La cadena no-oficial.
La tradicional definición de analfabetismo basada en la ignorancia de la lectoescritura fue reemplazada, a lo largo del siglo pasado por la aparición y la rápida difusión de los medios masivos de comunicación. Entonces, se consideró analfabeto (funcional) a quien, aun sabiendo leer y escribir, no pudiera analizar y entender una noticia del diario, la radio, la televisión. Las políticas neoliberales de los ochenta y los noventa apuntalaron la profundización de este analfabetismo funcional.
La consolidación de los avances tecnológicos permitió la expansión de los medios audiovisuales en el siglo pasado. La expansión acompañó un proceso económico-político que consolidó el capitalismo industrial que fue creando superestructuras favorables para su continuidad, un microclima necesario para mantener su hegemonía. Para formar y mantener ese microclima el mecanismo consistió en estructurar el mensaje en sentido único para controlar al receptor, aunque esto implicara cambiar el significado del mensaje para lograr que se instalara en una audiencia determinada. La pretendida invasión que en un programa de radio con formato de noticiero realizara Orson Wells, y que desató el pánico en las calles de New York y New Jersey, ofició de muestra para saber el enorme poder que se podía manejar.
En tanto progresaba el avance neoliberal y los centros de poder concentrado se iban apropiando de diversas áreas en las que se atrincheraron con la firme intención de no abandonarlas nunca más, se amplió el campo abarcado que incluyó desde los territorios, los recursos naturales, los “recursos” humanos, hasta la información. Podemos preguntarnos qué causas llevan a que esos grupos de poder luchen por conservar tales posesiones. La respuesta nos remite a una cuestión de carácter eminentemente económico, de una parte, y a la necesidad de mantener un orden que les permita seguir ejerciendo la dominación.
Para concretar este último propósito el uso de la información, considerada un bien económico, sirvió a su vez como uno de los recursos para profundizar la pauperización del análisis, la facilitación de la tarea que, dada la enorme cantidad de información que diariamente se produce, implicaba un esfuerzo de recepción e interpretación. Los medios, y de ellos la televisión, facilitaron la tarea emitiendo la información ya “procesada”, es decir, pasada por su propio tamiz.
Conviene recordar que el ser humano tiene un tiempo determinado de atención y le resulta imposible atender a la totalidad de la información que día a día se multiplica. En definitiva, esta situación lleva a consumir información como comidas enlatadas, de modo que no signifiquen un esfuerzo, pero que algunas veces –como la comida enlatada- pueden ocasionarle una “indigestión” porque en eso de ahorrarle esfuerzo una noticia pasada por el tamiz editorial pueden ofrecer un título y un copete para que el (desprevenido) lector ahorre tiempo-esfuerzo. El riesgo se produce cuando el título y el copete no reflejan adecuadamente el contenido de la información total, la persona cree que se ha informado pero, en realidad, se ha violado su derecho a la información fidedigna. Se incluye, aparte, una noticia periodística de un medio. Se trata de la entrevista a Ricardo Forster, convendría hacer el ejercicio de contrastar los detalles que se señalan para constatar que la carga ideológica del entrevistador/editor descontextualiza el título y ataca peyorativamente en el copete ( http://www.taringa.net/posts/info/2228305/Entrevista-a-Ricardo-Forster-en-perfil.html). De hecho ese medio especula con que el lector apresurado sólo leerá el “resumen” de la noticia, se quedará con una idea diferente de lo que la nota es y continuará perdiendo la capacidad de cuestionamiento, de resolución, inmerso en la cultura del “fast” consumirá información-chatarra.
Esta información-chatarra es un mecanismo diseñado para evitar la multiplicidad de interpretaciones pues se impone sólo una, que se multiplica por la cantidad de medios que integran un mismo grupo informativo. En Argentina 4 grupos económicos concentran el 83% de los medios , por lo tanto la emisión de una determinada noticia que va en un único sentido nos llevaría a concluir que por esta concentración de medios se transmite “en cadena no oficial”. La construcción de una información en sentido único requiere que personal al servicio de estos medios concentrados esculpa la realidad en un sentido, construyendo la realidad de acuerdo a las necesidades del grupo, de lo que resulta así que la realidad se manipula. Ya lo había señalado Don Arturo Jauretche hace tres décadas: “…el recurso de dar la información de los hechos, no como ocurren sino como debieran ocurrir según la doctrina profesada por el periódico.”
