la nota original publicada el 24 de octubre de 1993 |
por Mónica Oporto
El exilio ha sido sinónimo de alejamiento de la patria
y de la consiguiente pérdida de los lazos con la propia tierra.
Hay exilios hacia tierras lejanas o exilios allende
las fronteras, una opción para quedarse cerca y poder volver lo antes posible a la
tierra de uno. El exilio puede estar motivado por una persecución, un riesgo, un peligro inminente
de perder la libertad… o la vida.
Nos referimos a exiliar de manera individual o grupal a personas que se ven obligadas a trasladarse desde un lugar en el que están radicadas, y que se ve obligadas a abandonar para radicarse en otra parte. Estos hechos conllevan una pérdida, una crisis, un dolor, un “trasplante” y una condición: prohibido regresar (por lo menos hasta que cesen las causas por las que se obliga a tomar la vía del exilio).
Nos referimos a exiliar de manera individual o grupal a personas que se ven obligadas a trasladarse desde un lugar en el que están radicadas, y que se ve obligadas a abandonar para radicarse en otra parte. Estos hechos conllevan una pérdida, una crisis, un dolor, un “trasplante” y una condición: prohibido regresar (por lo menos hasta que cesen las causas por las que se obliga a tomar la vía del exilio).
Pero existe también otro tipo de exilio, no vinculado
al cuerpo, a la persona viva, sino un exilio que se da en un plano
cultural, cuando desde los lugares de
poder se oculta o se miente sobre una memoria, sobre la historia… se la está
enviando a un exilio, a un lugar donde queda oculta la verdad, en tanto se echa
a rodar la parte que interesadamente se desea crear: el mito.
Felipe Varela participó de un espacio de disputa y
ruptura. La consecuencia fue que se lo confinara a ambos exilios. Vivió el exilio impuesto por las
circunstancias derivadas de su posición política. Opuesto a Rosas en 1840,
debió marchar a Chile por lo menos hasta 1848; entre 1866 y 1867 se produjeron
sus “salidas” primero hacia Bolivia, luego a Chile, perseguido por las tropas
del gobierno nacional.
El último exilio en el que todavía en parte sigue
siendo víctima, es el del estigma con que
lo mostraron durante mucho tiempo a generaciones de argentinos, creando el mito
de crueldad acerca de su persona. Un tema musical se encargó de reforzar, en el
plano popular, lo que desde la historiografía oficial se replicaba a través de
la enseñanza en las escuelas. Según esa creación, Felipe Varela era un ladrón,
cruel y sanguinario. Se trata de una
versión musical conocida como La Felipe Varela , zamba de José Ríos, que
reza:
"Galopa en el horizonte, / tras muerte y polvaderal; / porque
Felipe Varela / matando llega y se
va."..
Atacado, perseguido
e injustamente ofendida su memoria por los partidarios de la facción liberal que
lo descalificaron con el mote de salvaje y sanguinario, muchos estudiaron una historia sesgada en la que los
gauchos y los caudillos federales representaban la barbarie y el atraso, por lo
tanto no había que ahorrar su sangre –parafraseando a Sarmiento[2]-.
Este engaño, la creación de este mito al que se
confinó o exilió la lucha de Felipe Varela, estaba destinado a deslegitimar la
lucha de un patriota. Al respecto dijo otro patriota latinoamericano: “más que
por la fuerza, nos dominan por el engaño”[3]. En ese engaño se pasó siglo
y medio… aun no ha habido un tema musical que contrarreste, que conteste la
afrenta y la mentira. Sigue pendiente desexiliarlo de ese lugar en que todavía
muchos lo repiten, es parte de una batalla cultural para redimir a grandes
patriotas erigidos en malditos por la historiografía de los “boletineros del
establishment”, los títeres de la colonización pedagógica que sirvieron para
reforzar desde el plano ideológico el imaginario social, actuando como
intelectuales amaestrados y divorciados de la realidad del país, tal como los
describió Jauretche [4].
VARELA Y LA GUERRA CONTRA PARAGUAY
Esta es la historia de una vida dedicada al servicio
de la Patria. Sus
exilios, su lucha, su entrega generosa por sus convicciones que no fueron resignadas
nunca.
El exilio fue la forma de silenciarlo por parte de
quienes impidieron por mucho tiempo que el pensamiento nacional se elaborara
desde la verdad que fue confinada al exilio junto con él.
