez ejemplo no fue imitado. Las playas de Río eran basureros inmundos, donde los esclavos vaciaban, en las noches, los desperdicios de sus amos.
Después, cuando nacía el siglo veinte, las aguas pudieron ofrecer baños de mar bastante mejores, pero eso sí: las damas y los caballeros estaban bien separados, como las reglas del pudor mandaban.
Había que vestirse para estar en la playa. En las costas que ahora son una geografía de la desnudez, ellos entraban al agua cubiertos hasta debajo de las rodillas, y ellas escondían sus pálidos cuerpos de la cabeza a losp ies, por el peligro de que el sol las convirtiera en mulatas".
De Eduardo Galeano.

LA YAPA
hoy
se es discriminador hasta con el sol, culpable, por entonces, de ser el causante de un cambio social.