Los fusilados de Trelew
Las circunstancias
Para comienzos de los setenta, Argentina pasaba por un momento muy difícil. Las grandes diferencias sociales incrementaban las protestas, y la actividad guerrillera, polarizada básicamente en dos grandes movimientos: ERP y Montoneros, y otras organizaciones que habían decidido llevar la lucha armada para terminar con los regimenes que sólo colaborasen con la profundización de la dictadura.
Ambos grupos se ocupaban de búsqueda de armas y dinero para reforzar sus poder frente al gobierno de turno.
Mientras, Perón, desde su exilio en Madrid, no cesaba de alentar la actividad guerrillera, hablando del “socialismo nacional”, argumento falaz, el tan mencionado doble discurso. Mientras con una mano acariciaba un proyecto, negociaba con la otra con otras fuerzas políticas un proyecto opuesto…
Por su parte, los políticos “tradicionales”, mientras tanto, convocaron a un acuerdo entre las “principales fuerzas políticas”, que concluyó como “La Hora del Pueblo”, declaración que buscaba una lucha por una salida electoral. Gobernaba entonces el gral. Marcelo Levingston quien, atento a la problemática económica interna, dio un volantazo al liberalismo imperante y colocó frente al Ministerio de Economía a Aldo Ferrer, mientras que se impulsaba la ley del “compre nacional” con la cual se intentaba mejorar la situación de las industrias nacionales en el mercado interno.
Duros tiempos aquellos que se constituían como los negros nubarrones que anunciarían lo que en pocos años sería la mas cruenta dictadura militar que sufrió Argentina.
A comienzos de 1971 el gobernador de Córdoba, Camilo Uriburu, declaró que aspiraba a terminar con la oposición estudiantil y gremial que había llevado adelante el Cordobaza (1969), y la comparó con una víbora venenosa. Uriburu pedía a Dios que le deparara “el honor histórico de cortar de un solo tajo la cabeza de esa víbora”. A los pocos días se sacudió el país con un segundo Cordobazo, llamado, a propósito, el “viborazo”. Se desmoronó la gestión Levingston. El odio que emergía poco a poco…
Asumió la presidencia (de facto) el gral. Alejandro Agustín Lanusse. La violencia social crecía, y la continuidad del gobierno militar se hacía difícil. Era imperioso dar una salida electoral, sacarse la “papa caliente” de las manos y que otros trataran de timonear el vendaval. La declaración de la “hora del Pueblo” aun no lograba terminar con la proscripción del peronismo para una digna transición a la democracia. Lanusse propuso el Gran Acuerdo Nacional (GAN) y anunció la convocatoria a elecciones para marzo de 1973. Luego comenzó negociaciones con Perón de quien suponía que “no le daría el cuero” para volver. Negociaron hasta la devolución del cadáver de “esa mujer” (1). La transición a un gobierno civil –lo que implicaba el regreso de Perón, aunque para ello debía ser derogado el famoso “decreto 4161” que prohibía su regreso, su nombre, la marcha peronista, etc. es decir, debía desaparecer la proscripción-.
“Horas se podría estar contando esta historia
y otras parejamente tristes
sin calentar un solo gramo del país
sin calentarle ningún pie
¿Acaso no está corriendo la sangre
de los 16 fusilados de Trelew?
por las calles de Trelew y demás calles del país
¿No está corriendo la sangre?
¿Hay algún sitio del país donde esa sangre
no está corriendo ahora? “( Juan Gelman)
Tal vez, presagiando la oscura noche de terror que se desataría aquel 24 de marzo de 1976, los hechos de Trelew fueron su prólogo mas directo.
Ya el ciclo militar inaugurado por la “revolución” Argentina estaba llegando a su fin. Gobernaba por entonces el gral. Alejandro Agustín Lanusse. Mientras, en el sur, en Trelew, ciudad de Chubut, en la base Almirante Zar, prestaba servicio un tal Capitán de Corbeta Luis Emilio Sosa que había sido adiestrado en Fort Gulick (Panamá).
