sábado, 22 de agosto de 2009
EL PLAN POR LA PAZ, PROSPERIDAD Y FORTALECIMIENTO DEL ESTADO ES EL PLAN COLOMBIA QUE ES UN PLAN MACABRO
El Plan Colombia nació en inglés. Plan for Peace, Prosperity, and the Strengthening of the State (Plan para la paz, la prosperidad y el fortalecimiento del Estado), es el título original del proyecto de Ley S1758 presentado por los senadores Mike DeWine, Grassley y Coverdell el 20 de octubre de 1999, ante la sesión 106 del Comité de Relaciones Exteriores del Congreso de EE.UU. Su primer nombre (estrecho) también fue en inglés: Alianza Act. En español, sencillamente, se le conoce como Plan Colombia, aunque las políticas que entraña y las consecuencias de su aplicación trascienden extraordinariamente las fronteras territoriales, políticas, sociales y culturales de Colombia.
Es en realidad un Plan piloto para probar y ejercitar los pilares básicos de la geoestrategia de dominación que implementa Estados Unidos sobre el continente latinoamericano. Esta iniciativa yanqui constituye otra de las tenazas a través de las cuales el imperialismo ultraconservador, agresivo y fascista impone su fuerza en América Latina.
Colombia, cuya economía depende hoy en gran medida de la producción y distribución de drogas orientadas fundamentalmente al gran mercado consumidor de EE.UU. sufre desde hace varias décadas los devastadores resultados de este �negocio�, que se traducen en existencia de mafias y sus fórmulas de extorsión, incremento de la violencia y la corrupción, pauperización creciente de la economía legal y de la población, confrontaciones políticas insolubles, represión militar y paramilitar contra la población civil, etc.
Es, sin embargo, en EE.UU. donde se genera el estímulo básico (el consumo de drogas) que sostiene esta grave situación en Colombia. El Imperio ha utilizado la desestabilización sostenida del país como argumento para �certificar�, �condenar� y multiplicar la imagen de Colombia como un "país de riesgo". Sus propósitos reales han sido históricamente, desarticular cualquier residuo de la soberanía colombiana, profundizar su injerencismo y su hegemonía, a través de muchos recursos, entre ellos el de incrementar su presencia militar en Colombia, y practicar contra su pueblo una verdadera guerra de baja intensidad, que solo ha contribuido a perpetuar la crisis del país.
El Plan Colombia expresa total coherencia con esta estrategia y con sus fórmulas tradicionales, pero llevadas ahora a una escala superior de agresividad. Supuestamente los objetivos del Plan for Peace, Prosperity, and the Strengthening of the State --que en realidad debería llamerse Plan para la Guerra, el Subdesarrollo y la Militarización del Estado--, se dirigen a la lucha antidrogas. Es así que los puntos fundamentales que enuncia son:
• Establecer el control militar en el sur del país para erradicar los cultivos de droga. Destruir las instalaciones de procesamiento y mejorar la interceptación de narcóticos en las vías terrestres aéreas, marítimas y fluviales.
• Fortalecimiento del sistema judicial, la capacitación de cuerpos técnicos de investigación, la reforma del sistema carcelario, el apoyo a los grupos anticorrupción que investigan a los funcionarios públicos y la aplicación de leyes sobre extradición.
• Neutralizar las finanzas de los narcotraficantes tanto en Colombia como en el exterior, y fortalecer los esfuerzos anticontrabando con un programa agresivo de decomiso de activos, y congelamiento de cuentas.
• Combatir a los �aliados� con los narcotraficantes. Primero, con el refuerzo de las medidas en contra del secuestro, la extorsión y el terrorismo; y, segundo, con el bloqueo a la adquisición de armas de los grupos que se benefician del narcotráfico.
• La integración de las iniciativas y las operaciones nacionales a los esfuerzos regionales e internacionales para combatir el narcotráfico. Esto incluye compartir información y datos de inteligencia con agencias de seguridad de otros países.
• Y por último, el fortalecimiento y la implementación de planes de desarrollo para ofrecer oportunidades de empleo y servicios sociales en las regiones afectadas por los cultivos ilícitos.
Todos estos �puntos clave� deben ser ejecutados a través de más represión, mayor violencia y una recolonización de los organismos políticos, militares, judiciales y de seguridad colombianos. Las causas esenciales de la crisis colombiana no son abordados. No es casual que el último de los "puntos clave" del Plan sea el del desarrollo económico.
Según cifras del año 2000, recién estrenado el Plan Colombia, la distribución de los recursos asignados para este engendro se distribuirían de la siguiente forma:
704 millones de dólares están destinados al Ejército colombiano
205 millones más para la Policía y la Armada
410 millones para medidas de seguridad en los países vecinos, de los cuales, 325 serían para gastos adicionales de agencias de Estados Unidos y 85 para el mejoramiento de los programas en Perú, Bolivia, Panamá y Ecuador.
Y sólo 180 millones de dólares se invertirían en el desarrollo de alternativas económicas en las zonas de cultivos ilícitos: 50 para Colombia, 90 para Bolivia y 40 para el Perú.
100 millones estarían destinados para apoyar la aplicación de la ley, los derechos humanos y la paz.
¿Qué alcanzará de todo esto el campesino colombiano que participa en la siembra de coca o marihuana para sobrevivir? Lejos de beneficiarlo, la ejecución del Plan Colombia, en plena marcha, seguramente terminará dejándolo en peores circunstancias: frente a organismos represivos más fortalecidos y poderosos, asesorados por los mismos tutores que tuvieron todas y cada una de las dictaduras militares en América Latina; frente a la destrucción de sus cultivos --todos, los ilícitos y los lícitos--, que se malogran tras los efectos de las fumigaciones; frente a un país cuya soberanía languidece.
