sábado, 12 de septiembre de 2009

ESTE PROYECTO ES EL DE LA DEMOCRATIZACION DE LOS MEDIOS DE COMUNICACION AUDIOVISUAL CUYA AUTORIA NO ES DEL OFICIALISMO SINO DE LOS LUCHAMOS POR ELLA.


Ponencia del periodista Ariel Magirena (Canal 7, Los 100, Comision Nicolas Casullo de Medios Audiovisuales en Carta Abierta) en la audiencia de discusion entorno de la ley de SCA


Roberto Arlt decia que el periodista era una especie de ignorante universal. Queria decir que era alguien que sabia muy poco de muchas cosas. Tal vez alentado por mi ignorancia de ser periodista desde hace 23 años me permitire disentir con el prestigioso abogado constitucionalista Daniel Sabsay que me precedio algunos oradores. Sabsay fundamento la amenaza que nos hicieran ayer los representantes de las camaras empresarias de medios que advirtieron que, de aprobarse esta ley, recurririan a la justicia porque esta avanzaria sobre derechos adquiridos. Desde mi ignorancia interpreto lo que ustedes, diputados, conocen mejor que yo: que las leyes estan sustentas, primero, en el sentido comun. Y que dificilmente un tribunal en cualquier lugar del mundo haga prevalecer un derecho individual sobre el interes colectivo. Tomemos un ejemplo: la asamblea de 1813 que declaro la libertad de vientres. Imaginemos una familia patricia protestando porque aduce que compro una parejita de esclavos para cria, y que se esta legislando en contra de sus derechos adquiridos...

Espero que los empresarios de medios acepten la ley y se adecuan en los terminos que esta determine.

Ahora, si me permiten voy a ingresar en mi punto de vista respecto del tratamiento de la ley de democratizacion de los medios.


En 1980, cuando Videla y el ruralista Martínez de Hoz firmaron el decreto-ley de radiodifusión, cundió la alarma en el ámbito de la cultura argentina acosada por la dictadura. En 1983 fue uno de los ejes fundamentales en las plataformas de todos los partidos políticos. La nueva democracia sabía desde el momento de nacer que necesitaba derogar esa ley y darse un instrumento que democratizara también los medios electrónicos de comunicación.

La ley vigente, el decreto de Videla y Martínez de Hoz, representaba (representa) la configuración de un modelo político y social represivo y excluyente, favorable a la concentración económica para cuya urgencia utilizó recursos perversos que son por todos conocidos. Como conocido es su contexto de desaparición y muerte. Aunque algunos medios se hagan los distraídos, sobre todo aquellos que oficiaron de voceros de la dictadura y se encaramaron dominantes del mercado asociándose en el monopolio del papel prensa, para poder secuestrar los goles primero secuestraron a nuestros compatriotas. La represión se ocupo de desaparecer a lo mejor de la política para condicionar a la inexorable democracia; y por si la política real resucitara, se materializó el plan para su vaciamiento y desprestigio. Que se vayan todos, gritaban los compatriotas en el 2001, como si las fallas de la política fueran un defecto genético. Pero el vacio de la política se consiguió con muerte. Después actuaron los medios de comunicación sustituyéndola. Aceptando este poder algunos políticos se convirtieron en sus lacayos y hoy los vemos y oímos entusiasmados sosteniendo el discurso de los manipuladores.

Solo un puñado de reformas a la ley de la dictadura alcanzó para habilitar en los 90 el actual esquema que tiene a 4 grupos económicos como dueños de más del 80% de los medios de comunicación de todo el país. Como no podía ser de otra manera esta realidad constituyó también un modelo de periodista. EN LA FOTO: FESTEJOS DE ERNESTINA CON VIDELA CUANDO SE APROPIÓ DE PAPEL PRENSA


PORTADAS DE DIARIO OBEDIENTE A LA LEY DE RADIODIFUSION DE LA DICTADURA

Habiendo convertido la información en mercancía y los medios en escaparates el actual modelo informativo no necesita de periodistas más que de vendedores. Así el modelo del, o la, periodista exitosos es el de mayor exposición, investido de un poder que aquilata sus capacidades de seducción y de persuasión. Un modelo individualista y superficial que forma "estrellas" que están por encima de la sociedad y de las relaciones de clase. Un modelo que es doblemente mentiroso al sugerir a sus estrellas periodísticas que son más importantes que la mercancía que venden, ocultándoles que ellos mismos son una mercancía. Por que es un modelo que también vende vendedores.

