por: Mónica Oporto
El 17 de octubre de 1945 una movilización espontánea y popular tomó la calle para recuperar a quien les había dado la palabra y la presencia social a los trabajadores: Juan Domingo Perón.
Poco más de medio siglo había pasado cuando la crisis generada por políticas neoliberales estalló provocando los aconecimientos trágicos de diciembre de 2011.
Fue la culminación de un desbarranco que reconoce raíces en los múltiples intentos del capital internacional por hacer pie profundo en las economías periféricas. Intentos, avances, retrocesos en que el capitalismo buscó asegurarse su proceso de acumulación.
Contaron con esbirros estratégicamente ubicados que dieron cumplimiento a los mandatos e intereses del gran capital: Martínez de Hoz, Cavallo, por citar sólo a dos.
La gran inflexión que permitió el pleno auge del capital transnacional en Argentina se produjo a mediado de la década de 197o. Ahí el poder económico pudo ingresar pleno porque contó con la manu militari de la Junta de Comandantes, que se dedicó al disciplinamiento social con desapariciones, tortura, muerte. Esto permitió que, en el terreno económico, José Alfredo Martínez de Hoz abriera la puerta al capital externo y provocara la desnacionalización de la economía, con el consiguiente cierre de fábricas y el aumento del desempleo.
Básicamente hay dos maneras de gobernar: se gobierna para los intereses del país o para los intereses externos. Si se gobierna para estos últimos las consecuencias sociales internas son trágicas en el mediano y largo plazo. Si se gobierna para los intereses del propio país, los inmediatos beneficiados son sus trabajadores, su industria, su futuro.
Entr 1976 y 2001 hizo falta una decisión política para cambiar el rumbo según el cual se gobernó en beneficio de intereses externos. No fue una decisión que tomaran los sucesivos gobiernos desde la recuperación de la democracia en 1983.
Llegado el año 2001 (que nos encontraría unidos o dominados) y nos encontró en una profunda crisis. El gobierno de la Alianza, con Fernando de la Rúa como Presidente, contribuyó con sus medidas a acelerar el desenlace trágico.
La renuncia de Fernando de la Rúa se produjo en un marco de represión al pueblo movilizado en la Plaza de Mayo. Era una nueva muestra de lo mucho que valoraba el poder político al amo poder económico y le seguía siendo funcional. De la Rúa abandonaba la Casa de Gobierno en helicóptero y en la Plaza y alrededores quedaban varias decenas de muertos (se habla de 40 personas) por la acción de fuerzas policiales y de seguridad. No fue -como maliciosamente tituló Clarín ante los asesinatos de Kosteki y Santillán- la crisis la que causó los muertos.
Si octubre de 1945 fue un proceso de búsqueda para volver al poder a Perón, los días de diciembre de 2001 tuvieron la intención opuesta: "que se vayan todos". Diciembre de 2001 representó el momento de comenzar a salir luego de haber tocado fondo, y el mensaje lo daba el pueblo.
El único que supo interpretar aquél mensaje, una vez llegado a la presidencia de la Nación, fue Néstor C. Kirchner.