Fort Gulick
Nació en el marco de la Guerra Fría, y dependería la aplicación de la conocida como Doctrina de Seguridad Nacional , en Fort Amador , Panamá. Primero fue el Latin American Training Center - Ground Division ("Centro de entrenamiento latinoamericano - División de tierra") y tenía como misión convertirse en el instrumento sirviera para cimentar la influencia de los EEUU en el terreno político de los países de América Latina a fin de contrarrestar la acción y la propaganda de las organizaciones populares de ideología marxista o movimientos sociales de izquierda . Muchos gobernantes y militares latinoamericanos (muchos militares que luego serían gobernantes…) pasaron por Fort Gulick.
Escuela de las Américas en Panamá.
Fue en 1950 en que recibió el nombre de United States Army Caribbean School ("Escuela del Caribe del Ejército de los Estados Unidos"), entonces fue trasladada a Fort Gulick y se adoptó el español como idioma oficial de la academia. En julio de 1963 el centro se reorganizó bajo el nombre oficial United States Army School of the Americas (USARSoA), o más conocida como Escuela de las Américas .
Desde su sede la SoA adiestró en la Doctrina de la Seguridad Nacional a multitud de integrantes de diversos gobiernos americanos, algunos de ellos violentos regímenes totalitarios. Entre cursos o entrenamientos incluían técnicas de contrainsurgencia, operaciones de comando, tiro franco, guerra psicológica , inteligencia militar y tácticas de interrogatorio (tortura incluida). Manuales militares de instrucción de esta iniciativa, entonces confidenciales, se desclasificaron o publicaron en 1996 por el Pentágono , ahí cobró vida pública la violación sistemática y permitida de fundamentales derechos humanos, el uso de la tortura , o la ejecución sumaria , aplicados contra detenidos provenientes de organizaciones vinculadas a la lucha en el campo popular. Por eso también se la conoce con el nombre de “Escuela de Asesinos” pues, entre los graduados se encuentran pues, entre los graduados se encuentran: General Manuel Noriega, General Hugo Banzer, Roberto D'Aubuisson , General Héctor Gramajo , General Roberto Eduardo Viola ; Leopoldo Fortunato Galtieri , General Guillermo Rodríguez , Vladimiro Montesinos , y sigue la lista…. En la que encontramos a un capitán de corbeta de nombre Luis Emilio Sosa y en Fort Gulick lo adiestraron para ser un idóneo en la "lucha antiguerrillera".
Aprendió bien.
Los detenidos
Agosto de 1972, base naval Almirante Zar, Trelew, provincia de Chubut. Seis días antes de al tragedia los presos políticos pertenecientes a algunas de las distintas organizaciones guerrilleras -FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias), Montoneros, ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo)-. Tenían planeada su evasión, según la cual iban a abordar un avión civil con el cual volarían a Chile donde el gobierno de Salvador Allende les daría asilo.
Por fallas en el cumplimiento del plan la fuga no se pudo concretar con éxito, por lo que sólo 19 pudieron llegar a Chile, y el resto se rindió ante un juez, frente a autoridades militares y la prensa, exigiendo la garantía de seguridad. El capitán de corbeta Luis Emilio Sosa comprometió su palabra en este sentido, escena que fue presenciada y corroborada por el coronel retirado Luis César Perlinger, cuyo testimonio le valió ser sancionado con un arresto.
