jueves, 8 de septiembre de 2011
Del modelo neoliberal a la inclusión socioeducativa de la Asignación Universal por Hijo.
Brevemente trataremos de hablar de la transformación sufrida por la educación desde la década de 1990 hasta hoy. No podemos dejar de recordar que, a partir del golpe de Estado de 1976 se pusieron las bases que permitirían introducir las reformas necesarias para que se concretara el desmantelamiento socio-económico-cultural de nuestro país pero fue con el gobierno de Menem que se abrieron las puertas y se puso alfombra roja a las medidas de achicamiento.
¿Cuáles fueron esas reformas? El fuerte impacto provino de una imposición externa. El BIRF-BM, al reformular su política mundial impuso un nuevo “modelo de crecimiento” para los países periféricos donde el Estado debía quedar supeditado al mercado. El broche de oro estuvo en la adhesión al Consenso de Washington (1992) que Argentina firmó en la mano del presidente Menem, y significó la sentencia de muerte para, entre otras cosas, la educación pública.
Se impuso un modelo que partía de la economía hacia política. Este modelo afectó a la sociedad en general y a diversas áreas sensibles para el futuro del desarrollo de un país como: salud, educación, vivienda, trabajo, que son sin dudas aspectos nodales. Como consecuencia, y en referencia al tema educativo, las medidas económicas implementadas entre los 80 y los 90 afectaron el aula desde varios puntos de análisis:
a) Por una parte afectaron en el plano laboral a los padres: se produjo un deterioro social profundo en sus ingresos que bajaron o directamente desaparecieron, porque el proceso de desnacionalización de la economía provocó el cierre de fuentes de trabajo y el desempleo consecuente. Teníamos escuelas públicas que funcionaban como centros de contención-alimentación, lo que constituyó un mero asistencialismo. Los objetivos se perdían de vista en un plato de comida.
b) Por otra parte, afectó a la política educativa. Desde el gobierno menemista se pregonaba su “exitosa gestión” que lo era sólo para los sectores de mayor poder. Se limitó la posibilidad de educarse para millones de argentinos. Las políticas educativas fueron funcionales al modelo que promovía y profundizaba una educación para pocos.
c) la reforma, o el cambio-desaparición-modificación de materias y de los contenidos fue también otro aspecto que se controló. Se evitaban aquellas materias que podían llegar a contener aspectos controversiales para los sectores de poder, pues las ideas de cada época las imponen los sectores que dominan
d) también, y en correlación con el punto a, se afectó el plano laboral docente en forma directa (salarios) e indirecta (inversión educativa que se redujo considerablemente. En sintonía con este ajuste o desinversión educativa, comenzamos a escuchar que las autoridades la consideraban un “gasto”.
e) en consonancia con el “proyecto económico” (impuesto –reiteramos- desde afuera para beneficiar la acumulación de beneficios hacia el exterior) se produjo la casi desaparición de las escuelas técnicas. En un país desmantelado en su capacidad productiva nacional ya no sería necesario preparar alumnos capacitados en técnicas referidas al trabajo en fábricas, sencillamente porque se había producido el cierre de tantas fábricas y la desnacionalización de la producción. El imaginario social había sido alimentado con argumentos preparados por los intelectuales orgánicos del establishment: “para qué vamos a fabricarlo nosotros si lo podemos comprar afuera, mejor y más barato?”. La apertura de las importaciones (de Martínez de Hoz) dio inicio a esa tarea, Menem la continuó.
Tal como se expresó anteriormente, la educación no quedó ajena al contexto neoliberal. Estas “políticas educativas” fueron una muestra clara y contundente del nivel de lacayismo cipayo con los intereses externos, y su constante fue la limitación a la posibilidad de acceder a educación para los niños argentinos. Podemos decir que se impuso un paradigma educativo de exclusión de amplios sectores de la sociedad, que afectó fundamentalmente a asalariados y a los nuevos desocupados. En tanto que la escuela no incluía mediante la educación, era meramente un centro asistencial.
