domingo, 8 de marzo de 2009

SIGAMOS CREYENDO, PESE A TODO, HAY UN CAMINO PARA CONSTRUIR. GERMÁN ABDALA, PRESENTE!

BOTELLA AL MAR N°66. DESDE SANTA TERESITA, DESDE EL MAR, CON LA FUERZA DEL MAR.



Yo sé que es triste recordar a los amigos muertos, los viejos compañeros, que eran mas jóvenes que el alba. Pero vale la pena esta alegría de no olvidar, de ganarles a nuestros enemigos /este combate final y desparejo.. (Marcelo Vernet)
Cuando emprendí esta investigación no tenía, acerca de Germán Abdala, mas que algunas referencias políticas. Cuando terminé de leer la información que muchos escribieron sobre su vida confieso que quedé llena de admiración por ese hombre que en sus 38 años había desarrollado un esquema político tan concreto y coherente que despertó el respeto de los personajes más alejados de sus ideas.
No quise caer en algunos lugares comunes, pero son necesarios a la hora de hablar de Germán Abdala a quien no lo silenció nadie, ni siquiera la enfermedad contra la que luchó varios años y frente a la que tampoco bajó los brazos, por eso sus últimas apariciones en público se mantuvo con toda la fuerza de siempre, aportando la claridad interpretativa de sus ideas.
Después me pregunté ¿qué diría Germán Abdala si estuviera con nosotros hoy?. Creo que, más allá de continuar con su postura crítica y comprometida, estaría alineado con el proyecto nacional y popular, por su sensibilidad, y por su férrea posición frente a determinados temas de la realidad nacional.
GERMAN ABDALA
Dos décadas atrás, en los tiempos del consentimiento al neoliberalismo, Germán Abdala fue elegido Diputado nacional por el justicialismo, aunque al poco tiempo se distanció del menemismo por la profunda disidencia surgida por la política privatista. Abdala consideraba que el Estado no podía delegar en los privados la gestión de empresas estratégicas como Aerolíneas Argentinas, Entel, el petróleo. Denunció esta pérdida para el país disfrazada bajo los falsos conceptos de que el capital privado asumiría el riesgo. Fue una lucha constante contra los que pensaban un país con mas poder para el capital concentrado en perjuicio de los mas humildes, de los trabajadores. El tiempo le daría la razón, sus reclamos y sus denuncias fueron proféticos.
Fue Abdala quien con mas clara comprensión delinéo lo que sobrevendría de entregar el patrimonio nacional a los intereses económicos extranjeros constituyendo una dramática destrucción.
En algunas de las filmaciones donde se lo puede ver y escuchar, es notable la claridad conceptual con la que se dirigía tanto a sus compañeros como en alguna participación televisiva en una puso en jaque a los dos entrevistadores que dirigían un programa muy de moda desde los tiempos del presidente Illia (Tiempo Nuevo). Los conductores, profundamente liberales consustanciados con el proyecto menemista, miraban a Abdala con caras de espanto cuando éste rechazó la figura de un Estado-entelequia que se desentendiera de atender la salud, educación, trabajo de la población. Por eso los conductores –espantados- le manifestaron que la actitud de Abdala “correspondía a otra etapa” (Grondona), en tanto lo calificaron como “Intelectual folclórico-filosófico” (Neustadt). El tiempo dejaría bien en claro que quien defendía los intereses nacionales era Abdala frente a los esbirros del neoliberalismo.
Lo cierto es que Germán Abdala pensaba al país con toda claridad nacional y popular, enmarcada en las lecturas tanto de Arturo Jauretche y John William Cooke que conviene hoy repasar porque no han perdido actualidad como no la ha perdido la palabra de Abdala.
Germán Abdala nació en el seno de una familia de laburantes. Dejó de estudiar para ir a trabajar primero como albañil, después pintor de brocha gorda, en tanto comenzó una militancia política que lo llevó, a sus 34 años, a ocupar la banca de Diputado Nacional. Atrás quedaba la fundación de instituciones que marcarían el camino: ANUSATE (la Agrupación Nacional Unidad y Solidaridad de la Asociación Trabajadores del Estado). Desde su banca de diputado logró la sanción de una ley sobre Convenciones Colectivas de Trabajo para los trabajadores del Estado, pero también sus cuestionamientos a la dirigencia menemista lo llevaron a la formación del Grupo de los 8. Ante la aprobación de los indultos a los jefes de las juntas militares lo llevaron a renunciar a todos los cargos partidarios y a su afiliación al PJ. Ética y coherencia.
Fue un luchador en todos los órdenes de la vida, tanto en el ámbito sindical como el político. Tal vez la batalla más difícil fue la que peleó por su salud. Quienes lo conocieron destacan que dejó su internación en EEUU para participar en el Congreso inaugural de la C.T.A., aun en silla de ruedas. Y que sus palabras “sigamos creyendo, pese a todo, que hay un camino para construir” fueron dichas pensando en hoy.
Tal vez el hecho de no haber olvidado nunca de dónde provenía fue el norte que marcó su trayectoria y hace necesario evaluar la dimensión y vigencia de su pensamiento.