Varela fue castigado por su repetida lucha contra la política
antinacional de los dirigentes porteños, funcionales a los intereses imperiales,
elites que reverenciaron entre deslumbrados y temerosos del “amo” de la Rubia Albión , de la que fueron
fieles manos ejecutoras de los británicos designios. Los ingleses siempre contaron con la ayuda
incondicional de elites locales.
Así, por ejemplo, un conflicto más británico que
latinoamericano enfrentó a Argentina-Brasil y Uruguay en infame triple alianza
contra Paraguay, y sirvió para abrir el mercado paraguayo al comercio inglés.
No es el primer conflicto “armado” por los británicos para romper las barreras
impuestas por países soberanos. Las guerras del opio, conflicto que mantuvieron China y Gran
Bretaña entre los años 1839 y 1842 es un caso similar.
La guerra la Triple Alianza
gestionara contra Paraguay fue absolutamente impopular en el interior de
Argentina. Una de las voces que se levantaron contra la guerra fratricida fue
la de Felipe Varela que se manifestó contrario a la destrucción de una nación
próspera que llevaba adelante un proyecto autárquico. Dijo Varela: “…He aquí
cuatro palabras que envuelven en un todo la verdad innegable de que la guerra
contra el Paraguiai jamás ha sido guerra nacional, desde que, como se ve no es
una mera reparación lo que se busca en ella, sino que, lejos de eso, los
destinos de esa desgraciada República, están amenazados de ser juguete de las
cavilaciones de Mitre … Las provincias argentinas, empero, no han participado
jamás de estos sentimientos; por el contrario… se llevó la guerra al Paraguai:
miles de ciudadanos fueron llevados atados de cada provincia, al teatro de
aquella escena de sangre; ese número considerable de hombres honrados
perecieron víctimas de las funestas ambiciones del general Mitre…”[5]
Las políticas
antinacionales generan movimientos de reacción. Mitre envió a De la Riestra a gestionar un
préstamo con la banca inglesa con el objetivo de obtener recursos cuyo destino sería disciplinar
el acto de barbarie de los que se oponían a destruir Paraguay por una guerra
funcional a los intereses ingleses. De la Riestra
gestionó el préstamo con el que también se atendería a arrasar al
Paraguay.
Mientras Felipe Varela luchaba denodadamente contra la
política genocida y entreguista de los liberales del gobierno central, De la Riestra , en su despedida
de Londres en 1869, recibía como obsequio un pergamino firmado por las más
altas personalidades inglesas. ¡La prensa y los accionistas británicos le
obsequiaban una estatua de plata del ministro Canning[6]... agradecimiento por los
servicios que prestarían destruyendo el único modelo de crecimiento autárquico
que existía por entonces en América latina.[7]
La línea historiográfica liberal mitrista Mayo-Caseros-(Septiembre) recordaría a los bárbaros federales
como divorciados del progreso, y les recriminaría que su posición fue la que
nos mantuvo aislados del mundo y lejanos de recibir los beneficios basados en
el endeudamiento con el mundo civilizado… parece mentira pero, años más tarde
siguen repitiendo el mismo sonsonete los herederos de Mitre.
Varela podía leer las entrelíneas del futuro y avizoraba un
negro porvenir para Paraguay a causa de la alianza digitada por Inglaterra. A tal punto llegó la
diplomacia inglesa que se propuso tentar
a Francisco Solano López con la paz a cambio de una oferta indignante para
cualquier persona de bien que Solano López desestimó de plano: si renunciaba le
ofrecían trasladarlo a Europa donde lo esperaba una vida fastuosa.
EL
POZO DONDE INTENTARON ESCONDER LA DIGNIDAD
DE FELIPE VARELA.
Pozo de Vargas dio lugar a una manifestación supuestamente
popular, que eternizarían cantando generaciones de argentinos –nativos o por
adopción-. El engendro liberal musical buscó, como anticipáramos en párrafos
anteriores, deslegitimar la lucha de un patriota. Exiliarlo para siempre
creando, en el imaginario popular, la figura de un monstruo.
Veamos.
El aprovisionamiento
de agua ha sido decisivo para la supervivencia de cualquier grupo humano.
En tiempos en que
Felipe Varela recorría las provincias intentando la unificación del territorio
del interior profundo de la
República , debió enfrentar a las fuerzas que respondían a los
intereses porteños. Avanzó hacia La Rioja y Antonino Taboada
salió a enfrentarlo. En las vísperas, y para evitar víctimas y daños civiles,
Felipe Varela le sugirió a Taboada que, si iban a combatir, lo hicieran
alejados del centro urbano[8].