Una vez terminado el espectáculo para el público, violando sus promesas, los marinos sometieron a los prisioneros a un régimen de terror. En la noche del lunes 21 se les impartió una orden insólita: salir de sus celdas con la vista fija en el piso y detenerse ante la puerta en dos hileras de a uno en fondo. Fue entonces cuando los uniformados comenzaron a disparar sus ametralladoras. Recién al amanecer comenzó a pergeñarse la versión oficial que sería dada a conocer. Según esta versión Mariano Pujadas habría intentado arrebatarle la pistola a Sosa, con lo cual se justificaba la brutalidad de la masacre. Del total, sólo tres: María Antonia Berger, Albeit Camps y Ricardo Haidar, aunque malheridos, salvaron sus vidas por un descuido de sus verdugos. La excusa mas fuerte fue de otra pretendida fuga, argumento que cae por tierra si se considera que tanto Pujadas como el resto del grupo, incluida la mujer de Santucho, grávida de ocho meses, sabían perfectamente que no tenía sentido alguno pretender huir, contra los dos mil hombres de la guarnición, contra los tanques, los carriers, las tanquetas… y menos todavía en la inhóspita zona a la que debían ingresar. Por lo tanto, era impensable, y por lo mismo ese 22 de agosto la masacre fue planificada detalladamente: no debía haber soldados conscriptos, sólo oficiales y suboficiales de los más fieles, nada de testigos que pudieran “aflojar” con posterioridad.
Los mantuvieron incomunicados mientras imperaba una férrea censura de prensa. Con respecto a los muertos, la sede del Partido Justicialista donde eran velados fue asaltada por comisario Alberto Villar -luego jefe de policía de Perón y uno de los mentores de la Triple A- con tanquetas.
Pero además, la sede de la Asociación Gremial de Abogados fue dinamitada, se exterminó a las familias de Clarisa Lea Place, Roberto Santucho y Mariano Pujadas, la mayor parte de los hermanos y hermanas de los fusilados están hoy desaparecidos y el letrado Mario Amaya, que escoltó con su auto al micro de la armada que había trasladado a los detenidos hasta la base naval, fue asesinado durante la última dictadura. La masacre de Trelew dejaría abierta la puerta para continuar con el exterminio planificado de miles de personas unos años mas tarde, y tal vez, recordando aquellos trágicos tiempos de una Patagonia ensangrentada por la lucha de pioneros sociales.
Los fusilados
Carlos Alberto Astudillo (FAR). Nació en Santiago del Estero en el 17 de agosto de 1944 (28 años), estudiante de medicina en la Universidad de Córdoba. Había sido detenido el 29 de diciembre de 1970 y brutalmente torturado.
Rubén Pedro Bonet (PRT-ERP). Nació en Buenos Aires el 1 de febrero de 1942 (30 años), casado y padre de dos chicos, Hernán y Mariana, de 4 y 5 años. Perteneciente a una familia muy modesta abandonó sus estudios para ingresar como obrero en Sudamtex y Nestlé. Había sido detenido en febrero de 1971.
Eduardo Adolfo Capello (PRT-ERP). Nació en Buenos Aires el 3 de mayo de 1948 (24 años), estudiante de ciencias económicas y empleado. Había sido detenido en febrero de 1971.
Mario Emilio Delfino (PRT-ERP). Nació en Rosario el 17 de septiembre de 1942 (29 años), casado. Estudió ingeniería en la Universidad de Santa Fe. Inició su militancia en Palabra Obrera, que confluiría en el PRT. Abandonó sus estudios universitarios para ingresar como obrero en el frigorífico Swift de Rosario, donde trabajó 5 años. Había sido detenido el 14 de abril de 1970.
Alberto Carlos del Rey (PRT-ERP). Nació en Rosario el 22 de febrero de 1949 (23 años), estudió ingeniería química en la Universidad de Rosario. Participó del congreso fundacional del ERP. Había sido detenido el 27 de abril de 1971.
Alfredo Elías Kohon (FAR): Nació en Entre Ríos el 22 de marzo de 1945 (27 años), estudiaba ingeniería en la Universidad de Córdoba y trabajaba en una fábrica metalúrgica. Formó parte de los comandos Santiago Pampillón y fue fundador de las FAR local. Había sido detenido el 29 de diciembre de 1970.
