El peor analfabeto es el analfabeto político.
No oye, no habla, no participa de los acontecimientos político.
No sabe que el costo de la vida, el precio del poroto, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas.
El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política.
No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales.
Estas palabras las escribió Bertolt Brecht durante la primera mitad del siglo pasado.
Al leerlas parecen escritas para esta sociedad en parte medrosa, en parte excluyente, en parte participativa y solidaria, en parte ignorante de tal magnitud que jamás pudo entender un fenómeno nacional y popular como fue el peronismo y permitió que los sectores mas recalcitrantemente antipopulares (desde los medios, desde la cultura, desde la economía) estigmatizaran al movimiento mas popular y criollo de nuestro país.