El enfrentamiento
tuvo lugar en el Pozo de Vargas, fuente de agua entre
Catamarca y La Rioja. Los
hechos, popularmente divulgados con premeditado afán desestructurador de la
memoria histórica, desvirtuando las acciones que se acomodaron a los intereses del
poder hegemónico contra el cual luchaba Varela. Domingo Faustino Sarmiento sumó negativamente
con sus acusaciones contra Varela, típico representante de la barbarie
montonera, diciendo que acaudillaba una banda que asesinaba y robaba,
destrozaba y aniquilaba provincias. Años
más tarde debió rectificarse de sus dichos.[9]
Es así que la “zamba de Vargas” pone como
“vencedor” a Taboada, aunque allí perdió todo el parque y la caballería a manos
de una montonera mal armada pero con la fuerza de sus convicciones luchando por
dar Patria. Mientras esto ocurría, un grupo de “musiqueros” acompañaban con su
música la batalla.
Varela perdió allí a su compañera Dolores “la Tigra ” Díaz, quien cayó
capturada por los hermanos Taboada (Antonino y Manuel).
Queda pendiente la tarea de rectificación
de la falacia musical maliciosamente perpetrada para enseñar la falsa historia,
que como todo el mundo sabe es la madre de la falsa política.
BUENOS AIRES Y LA DIPLOMACIA INGLESA
CONTRA UNA CAUSA POPULAR.
Felipe Varela sufrió la derrota militar de
Paso de San Ignacio, decisiva para el control de la zona de Cuyo, en momentos
en que había perdido ya el control sobre el norte, y no le quedaban
posibilidades de marchar sobre Córdoba, sobre Santa Fe, ambas piezas clave para
llevar el triunfo de la revolución montonera. Se lo confinaba a las provincias
más pobres y carentes de recursos, tan carentes de recursos como Varela quien
se había deshecho de sus bienes para poder costear las tropas que lo
acompañaron en tanta patriada, y que no había sido formadas en una disciplina
militar de elite, sino que marchaban a su lado detrás de sus convicciones,
pobremente equipadas. En contraposición, las tropas mitristas contaban con
armas modernas, producto del intercambio comercial con Gran Bretaña –que se
llevaba la materia prima y a cambio nos endeudaba con tecnología de
ferrocarriles y remington-. Es que Mitre se había propuesto derrotar rápidamente
la revolución que amenazaba con incendiar el interior, porque comprendía que
las causas verdaderamente populares que atendían a fortalecer la Nación , ganan adeptos por
la contundencia de los fundamentos. Tal vez por eso la difamación de aquella
zamba…
Eran momentos en que los apoyos flaqueaban,
la diplomacia inglesa lograba neutralizar cualquier aliado.
En 1867, la superioridad de los ejércitos
porteños hizo que Varela debiera retirarse hacia Bolivia. Él y su gente
marcharon al exilio en terribles condiciones físicas: cansados, con hambre y
frío, muchos murieron antes de llegar a pisar suelo de Bolivia.
Una vez al otro lado de la frontera,
recompone su tropa, caballos y víveres, para volver.
Pero la traición, que siempre acecha bajo
la forma de fieles seguidores, se materializa en la figura de uno de sus
hombres de confianza: el Coronel Pedro Corvalán, oficial de su tropa.
Traicionado, limitado en una guerra de recursos, derrotado en Salinas de Pastos
Grandes (1869) y con una enfermedad que pronto se cobraría su vida, asume un
exilio del que ya no podrá volver en vida.
Partió a Copiapó (Chile) mientras que,
desde Buenos Aires se lo seguía tildando de bandido, facineroso y asesino.
Pasaba miserias, había vendido todos sus bienes y dedicado todo su tiempo aun a
costa de descuidar su salud, porque había elegido un proyecto de país de
argentinos y argentinas, contra un país arrodillado frente al imperio inglés y
un proyecto superador de Unión Americana.
En ese mismo año, aun enfermo y con todas
las limitaciones, Varela se prepara para volver desde Copiapó.
Félix Frías, por entonces cumpliendo tareas
diplomáticas en Chile, apuró un tratado de extradición con Chile para poder
llevar a Felipe Varela a las cárceles argentinas. Ni un minuto dejan de vigilar
sus movimientos minuciosamente. La correspondencia de Varela era violada
sistemáticamente a fin de mantener informado al por entonces Presidente,
Domingo Faustino Sarmiento.