Clarisa Rosa Lea Place (PRT-ERP). Nació en Tucumán el 23 de diciembre de 1948 (23 años), estudió derecho en la Universidad de Tucumán, donde se integró al PRT. Participó del congreso fundacional del ERP. Había sido detenida en diciembre de 1970 durante un control de rutina.
Susana Graciela Lesgart de Yofre (MONTONEROS). Nació en Córdoba el 13 de octubre de 1949 (22 años), maestra. Se radicó en Tucumán donde enseñaba y compartía la vida con los trabajadores cañeros. Fue una de las fundadoras de Montoneros en Córdoba. Había sido detenida en diciembre de 1971.
José Ricardo Mena (PRT-ERP). Nació el 28 de marzo de 1951 en Tucumán (21 años), obrero azucarero. Integró los primeros grupos del PRT en Tucumán. Había sido detenido tras la expropiación a un banco, en noviembre de 1970.
Miguel Ángel Polti (PRT-ERP). Nació en Córdoba el 11 de julio de 1951 (21 años), estudió ingeniería química en la Universidad de Córdoba, era hermano de José Polti, muerto en abril de 1971. Había sido detenido en Córdoba, en julio de 1971.
Mariano Pujadas (MONTONEROS). Nació en Barcelona el 14 de junio de 1948 (24 años), fue fundador y dirigente de Montoneros en Córdoba. Participó en la toma de La Calera. Estaba a punto de terminar la carrera de ingeniero agrónomo cuando fue detenido en una redada, en junio de 1971.
María Angélica Sabelli (FAR). Nació en Buenos Aires el 12 de enero de 1949 (23 años), conoció a Carlos Olmedo cuando estudiaba en el Colegio Nacional Buenos Aires. Cursaba matemática en la facultad de ciencias exactas, trabajaba como empleada y como profesora de matemática y latín. Había sido detenida en febrero de 1972 y salvajemente torturada.
Ana María Villareal de Santucho (PRT-ERP). Nació en 9 de octubre de 1935 (36 años), era compañera de Mario Roberto Santucho y madre de tres chicos. Licenciada en artes plásticas por la Universidad de Tucumán. Junto a Santucho empezó a militar en el FRIP (Frente Revolucionario Indoamericano y Popular) que luego confluyó en el PRT. Había sido detenida en un control de rutina en un colectivo.
Humberto Segundo Suarez (PRT-ERP). Nació en Tucumán el 1 de abril de 1947 (25 años), de origen rural, fue cañero, obrero de la construcción y oficial panadero. Había sido detenido en marzo de 1971.
Humberto Adrián Toschi (PRT-ERP). Nació en 1 de abril de 1947 en Córdoba (25 años), trabajaba en una empresa familiar hasta que eligió ser obrero. Había sido detenido, junto con Santucho y Gorriarán Merlo, en una redada el 30 de agosto de 1971.
Jorge Alejandro Ulla (PRT-ERP). Nació en Santa Fe el 23 de diciembre de 1944 (27 años), maestro; abandonó sus estudios para trabajar como obrero en una fábrica metalúrgica. Participó del congreso fundacional del ERP y en la primera operación armada. Había sido detenido junto con Humberto Toschi en Córdoba, en agosto de 1971.
Los sobrevivientes
Maria Antonia Berger (MONTONEROS). Licenciada en sociología, había sido detenida el 3 de noviembre de 1971. Herida por una ráfaga de metralla logró introducirse en su celda, donde recibió un tiro de pistola; fue la última en ser trasladada a la enfermería. En la fecha de la masacre tenía 30 años. Fue secuestrada a mediados de 1979.
Alberto Miguel Camps (FAR). Estudiante, había sido detenido el 29 de diciembre de 1970. Eludió la metralla arrojándose dentro de su propia celda, donde fue baleado. En la fecha de la masacre tenía 24 años. Su cuerpo, enterrado como NN en el cementerio de Lomas de Zamora, fue identificado en el año 2000.
