PADRE CARLOS MUGICA
Carlos Mugica, o
"Cuando los cristianos se atrevan a dar testimonio revolucionario pleno, la revolución Latinoamericana será invencible".(1)
Un 7 de octubre de 1930, en los comienzos de aquella terrible crisis económica mundial, llega al Buenos Aires dominado por el uriburismo fascistoide, con el nombre de Carlos Francisco Sergio Mugica Echagüe, quien después sería mas conocido como el Padre Carlos Mugica.
El Padre Carlos provenía de un hogar de clase media. Fue su padre, Adolfo Mugica (ex-diputado conservador del período 1938-42, y ex-ministro de Relaciones exteriores el presidente Arturo Frondizi en 1961) y su madre, Carmen Echagüe, hija de terratenientes adinerados de Buenos Aires. En este hogar, sin privaciones, contando con todas las posibilidades para desarrollarse, nace quien después dejaría su vida por los más pobres en un renunciamiento material buscando encontrar la tranquilidad de ser entre los otros. Como lo expresara Octavio Paz:
“Para que pueda ser he de ser otro,
salir de mí, buscarme entre los otros,
los otros que no son si yo no existo,
los otros que me dan plena existencia”
Carlos Mugica, ese mismo que festejó la alegría de la oligarquía con la caída de Perón… y al que fue el pueblo humilde, ese mismo pueblo entre el que se mezcló, que le dio la clave para entender aquél movimiento popular desde las bases, desde la villa, desde la gente mas humilde.
A los 24 años colaboraba con el padre Iriarte en su trabajo social en los conventillos y casas de la parroquia de Santa Rosa de Lima.
Conoció a Gustavo Ramus, Fernando Abal Medina y Mario E. Firmenich, quienes, junto con Norma Arrostito, serían los fundadores de la organización peronista "Montoneros".
Viajó a París donde tomó contacto con el recientemente formado Movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo, al cual adhiere incondicionalmente. Esto le va a acarrear un enfrentamiento con el Arzobispo Juan Carlos Aramburu que llegó a prohibir cualquier manifestación pública de cuestiones políticas –desconociendo, obviamente el Arzobispo, el origen y sentido de la palabra ciudad en su etimología griega POLIS y de allí política-…
Su activa militancia lo llevaría a recibir, el 2 de julio de 1971, una bomba que estalló en la casa de Gelly y Obes 2230, de la que nadie resultó herido. Siguió en su camino, por lo cual las amenazas continuaron, intentando disuadirlo por la fuerza para que abandonara su trabajo social.
LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN
En pleno siglo XX una parte de la iglesia católica latinoamericana comenzó a tomar conciencia de la realidad social y económica en que vivían las clases humildes. Fue en 1955 que, obispos de todo el continente se encontraron en Río de Janeiro para la primera reunión plenaria del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano). Aunque las preocupaciones de los obispos —la difusión del protestantismo, el comunismo y el secularismo— parecían defensivas, empezaron también a reconocer los problemas sociales del continente. Había que generar respuestas nuevas
Hasta entonces la Iglesia como institución venía siendo útil a los privilegiados, pero en la medida en que ese sacerdote empezó a ser socialmente consciente, se dio cuenta de la complicidad de la Iglesia con ese injusto orden social. Mientras, por otro lado, la administración Kennedy lanzaba la Alianza para el Progreso, en que se combinaba la ayuda para un pretendido desarrollo acompañado con un aumento de los ejércitos y la policía para dar respuesta a la protesta social…
Por otra parte la clase media, en particular los estudiantes universitarios, fueron a trabajar directamente con los pobres. Paulo Freire, un maestro del nordeste brasileño, desarrolló un nuevo método para alfabetizar mediante un proceso de concientización. Los movimientos de estudiantes y de trabajadores de Acción Católica se fueron comprometiendo, así como importantes intelectuales católicos. Algunos cristianos empezaron a utilizar conceptos marxistas para analizar la sociedad. Y la iglesia entraba en crisis por su falta de acompañamiento y de presencia institucional al lado de los pobres, cuando la pobreza, de carácter estructural, requería a gritos cambios estructurales básicos y compromiso comunitario.
Los procesos dictatoriales producidos en América Latina no fueron producto de la casualidad. Fueron respuesta para frenar y silenciar.
Mientras tanto se generaban cambios: el Concilio Vaticano II producto de círculos teológicos progresistas gracias a quienes la Iglesia católica aceptó modestamente su condición de “peregrina” que camina al lado del resto de la humanidad. Los obispos del Tercer Mundo insistieron en que el documento sobre la Iglesia en el mundo moderno debería referirse al tema del desarrollo. El concilio llevó a los católicos latinoamericanos a adoptar una mirada mucho más crítica hacia la Iglesia y la sociedad.