El gobierno de Chile, contrariando los
deseos de Buenos Aires, declaró que los asilados no eran considerados
delincuentes comunes como pretendían los porteños, y le dieron la condición de
asilado político.
Finalmente, el tratado pergeñado por Frías
no pudo aplicarse.
Mientras tanto Varela se enfrentaba a una
nueva batalla, difícil y cruel: contra la muerte. A los pocos meses, el 4 de junio de
1870,.moría en una situación de extrema indigencia. No había podido ni siquiera
enviar ayuda a su familia que lo esperaba en Guandacol (La Rioja ). Se lo siguió vigilando
aun en los momentos finales de su vida. Hasta en la muerte lo vieron como un
gran peligro.
El 8 de junio se efectuó su entierro en el
cementerio de Tierra Amarilla, humilde pueblito del departamento de Copiapó.
Una modesta sepultura fue su última morada que pagaron los pobladores del
lugar.
OTRO TRIUNFO DEL PLAN BRITÁNICO OPERADO POR LAS OLIGARQUÍAS
CIPAYAS
El plan británico de dividir a
Hispanoamérica en muchas “republiquetas” opuestas y enfrentadas entre sí,
monoproductoras de materias primas necesarias para los países centrales (luego
se estructuró el concepto de las “ventajas comparativas” para reforzar la idea
de que no era bueno industrializarse si uno había nacido para agroexportador
con lo cual se consolidaba y profundizaba la dependencia de los centros
industrializados que eran, a la vez, centros de poder económico-financiero).
Ya habían logrado, entre otros triunfos
sobre América, que Paraguay, una vez
derrotado con la utilización de la mano de obra local liderada por Bartolomé
Mitre, quedara sepultado en la miseria y la sumisión total. Paraguay debió
contratar empréstitos con la casa Baring, la misma con la que Rivadavia nos ató
a una deuda en 1824 y que se terminó de pagar a comienzos del siglo XX por
siete veces y medio su valor. Además, Bolivia, luego de la guerra por la que
Chile se deglutió el territorio que le significaba una salida al mar
indispensable para la salida comercial, quedaba aislada. A kilómetros de allí,
México perdía la mitad de su territorio a manos de los Estados Unidos. Uruguay
ya había sufrido la cirugía post bélica por la que su clase mandante consintió
en separarse de su territorio madre, lograr una independencia artificial para
convertirse en estado “tapón” afín a los intereses geopolíticos de
Brasil-Inglaterra.
Mientras tanto Buenos Aires generosamente
había abierto las puertas a los designios del comercio inglés, ocasionando nefastas
consecuencias para las provincias.
La dependencia se instalaba a pasos que
aseguraban el campo de inversiones británicas en ferrocarriles, telégrafo,
bancos, tecnología. Llegaba “el progreso” contrarrestando a “la barbarie”. El
progreso de los Remington contra el proyecto federal se completaría en 1880 con
la campaña del Gral. Julio A. Roca.
La zonzera madre de todas las zonzeras que
décadas mas tarde quedaría tan claramente explicada por Arturo Jauretche:
civilización o barbarie.
FELIPE VARELA: UN PATRIOTA.
Decía aquél patriota: “Tal ha sido pues mi
campaña, tales mis marchas en la guerra que ha hecho el tirano de mi patria …
los que no han conocido (la proclama[10]) han
encontrado siempre a mis soldados muertos en el campo de batalla, publicando su
lema político en un cintillo molduré sobre su frente. Ese cintillo dice: ¡Federación
o Muerte, Viva la Unión Americana.
Abajo los Negreros traidores a la
Patria !”.
La palabra Federación cobraba en ese
contexto una significación especial pues remitía a una idea opuesta a la del
centralismo que pertinazmente hundía al país en la profunda dependencia
económica. Para sostener estas ideas se sembraban las zonceras tales como
“tenemos que dejar de estar aislados del mundo civilizado”.
Estigma secular de las clases dominantes,
cipayas al servicio de intereses ajenos, siempre atentas a parecerse al afuera
en lugar de entender el país y trabajar para levantarlo desde adentro.
Les decía Varela: “He dado cuenta de mis
actos políticos, de los motivos que me impulsaron a empuñar la espada contra el
tirano de mi patria, y de las razones que me dispusieron a abandonar el campo,
entrando a asilarme en Bolivia. Ahora pido a la la jenerosidad (SIC) de los
pueblos americanos, la severidad de su fallo sobre todos mis procedimientos.