Ricardo René Haidar (MONTONEROS). Ingeniero químico, había sido detenido el 22 de febrero de 1972. Evadió las ráfagas de ametralladoras introduciéndose en su celda, donde fue herido. En la fecha de la masacre tenía 28 años. Fue secuestrado el 18 de diciembre de 1982.
Los tres últimos salvaron sus vidas porque los creyeron muertos.. repetían la historia de los fusilados en los basurales de José León Suárez. Y, como Troxler, sobreviviente de José León Suárez, a la fecha los tres están desaparecidos y forman parte de la lista de desaparecidos.
¿Y qué fue de Sosa?
Los hechos pusieron final a la gestión de Lanusse. A Sosa, no se lo volvió a ver por los alrededores de Trelew. Ni por ningunos otros alrededores. La Marina lo protegió de hecho, ya que era un duro, entrenado para tareas como esas.
Por eso, el Poder Ejecutivo emitió un decreto por el cual: “Nómbrase para prestar servicios en la Agregaduría Naval a la Embajada de la República Argentina en los Estados Unidos de América y Canadá en "misión transitoria" y por el término de trescientos sesenta y seis (366) días, al señor capitán de corbeta de Infantería de Marina don Luis Emilio Sosa, a fin de que realice el curso de infantería para Infantería de Marina.”
Los defensores
Eduardo Luis Duhalde era en aquella época abogado de varios de los fugados y detenidos en Chubut. Junto a Rodolfo Ortega Peña, Carlos González Garland y Rodolfo Mattarolo fueron los primeros abogados en llegar a Trelew. Se sumaron a su periplo Hipólito Solari Yrigoyen y Mario Abel Amaya, pero ningún recurso legal era considerado. Duhalde recordó que uno de los jefes de la ESMA, Jorge "El Tigre" Acosta, invitó a Sosa a ese centro clandestino y lo paseó ante los prisioneros como reconocimiento a su "trabajo" precursor en la aplicación del terrorismo de Estado.
Las secuelas de la masacre de Trelew siguieron generando más muertes. Fueron asesinados el almirante Hermes Quijano, quien desde el gabinete de Lanusse puso la cara para justificar los fusilamientos en un supuesto intento de fuga, y el juez federal del "Camarón" Jorge Quiroga, que se trasladó a Trelew para conjurar todo intento de justicia. Los represores se ensañaron con las familias de las víctimas: asesinaron a los padres, dos hermanos y una cuñada de Pujadas; a la familia de Vaca Narvaja la diezmaron; hicieron desaparecer al hermano de Capello y su esposa.
El hostigamiento alcanzó también a los posibles testigos del horror. Recien muchos años mas tarde, Miguel Marilco, empleado de la funeraria de Trelew que había tenido que poner los cuerpos en los cajones, se atrevió a dar su testimonio. "No hablés porque vamos a reventar a tu hijo", le habían dicho y durante treinta y tres años el temor clausuró su testimonio y su memoria.
En los días sucesivos a la masacre de aquél 22 de agosto, hubo manifestaciones en las principales ciudades de la Argentina y más de 60 bombas fueron colocadas en protesta por la matanza. Peronistas, radicales, intransigentes, socialistas, comunistas, trotskistas y democristianos, condenaron al gobierno. Perón –sin perder la oportunidad- calificó a las muertes de "asesinatos". La opinión pública descreyó de la versión oficial. El 25 de agosto la CGT declaró un paro activo de 14 horas. Se prohibieron los velatorios públicos de los guerrilleros ejecutados.
LQS. Fuenteovejuna. Enero de 2007
http://www.loquesomos.org/lacalle/memoria/LosfusiladosenTrelew.htm
(1) Precisamente “Esa mujer” llevó por título un cuento de Rodolfo Walsh que sintetizó la investigación sobre los caminos recorridos por el cadáver de Eva Duarte desde que fuera secuestrado por los militares del local de la CGT por un comando de la Marina en noviembre de 1955.