“En Argentina un grupo de sacerdotes utilizó a su vez esta declaración de los “Obispos del Tercer Mundo” como su propio punto de arranque y se llamaron a sí mismos el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Grupos similares de sacerdotes surgieron en Perú, Colombia, México y por todas partes. Se convirtieron en los más ardientes articuladores de un nuevo sentido de crisis, posiblemente porque tenían que encarar la desigualdad entre los nuevos ideales que surgían del Concilio y la realidad cotidiana que vivían. En una ráfaga de manifiestos, esos grupos planteaban preguntas sobre el papel de la Iglesia. ¿El catolicismo reforzaba el fatalismo, actuando como “narcótico”? ¿Debería vender la Iglesia sus propiedades? ¿No deberían renunciar los sacerdotes a sus privilegios y vivir como la gente común? También criticaban la sociedad existente. Respondiendo implícitamente a las advertencias del Papa contra la violencia, un documento señaló un “modelo centenario de violencia producido por las existentes estructuras de poder económicas, políticas, sociales y culturales”. Las hermanas también empezaban a cuestionar los tipos tradicionales de trabajo, como la enseñanza en escuelas privadas, y a inclinarse por el trabajo pastoral con los pobres, pero no se declararon públicamente”.(2) En Argentina no llegaron a ser más de ochocientos los sacerdotes que adhirieron al Movimiento, en otros lugares de América Latina algo menos. Su trabajo se desarrollaba en los lugares donde los pobres estaban confinados lejos de la mano de Dios…
VOLVAMOS A ARGENTINA…
Mugica formó parte de la delegación que viajó a Madrid para acompañar el regreso de Perón. ¿Por qué lo hizo? Él mismo aclara: “ —Cuando el padre Vernazza y yo recibimos la invitación del Movimiento Justicialista para acompañar la delegación que iba a buscar al general Perón, decidimos viajar … por el hecho de que sentimos que teníamos que estar presentes … porque los más amplios sectores de la patria esperaban este acontecimiento…” Él cifraba su esperanza en que los graves problemas económico-sociales -tales como desocupación galopante, que tenía a un millón y medio de personas sin trabajo, demostración de la flagrante injusticia en que se vivía entonces y que ponía en estado de postración al país- con el regreso de Perón, como cumplimiento de un anhelo popular, tendría un principio de solución. Continúa Mugica: “Cuando yo volví, una de las alegrías más grandes fue que una señora de unos 50 años, de la villa, me dijo: "Los pobres también estábamos en el avión porque estaba usted". Y ellos saben perfectamente que yo no soy pobre, pero también saben perfectamente que yo estoy al lado de ellos”. Porque Mugica trabajaba en las villas de emergencia, como se llamaba por entonces a lo que hoy son asentamientos o simplemente agrupamientos de cartones bajo un puente, debajo de los cuales o entre los cuales habitan personas, los excluidos. Pero la diferencia evidente es que, por entonces, esos “villeros” tenían conciencia de su lugar en la sociedad y en la historia. Cuenta el padre que durante una peregrinación a Luján los villeros gritaban, “frente a la Virgen Santísima: "Las villas en la acción contra la explotación", "Las villas en la acción por la liberación". Ven en Cristo y la Virgen —precisamente— a aquellos que siempre estuvieron de parte de los pobres”, en sus propias palabras.
Sustentó sus ideas en que los pobres deben encontrar en los sacerdotes una solidaridad definitiva, “porque Jesucristo fue pobre y vivió siempre junto a los pobres, aunque luchó por la liberación de todos, pero desde los pobres; y pienso que la perspectiva de un sacerdote —hoy— debe ser desde los pobres. A partir de los pobres debe amar a todos. También debe amar a los ricos. Y precisamente por amor a los ricos tiene que hacerles ver que si no ponen su riqueza al servicio de la comunidad, no entrarán en el reino de los cielos”. (3)
La suma dio exacto. Dos y dos…
La militancia popular, los pies en el barro y al lado de la gente, entendiendo el sufrimiento y tendiendo la mano. Se le hizo carne que la verdadera teología de la liberación comienza por la liberación de uno mismo para poder confraternizar y dar espacio al hermano. Su tarea, en barrios humildes, al lado del dejado de lado, en las villas. Su compromiso diario. La renuncia a una vida holgada, cómoda, burguesa… fue imperdonable para muchos de los de su entorno, pero fue extremadamente peor para quienes vigilaban la conducta y los movimientos sociales de los duros setenta en que toda tarea comunitaria fue sospechosa, todo intento liberador tuvo el rótulo de subversivo, y a la teología de la Liberación se la combatió con los esbirros de la Triple A.
¿QUIÉN MATÓ A MUGICA?
“Hace muchos años que conocíamos a Carlos Mugica y más de una vez, en hechos protagónicos de las militancia peronista, convergimos con él públicamente. También son públicas nuestras profundas diferencias políticas con Mugica. Entendíamos que el papel cumplido por él en una apertura de la Iglesia Argentina hacia los sectores desposeídos … sus homenajes a los combatientes caídos durante la dictadura militar y sus definiciones a favor del pueblo proscrito, habían conformado una imagen pública que trascendía su concreta acción política, en buena parte contrapuesta a esa imagen y por tanto censurable. Desde la clausurada revista Militancia, fustigamos … su tendencia al exitismo, su vocación por el movimientismo, su ligazón a la burocracia político sindical, su reciente y abierto enfrentamiento con la juventud peronista, su apoyo a la política de López Rega en materia de villas eran éstas discrepancias con un hombre, que tal vez por su pertenencia a una estructura ambigua como es la iglesia, no asumía con plenitud la causa del pueblo, pero que sostenía sus posiciones con valentía y sin tapujos.