Con conciencia tranquila lo aguardo, porque jamás he obrado de mala fe, no pesa
en mi conciencia una sola razón, ni
liviana, porque pueda yo arrepentirme. Muy lejos de eso, siempre que la muerte
quiera ayudarme, siempre que el cielo quiera protejerme (SIC), combatiré hasta
derramar mi última gota de sangre por mi bandera y los principios que ella ha
simbolizado, no arredrándome en manera alguna las detracciones de mis enemigos,
porque el mundo republicano me hará siempre justicia”[11].
Los restos del Coronel Felipe Varela fueron
repatriados durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento.
En junio de 2012 la Presidenta Cristina
Fernández de Kirchner ordenó el ascenso post-mortem de Varela al grado de
general de la Nación. Como
parte de la batalla cultural se devolvía la dimensión humana de este verdadero
patriota.
Felipe Varela era hijo del caudillo federal, Javier Varela y de Doña Isabel Rearte. Había nacido en Catamarca en el año 1821.[12]
Fijó su residencia en Guandacol, pueblito
riojano sobre la precordillera de los Andes. Allí formó su hogar y en razón de
sus actividades conoció la región y tomó contacto con la realidad de sus
habitantes.
Sus planteos dignos lo enfrentaron con las
autoridades de Buenos Aires.
En su Manifiesto acusó a Bartolomé Mitre de
enlodar la bandera argentina al participar de la guerra fratricida contra
Paraguay, y de comprometer los destinos del país al endeudarlo en millones con
la banca inglesa.
Aún más, dejó en claro que Mitre había
usurpado el cargo de Presidente que surgió de un acuerdo de circunstancias que
lo puso como “encargado del poder Ejecutivo” hasta tanto se convocó a
elecciones nacionales en las cuales el candidato Mitre terminó elegido. De él
dijo que. “…desde que aquel, usurpó el gobierno de la Nación , el monopolio de los
tesoros públicos y la absorción de las rentas provinciales vinieron a ser el
patrimonio de los porteños, condenando al provinciano a cederles hasta el pan
que reservara para sus hijos. Ser porteño, es ser ciudadano exclusivista; y ser
provinciano, es ser mendigo sin patria, sin libertad, sin derechos. Esta es la
política del Gobierno Mitre….”
Queda pendiente aun la tarea de erradicar
la falsa imagen que durante décadas se echó a rodar alimentando el imaginario
social a través de una composición musical que llegó a todos los puntos del
país, y profundizar desde las aulas cuál fue la tarea que cumplieron patriotas
como Felipe Varela.
Manifiesto
del General Felipe Varela a los Pueblos Americanos
Proclamación:
¡ARGENTINOS! El hermoso y brillante
pabellón que San Martín, Alvear y Urquiza llevaron altivamente en cien
combates, haciéndolo tremolar con toda gloria en las tres más grandes epopeyas
que nuestra patria atravesó incólume, ha sido vilmente enlodado por el General
Mitre, gobernador de Buenos Aires. La más bella y perfecta Carta Constitucional
democrática republicana federal, que los valientes entrerrianos dieron a costa
de su sangre preciosa, venciendo en Caseros al centralismo odioso de los
espurios hijos de la culta Buenos Aires, ha sido violada y mutilada desde el
año sesenta y uno hasta hoy, por Mitre y su círculo de esbirros. El Pabellón de
Mayo que radiante de gloria flameó victorioso desde los Andes hasta Ayacucho, y
que en la desgraciada jornada de Pavón cayó fatalmente en las ineptas y
febrinas manos del caudillo Mitre -orgullosa autonomía política del partido
rebelde- ha sido cobardemente arrastrado por los fangales de Estero Bellaco,
Tuyuti, Curuzú y Curupaití. Nuestra Nación, tan feliz en antecedentes, tan
grande en poder, tan rica en porvenir, tan engalanada en glorias, ha sido
humillada como una esclava, quedando empeñada en más de cien millones de
fuertes, y comprometido su alto nombre a la vez que sus grandes destinos por el
bárbaro capricho de aquel mismo porteño, que después de la derrota de Cepeda,
lacrimando juró respetarla. COMPATRIOTAS: desde que aquel, usurpó el gobierno
de la Nación ,