Se dio un fenómeno complejo donde el contexto social de desempleo-subempleo provocó la deserción, en muchos casos condicionado por la escasa o nula posibilidad de conseguir trabajo por parte de los padres que pasaron a tareas informales. En el ámbito del aula se registraba un nulo o escaso rendimiento relacionado con la falta o incorrecta alimentación de los niños que trae aparejado, como es sabido, problemas en la atención y el aprendizaje. Es que el avance de la pobreza y la exclusión, como consecuencia de políticas que priorizaron “honrar la deuda y al capital externo”, exigió ajustes y recortes –reiteramos- en áreas nodales: salud, trabajo, educación, y provocó un daño profundo en el tejido social. Serían necesarios muchos años y una decisión política aún mas profunda y valerosa para poderlo remontar.
Los trabajadores de la educación advirtieron a la sociedad sobre estas consecuencias negativas, fueron escuchados y ninguneados parte de las autoridades. Los reclamos y llamadas de atención se canalizaron por la vía de huelgas que no sólo estaban encaminadas a conseguir mejoras salariales, sino a esclarecer a la sociedad y a pedir un mejoramiento en el financiamiento educativo. Fue así que se llegó a armar la recordada “Carpa blanca” (1997) –que permaneció más de mil días- y fue el durísimo testimonio de la profunda destrucción que se estaban llevando a cabo contra la educación argentina.
En ese contexto es necesario, aunque sea brevemente, recordar otro elemento a considerar que se podría ubicar en el nivel superestructural, y es la Ley Federal de Educación. Pensado desde ese nivel se le da forma para que sea una herramienta para reproducir en el plano educativo la política neoliberal que se implantaba estructuralmente en la economía.
La reforma de la ley educativa tuvo como finalidad reducir lo que ya se nombraba como “gasto”. La forma de implementar esa reducción, acorde con el ajuste que exigían los organismos externos de crédito, se dieron por varias vías. Por una parte, la implementación de la descentralización educativa que señalaba esta ley y que estaba en sintonía con la política menemista de la reducción del “gasto” estatal, así se pasaron escuelas de la jurisdicción del Ministerio de Educación de la Nación a la jurisdicción de cada provincia o, mejor dicho, el Estado Nacional se “sacaba de encima” escuelas que pasaba a jurisdicciones respectivas. Las provincias, a su vez, las pasaban a los municipios, y la municipalización –denunciada también por los trabajadores docentes- tuvo, en muchos casos, visos de ser la vía directa a la privatización que, si no se dio, fue por la denuncia y la acción de los docentes.
No era casual. Se buscaba reducir “el gasto educativo” para poder derivar fondos al pago de la frondosa deuda externa. Y la ley era la herramienta que les permitiría un ajuste a la educación porque:
a) disminuía la responsabilidad del Estado en su tarea de financiamiento y como proveedor de educación pública;
b) achicaba el sistema de educación pública al mínimo porque transfería establecimientos a las jurisdicciones, de la Nación a las provincias y desde éstas a los municipios, con el objetivo del achicamiento o desaparición o privatización con la aparición de “sponsors” bajo cuya égida se prepararía mano de obra calificada para lo que el sponsor necesitara: básicamente mano de obra barata.
c) en contraposición, la educación privada con altos aranceles, contrastaba con esta escuela pública anémica por voluntad del Estado. También se producía la reducción –casi extinción- de la educación de adultos y las escuelas técnicas (claro, junto con la desnacionalización de la economía y el cierre de fábricas, no tenía sentido preparar a los jóvenes para fábricas que ya habían cerrado). Los sucesos de agosto de 2011 en Chile muestran a las claras el destino que se estaba forjando y que cuajó en el vecino país.
d) desaparecían materias que atendían –al estilo griego- a aspectos estéticos o a la interiorización de temas necesarios para la vida ciudadana, como instrucción cívica, música, plástica, etc
e) imperdonable fue la desatención que se produjo hacia la educación especial y la extinción de la educación técnica.
CUANDO HAY VOLUNTAD POLÍTICA.
Contrasta con la realidad de los años de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández. Destinar un porcentaje –hoy 6,5%- a educación sobre un PBI que, año a año, va en crecimiento fue una señal clara del cambio de los tiempos y de la voluntad y la visión de la educación como motor de cambios. La atención a la educación, que no medimos sólo en cantidad de escuelas -pero de hecho que se hayan construido más de mil escuelas contrasta poderosamente con la situación de las décadas previas- sin contar que la matriculación haya subido en porcentajes destacables en tanto que la escolaridad se hizo obligatoria. Además: que vastos sectores de la población, antes marginados de la acción pedagógica, hayan sido incorporados como destinatarios legítimos del legado cultural nacional, es sencillamente revolucionario.