Este es un mecanismo de dominación que construye una dictadura perfecta imponiendo su pensamiento único, el de un grupo de medios el cual refleja el pensamiento de un grupo social y económico. El ejemplo de la concentración de medios en Argentina es ejemplo claro de una dictadura “libre-democrática” que no necesita muros, que hace esclavos a los que hace amar su situación de esclavitud al punto lograr que repitan lóricamente, como el loro del cuento de Mario Benedetti incluido al final de esta nota lo que el pensamiento instalado les emplaza como credo diario. Como en el mundo feliz pergeñado por Huxley , los que quedan esclavizados ignoran que lo son y son felices en esa condición.
Como en una nueva conquista del mundo los medios se plantearon la posesión de amplios grupos sociales en nombre y representación de grupos de poder. La información no es sólo un bien económico sino que resulta estratégico para sus fines políticos y sociales.
Hace años Claude Shannon y Warren Weaver delinaron una teoría de la información que explicó el impacto de la información mediante la figura de un tubo al cual desde un extremo se le introduce información la que al salir, desde el otro lado, produce efectos colaterales que denominan “ruidos”. Siguiendo esa imagen, el vuelco de información pasa de los centros donde se elabora la información a la sociedad con impacto deseado (buscado) por el emisor, aunque produce un impacto no deseado.
El vuelco de la información difundido en cadena no oficial, siempre se presenta como basada en conceptos de libertad y pluralidad en democracia. Sin embargo, si ya han leído la entrevista aludida párrafos más arriba habrán comprobado que distan de ser declaraciones sinceras. Los mecanismos con que se da formato a la información responden a intereses de grupo y transmiten una línea editorial (la “doctrina” de la que habla Jauretche).
La concentración de medios instala los temas que se discuten y de modo interactivo controla en gran medida el sentido de la discusión. Los medios concentrados se convierten en portavoces de la opinión pública que, de este modo, recibe y legitima lo que el medio quiere que sea legitimado.
En situaciones comunes el ser humano decodifica símbolos abstractos. Sin embargo no es lo mismo decodificar lo que podríamos llamar la noticia-en-sí que la noticia decodificada previamente, vuelta a armar cargada de una ideología que responde a un grupo de medios que le imprimen su “línea editorial” y que, por lo tanto, manipularon la información adecuándola. ¿Cuál es la defensa que posee el individuo frente a esta situación?. De hecho el refuerzo de una misma noticia que es expuesta por los distintos medios que integran el grupo-cadena, hace que la información mantenga y reproduzca ciertas condiciones necesarias para la continuidad del grupo y de un sistema en el cual estas corporaciones están insertas.
Por otra parte, el esfuerzo que implica la decodificación de símbolos que constituyen un totum, representa un ejercicio conveniente y necesario para cualquier ser humano, porque repercute en la situación del receptor de la información, lo que Umberto Eco denomina el “punto de llegada” de la información . Por qué es importante esta afirmación? Porque la correcta decodificación de los mensajes nos posiciona en un lugar de poder, de control. Eco arriesga, incluso, la propuesta de un sistema de comunicación complementario que permita llegar a cada grupo humano, a cada miembro en particular, para “discutir el mensaje en su punto de llegada, a la luz de los códigos de llegada, confrontándolos con los códigos de partida” .
¿Cómo evitar que se instalen los discursos, que se legitime el mensaje sólo porque viene “de arriba” (se impone) en una confrontación asimétrica que tiene de un lado a quienes son los dueños de la tecnología desde la que se reproduce la información, y del otro lado a las personas que reciben la información?, ¿cómo lograr que se revierta permitiéndose el acceso a ciertos medios que permitirían una vinculación con periodismo alternativo, con una forma distinta de plantear y ofrecer la información?.
En las actuales circunstancias se impone clarificar “el punto de llegada”, es decir, el receptor, el que debe decodificar el mensaje. Para que solucione la brecha entre la realidad y la representación que los medios hacen de ella como si estuviéramos en una Matrix que nos proyecta una escenificada realidad que es la que quiere que veamos. O como si hubiéramos regresado a aquella caverna, ahora virtual, y encadenados de espaldas a la entrada intentáramos escrutar la realidad a partir de reflejos de ella.
En un mundo donde la información es un derecho inalienable y natural, debemos lograr que los receptores dejen de ser los “proletarios de la información” y lleguen a ser PROPIETARIOS DE LA INFORMACIÓN.
El Congreso Nacional debatirá en poco tiempo mas una Ley de Medios Audiovisuales que atenderá a romper un monopolio que atenta contra la libertad de información.
Involucrate.
LQSomos. Mónica Oporto. Marzo de 2009