el monopolio de los tesoros públicos y la absorción de las rentas provinciales
vinieron a ser el patrimonio de los porteños, condenando al provinciano a
cederles hasta el pan que reservara para sus hijos. Ser porteño, es ser
ciudadano exclusivista; y ser provinciano, es ser mendigo sin patria, sin
libertad, sin derechos. Esta es la política del Gobierno Mitre. Tal es el odio
que aquellos fratricidas tienen a los provincianos, que muchos de nuestros
pueblos han sido desolados, saqueados y guillotinados por los aleves puñales de
los degolladores de oficio, Sarmiento, Sandez, Paunero, Campos, Irrazábal y
otros varios oficiales dignos de Mitre. Empero, basta de víctimas inmoladas al
capricho de mandones sin ley, sin corazón y sin conciencia. Cincuenta mil
víctimas hermanas, sacrificadas sin causa justificable, dan testimonio
flagrante de la triste o insoportable situación que atravesamos, y que es
tiempo ya de contener. ¡VALIENTES ENTRERRIANOS! Vuestros hermanos de causa en
las demás provincias, os saludan en marcha al campo de la gloria, donde os
esperan. Vuestro ilustre jefe y compañero de armas el magnánimo Capitán General
Urquiza, os acompañará y bajo sus órdenes venceremos todos una vez más a los
enemigos de la causa nacional. A él y a vosotros obliga concluir la grande obra
que principiasteis en Caseros, de cuya memorable jornada surgió nuestra
redención política, consignada en las páginas de nuestra hermosa Constitución
que en aquel campo de honor escribisteis con vuestra sangre. ¡ARGENTINOS TODOS!
¡Llegó el día de mejor porvenir para la Patria ! A vosotros cumple ahora el noble esfuerzo
de levantar del suelo ensangrentado el Pabellón de Belgrano, para enarbolarlo
gloriosamente sobre las cabezas de nuestros liberticidas enemigos! COMPATRIOTAS:
¡A LAS ARMAS! ¡Es el grito que se arranca del corazón de todos los buenos
argentinos! ¡ABAJO los infractores de la ley! Abajo los traidores a la Patria ! Abajo los
mercaderes de Cruces en la
Uruguayana , a precio de oro, de lágrimas y de sangre
Argentina y Oriental! ¡ATRÁS los usurpadores de las rentas y derechos de las
provincias en beneficio de un pueblo vano, déspota e indolente! ¡SOLDADOS
FEDERALES! nuestro programa es la práctica estricta de la Constitución jurada,
el orden común, la paz y la amistad con el Paraguay, y la unión con las demás
Repúblicas Americanas. ¡¡Ay de aquel que infrinja este programa!! ¡COMPATRIOTAS
NACIONALISTAS! el campo de la lid nos mostrará al enemigo; allá os invita a
recoger los laureles del triunfo o la muerte, vuestro jefe y amigo. FELIPE
VARELA Campamento en marcha, Diciembre 6 de 1866
[1] La nota original fue
publicada por mí en el Diario Tribuna de Burzaco, el 24 de octubre de 1993 con
el título “El Exilio de Felipe Varela”.
[2] "Se nos habla de
gauchos... La lucha ha dado cuenta de ellos, de toda esa chusma de haraganes.
No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer
útil al país. La sangre de esta chusma criolla incivil, bárbara y ruda, es lo
único que tienen de seres humanos". Carta de Sarmiento a Mitre del
20/09/1861.
[3] Simón Bolívar.
[4] Arturo Jauretche. Libros yAlpargatas,
Civilizados o Bárbaros. Buenos Aires, Los Nacionales Editores, 1983.
[5] Felipe Varela. Manifiesto,
Potosí enero 1 de 1868
[6] Esta estatua había sido
ubicada en una zona próxima a la
Torre de los Ingleses. En 1982 un grupo de jóvenes la tiraron
al Río de la Plata
en medio de las manifestaciones relacionadas con la Guerra de Malvinas.
[8] Hizo lo mismo cuando le presentaron batalla en
la provincia de Salta y se levantaron barricadas en las principales
calles de la ciudad preparados para resistir, azuzados por el mito de la crueldad
de Varela, esparcido con tesón por los liberales. Varela los invitó a pelear
fuera de la ciudad, para que ésta no sufriera los efectos de una lucha
callejera. Pero los salteños lo rechazaron.
[9] Félix Luna. Los caudillos.
[10] Publicada completa al final
de esta nota.
[11] Felipe Varela, Manifiesto, op.cit.
[12] Hay quienes ubican el año de su nacimiento en
1819.