Tomamos algunas noticias al azar:
Por ejemplo, una escuela en la villa 21 triplicó su matrícula en menos de un año. Es la primera escuela secundaria del barrio donde funcionan las sumas y las multiplicaciones: se suman alumnos, se multiplica el efecto de la asignación universal por hijo. Es una secundaria a la que concurren muchos pibes con problemas adicciones y otros con causas judiciales, los que ahora inauguran la inclusión después de un arrastre de décadas.
Un grupo de maestras en Saladillo señaló que un 40% de chicos que no concurrían al colegio se han reinsertado en las aulas. A partir del decreto de la Asignación Universal por Hijo se puso en marcha un equipo de inclusión que se ocupa de lograr la vuelta de los chicos a la escuela, pero además ayudan a que estén documentados y que consigan el transporte escolar. Gracias a la Asignación Universal por Hijo en la provincia de Buenos Aires aumentó la matriculación en el nivel inicial en un 25%.
Un relevamiento que estuvo a cargo de la Universidad de Buenos Aires y de la Fundación Metropolitana, muestra que, a partir de la Asignación Universal por Hijo se incrementó el consumo en los almacenes de barrio, fundamentalmente en lo referido a bienes de primera necesidad tales como: fideos, leche, aceite, carne y frutas. A su vez, la Cámara de Autoservicios y Supermercados propiedad de residentes chinos de la Ciudad de Buenos Aires y de la provincia de Buenos Aires, afirma que el consumo en góndolas registró una suba promedio del 5% en las siguientes zonas: Constitución, Villa Lugano, La Boca, Barracas, Balvanera, Flores, Boedo, Villa del Parque, Villa Devoto, Versalles, a la semana de haberse hecho efectivo el beneficio a las familias, entre diciembre y marzo de 2010. Afirmaciones similares realizó el titular de Carrefour Argentina. En el informe de Amnistía Internacional producido en Londres se destacó la relevancia de la implementación de la asignación mensual, una medida innovadora e inclusiva que demuestra una mejor distribución de la riqueza y las consecuencias positivas que produjo.
La AUH produjo un efecto inmediato en la matriculación escolar del alrededor del 25%, con el resultado tramitar el DNI y la consecuente información para el Estado de datos de población, pero por otra parte, hizo que sectores de la población accedieran al control médico y la vacunación.
Como si se hubiera hecho la luz sobre miles de invisibles, esos que se cayeron del sistema como consecuencia de la aplicación de un modelo que generó pobreza, desocupación, exclusión desde la aplicación de la política neoliberal en los 90. O como en un cuadro de un pintor barroco, donde se comenzaron a contraponer socialmente algunas zonas de intensa luz con otras zonas de oscuridad que empezaron a visualizarse.
No obstante, algunas voces emitieron pronósticos errados –como de costumbre- diciendo que la reinserción escolar y alimentaria no era tal y que “la AUH se iba por la canaleta de la droga y el juego”. Otra vez el claroscuro, pero ahora con la intención de que con una pincelada oscura se deslegitimara una medida social revolucionaria. El paso decidido a favor de la inclusión, la decisión política de distribuir la riqueza, fueron pintados con afán negativo. Sin embargo, y en contraste con el “ninguneo” o la deformación a la que recurren los medios opositores, desde Europa visualizan el hecho incontrastable que ha generado inclusión social y educativa y lo reflejan en una noticia que de la dimensión revolucionaria que produjo esta medida (http://www.eltribuno.info/salta/70063-The-Guardian-destaco-la-Asignacion-Universal-por-Hijo-.note.aspx). Finalmente, la constante actualización de este beneficio que permite que más de 3 millones de niños se vean favorecidos por la inclusión.
Pero el tema se percibe claramente: desde el Reino de las Sombras donde impera la incapacidad y no se logran medidas trascendentes, se argumenta desde la pequeña estatura de los que pintan oscuridad con su lengua. Esos, justamente, son los mismos cuya única propuesta es volver a los duros años 90, al ajuste, al endeudamiento, al achicamiento de una país que se puso de pie gracias a Néstor Kirchner y a Cristina Fernández.