Así era a nuestro juicio, esta personalidad singular que el día sábado por la tarde fue acribillada a la salida de la iglesia…” reflexionaban acerca de la muerte del sacerdote y sobre quién habría sido el o los causantes de su muerte, dos jóvenes abogados en una nota editorial de una revista. (4)
Porque aquel 11 de mayo de 1974, cuando ya pasadas las 8 ya es de noche, cuando subía a su coche Renault 4-L que estaba estacionado junto a la iglesia de San Francisco Solano, donde había celebrado la misa, se acercó un hombre que extrajo un arma y lo baleó de cinco disparos de ametralladora en el abdomen y el pulmón y un tiro de gracia por la espalda. Este individuo de aspecto achinado, se bajó de un coche estacionado muy cerca. Luego se supo que era Rodolfo Eduardo Almirón, jefe de la Triple A, organización paramilitar y parapolicial creada a partir del regreso de Perón a la Argentina y cuyo jefe era José López Rega (a) El Brujo. (5)
MEDITACIÓN EN LA VILLA
Esta oración fue compuesta por el padre Mugica
SEÑOR, perdóname por haberme acostumbrado a ver que los chicos que parecen tener ocho años tengan trece;
SEÑOR, perdóname por haberme acostumbrado a chapotear por el barro; yo me puedo ir, ellos no;
SEÑOR, perdóname por haber aprendido a soportar el olor de las aguas servidas, de las que me puedo ir y ellos no;
SEÑOR, perdóname por encender la luz y olvidándome de que ellos no pueden hacerlo;
SEÑOR, yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no: porque nadie hace huelga con su hambre;
SEÑOR, perdóname por decirles "no solo de pan vive el hombre" y no luchar con todo para que rescaten su pan;
SEÑOR, quiero quererlos por ellos y no por mi. Ayúdame.
SEÑOR, sueño con morir por ellos: ayúdame a vivir para ellos.
SEÑOR, quiero estar con ellos a la hora de la luz. Ayúdame.
Carlos Mugica (6)
LQS. Fuenteovejuna. 11 de mayo de 2009
(1 ) Frase del Che Guevara con que cierra el documento final de la Conferencia Internacional de Cristianos por el Socialismo Santiago de Chile, 1982.
(2) http://www.ensayistas.org/critica/liberacion/berryman/cap1.htm
(3) Las citas corresponden a http://www.magicasruinas.com.ar/revdesto053.htm
(4) Ortega Peña y Duhalde: ¿Quién mató a Mugica? En: Revista De Frente con las bases peronistas, segunda época año I nº 3 16 de mayo de 1974.
(5) Almirón: ver http://72.14.209.104/search?q=cache:kq-
El 31 de julio de 1974, el diputado Rodolfo Ortega Peña fue acribillado a balazos en Arenales al 900, pleno centro porteño. Recibió ocho tiros en la cabeza y muchos más en el cuerpo. Minutos antes había salido de cenar con su mujer, herida en el atentado, del restaurante King George de la Avenida Santa Fe. Activo defensor de presos políticos y diputado por el peronismo, tenía en el comisario Alberto Villar a su enemigo declarado. Se cree que Almirón integró el grupo que lo baleó.
El 20 de setiembre de 1974 fue asesinado Julio Troxler, sobreviviente de los fusilamientos de José León Suárez en 1956. Troxler ex subjefe de la policía de la provincia durante el gobierno de Héctor Cámpora, fue asesinado en Barracas luego de que un Peugeot 504 negro cerrara el paso de su auto. Sus asesinos lo obligaron a bajar, lo ametrallaron y lo remataron de un tiro en la cabeza. También se cree que Almirón participó del asesinato.
Una semana después, el abogado y pensador marxista Silvio Frondizi, hermano del ex presidente, fue secuestrado de su casa de la calle Cangallo. El secuestro fue resistido a balazos por su yerno, Luis Mendiburu, que fue asesinado. El cadáver de Frondizi apareció en los bosques de Ezeiza horas más tarde. Tenía más de cincuenta balazos, muchos de ellos en la cara. La familia está convencida de que Almirón formó parte del comando que asesinó a Frondizi.
Por estos cuatro crímenes está acusado hoy el ex subcomisario. Aunque hay elementos para sospechar que Almirón también formó parte del grupo de la Triple A que el 11 de mayo de 1974 asesinó al sacerdote Carlos Mugica a la salida de la parroquia San Francisco Solano, en Mataderos, donde había celebrado misa.
Mugica tenía un fuerte compromiso con los pobres. Había formado parte del contingente que acompañó a Perón en su retorno al país en noviembre de 1972. Días después, Perón le devolvió la visita en la capilla Cristo Obrero, de Retiro.
(6) http://www.magicasruinas.com.ar/revdesto053.htm