El domingo pasado, cuando comenzaron a aparecer los resultados que finalmente se confirmaron, me quedé (como tantos) y me quedé esperando mas y mas datos, sin sueño para dormir y con un sueño algo maltrecho. Hasta que no habló Néstor no me pude ir a dormir, aunque no dormí por largo rato.
Lunes. Vinieron desde algún lugar del recuerdo las palabras de un amigo (quien por esas vueltas de la vida en estas elecciones estuvo del lado de Pino). Él estuvo muchos años en la actividad gremial y siempre decía, después de perder una asamblea que, en ese minuto final ya estaba pensando en la próxima.
El lunes me desperté pensando "en la próxima asamblea". Y le metí para adelante como siempre, para mí ese lunes era volver a empezar.
Y me encontré con algunos compañeros desanimados, algunos "deprimidos"; otros sin ganas de nada: "por lo menos por esta semana". A algunos les pedí, a otros les exigí, a otros les sugerí que levantaran sus brazos y le metieran de nuevo, porque hay mucho por hacer.
Porque hay que pensar "en la próxima asamblea".
Para que, de las experiencias negativas pudiéramos rescatar algo, aprendamos algo, y encontremos algo que SIRVA.
Y, efectivamente, esta experiencia sirvió para saber, para reconocer, para entender:
- que somos, que estamos;
- quiénes somos, porque quedamos libres de la cáscara que, como la de una cebolla, ahora cayó, la cáscara podrida dejó a la cebolla limpia y sana de su infecta presencia;
- que podemos reconstruir porque hay una convicción, una memoria, una fuerza que nos une
Entonces nos pusimos a hacer, a unir, a reunir... y de esa convicción sale la fuerza la que nos hace decir