�Por eso la guerra contra las drogas es un mar de absurdos y contradicciones. Se transforma en enemigos frontales a los campesinos que cultivan las plantas precursoras y se llenan las cárceles con gente desesperada por la desocupación y la pobreza, que humilla el templo de su cuerpo, para transformarse en "mulas" que, al riesgo de sus vidas transportan drogas heroicas; pero las empresas químicas norteamericanas que producen más del 90% de los precursores necesarios para el procesamiento de la coca no tienen problemas y en las cárceles no están sino en mínima proporción los banqueros que amasan las grandes fortunas del negocio en los mercados de consumo.� ( Los contenidos geoestratégicos del Plan Colombia. Manuel Salgado Tamayo)
El verdadero Plan es macabro.
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Juan G. Tokatlian
BASES DE COLOMBIA, EL AVANCE NORTEAMERICANO EN TERRITORIO DE AMÉRICA LATINA
del diario La Jornada (Mexico) -
FARC, blanco para tropas de EU que operarán
en bases de Colombia: embajador Brownfield
http://www.jornada.unam.mx/2009/08/20/index.php?section=mundo&article=023n1mun
Bogotá, 19 de agosto. El embajador estadunidense en Bogotá, William Brownfield, anunció que las tropas de su país en las operaciones antidrogas que realizarán desde bases colombianas por un acuerdo entre los dos países incluirán también como blanco a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Agregó que el ejército estadunidense “no tiene interés” en realizar operaciones en la frontera del país caribeño, pero en dado caso, se consultará previamente a las naciones vecinas.
En entrevista con el diario El Tiempo, de Bogotá, Brownsfield sostuvo que nunca fue intención de Estados Unidos causar nerviosismo en la región al acordar el uso de siete bases militares en territorio colombiano.
“Lo que hemos hecho, como dijo claramente el presidente Obama, es actualizar unos acuerdos que hemos tenido con Colombia desde 1952. Esta cuestión es absolutamente bilateral. No tenemos nada qué esconder. Estamos dispuestos a explicar el acuerdo en el momento correcto. Quiero decir que podremos compartir el texto con cualquier gobierno en el mundo que quiera verlo”.
Agregó que “la mejor manera de explicarlo es citando lo que dijo Obama, al señalar que este es un acuerdo para asegurar la mejor colaboración posible entre Colombia y Estados Unidos”.
Brownfield dijo que la garantía que algunos países sudamericanos están pidiendo, de que no habrá injere ncia por Estados Unidos en el hemisferio a partir de sus operaciones en Colombia, es que Obama ha reiterado su intención de no hacerlo.
“Si alguien quiere decir que no cree en el presidente estadunidense, está en derecho, pero yo creo que es un hombre responsable, honesto, transparente y ha sido muy claro y muy específico en esa área”, dijo el embajador.
“La verdad, esto no es nuevo. Estamos y hemos estado colaborando con el gobierno colombiano en estas cuestiones desde hace por lo menos 10 años (desde el Plan Colombia), y de hecho por décadas antes de eso, y nunca hemos usado esa colaboración para misiones fuera de Colombia”. señaló.
“Si me pregunta si las misiones van a aprovecharse de este acuerdo y en el futuro van a incorporar a las FARC en su zonas de blanco, la respuesta es sí, sin duda alguna”, aseguró Brownfield, quien añadió que Estados Unidos será cuidadoso en cuanto a los países vecinos.
“Le puedo garantizar que cualquier actividad nuestra, bajo este acuerdo bilateral, no va a acercarse a las fronteras sin la autorización específica de todos los gobiernos involucrados”, apuntó, y agregó: “No tenemos el menor deseo de hacer cualquier operación cerca de la frontera de Colombia con cualquier otra región”.
Al mencionársele que el presidente Hugo Chávez ha dicho cosas como “hay vientos de guerra”, “ estamos listos para la guerra”, Brownfield señaló: “Creemos que es mejor no hablar de guerra, es mejor hablar de una visión más positiva, de comercio, de colaboración contra la droga ilícita o contra el terrorismo, de desarrollo económico, de colaboración en cuestiones de seguridad en vez de hablar de una visión negativa”.
Añadió que existen “la Convención de Ginebra, los convenios internacionales de derechos humanos o derechos políticos y civiles, la carta democrática de la Organización de Estados Americanos, y al final es mucho mejor hablar de esos instrumentos que hablar de los vientos de guerra que estarían soplando”.
Aseguró que las FARC “reciben el rechazo de algo así como 99 por ciento de la población de Colombia, porque el pueblo colombiano rechaza este concepto de guerra como el mecanismo para responder resolver las situaciones económicas y sociales. Yo creo que se puede aplicar esa misma lección en el diálogo entre gobierno y países del hemisferio”.
Por lo pronto, el presidente Chávez rechazó la noche del pasado martes las declaraciones de la secretaria de Estado estadunidense, Hillary Clinton, en el sentido de que Estados Unidos no busca tener bases militares en Colombia, sino acceso a las mismas, al reiterar que esas instalaciones son parte de una estrategia de Washington para apoderarse de los recursos naturales de América Latina.
Se trata, d ijo el mandatario venezolano, del comienzo de un plan que prevé para 2025 un amplio despliegue del poderío militar de Estados Unidos, de acuerdo con una estrategia definida en 1992 para tapar lo que (sus ideólogos) consideran brechas en la dominación mundial.
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