Sabemos que la palabra expresa el pensamiento, por lo que también influye en el pensamiento. Los medios concentrados secuestraron y desaparecieron categorías del relato social con la intención de que lo que no se describa no exista. Así el discurso hegemónico virtualmente suprimió de la lex política la denominación del "pueblo", eje, protagonista y sentido de la lucha social, por el lavado apelativo a la "gente", del mismo modo que inaugura la universalización de categorías como regalo a las oligarquías o las nuevas burguesías, como está ocurriendo respecto del conflicto de intereses desatado por los terratenientes en relación con la renta extraordinaria de las exportaciones agrícolas, a quienes, graciosamente, la prensa liberal califica de "campo", pese a que representan el tercio de los propietarios y el 5% de la capacidad productiva (medida en fuentes de trabajo). También de este modo, y sólo como ejemplo, los residentes de los barrios más carenciados son "habitantes" u "ocupantes" en oposición abierta a "ciudadanos", o los niños en delito no son sino "menores", y hoy bandera de la campaña sobre la "inseguridad". Casi está de más decir que esta clausura de categorías impone también la agenda periodística y habilita el relato de la realidad que, por cierto, está embebido de la estructura ficcional que funde y confunde la información con el show. El relato sustituye la realidad y la miente con una impunidad que ofende. Hoy mismo los monopolios llaman “Ley K de control de medios” o hasta “ley mordaza” a este proyecto es en verdad el de la democratización de los medios de comunicación audiovisual, cuya autoría no es del oficialismo sino de los que por años luchamos por ella y que logramos por fin en 2004 elaborar 21 puntos de consenso en la llamada Coalición por una Radiodifusión Democrática. Hablamos de 21 puntos declarados de interés por legislaturas de todo el país, incluso este Congreso de la Nación en el que hoy algunos diputados traicionan la histórica posición de su partido con tal de lograr el favor de los señores del feudo mediático.

Pese a que el análisis científico de los medios revela la grosería con la que se aplican los mecanismos de manipulación el sistema cuenta con que la prensa está formada con su modelo discursivo y su perspectiva. De tal manera que no necesita que cada redacción tenga en sus mesas "cuadros" ideológicos que marquen el sentido editorial o actúen como policías del pensamiento. Si no posee pensamiento crítico, el periodista liberal reproduce "naturalmente" el discurso y la perspectiva dominantes. Los medios degradan, corrompen y sustituyen el sentido común mientras encorsetan a los periodistas y comunicadores en paradigmas vetustos pero que le son favorables. El primero es uno de los mitos mejor instalados y convertido en valor y prejuicio: la objetividad. Los medios de masas no necesitan ser objetivos sino simplemente declararse así, del mismo modo que se titulan "independientes", y replican a los medios, y periodistas efectivamente independientes, exigiéndoles "objetividad" en un escenario en cuya composición sólo aparecen los elementos por ellos seleccionados. La reivindicación de la objetividad periodística busca anular al periodista y al comunicador como "sujeto" para tenerlo como "objeto", como herramienta. De hecho la objetividad es el atributo de los objetos; la de los sujetos, la subjetividad. Le piden al o la periodista que sea objetivo y no, veraz, profundo, responsable y contextual, todos ellos valores éticos fundamentales y excluyentes.

El único anticuerpo para estos periodistas de diseño es la prensa alternativa. Para desgracia del modelo liberal muchas veces sus comunicadores no están formados en sus claustros ni en sus empresas y, aunque no dominen las técnicas ni la teoría de la comunicación de masas, son la voz emergente de un contexto social definido, aún cuando innominado. Y representan, probablemente, la trinchera de la verdadera contra –comunicación frente al discurso único reproducido en cadena. Los medios de producción alternativa, como de propiedad alternativa son, sin necesidad de tener un discurso único, los verdaderos representantes del valor de la comunicación: la diversidad. De voces, de pensamientos, de ideas, de culturas, de estilos, de estéticas, de sujetos sociales. Y son precisamente estos medios los amordazados en la ley que pretendemos derogar.

Es natural que nuestra sociedad no resuelva las necesidades de quienes no están convidados a la mesa del sistema… si están callados e invisibles…, porque lo que no está en los medios no existe. La democracia informativa es aquella en la que las imágenes, los pensamientos y las voces de todos los sectores de la sociedad participan. En el actual esquema de propiedad de los medios audiovisuales no hay lugar para la perspectiva de las mujeres, de los trabajadores, de los discapacitados, de los pueblos originarios, de los campesinos, de las minorías étnicas, sexuales o culturales… los que son tratados y exhibidos como fenómenos para el consumo desde una preocupación impostada y mercantil cuando no, decididamente manipulando la realidad y haciéndolos responsables de los miedos que buscan instalar.

Aun con todo esto la ley que se debate (la mentida ley de control bla bla bla) no se entromete en ningún momento con el contenido ni la línea editorial de cada medio o empresa. Sólo se ocupa de que mas actores tengan el derecho de publicar su realidad y de compartir su perspectiva con el resto de la sociedad.

Pero hay otro aspecto de interés para los periodistas y trabajadores de prensa que es fundamental, y es su incumbencia gremial. Es que la concentración de los medios es también la concentración de los patrones. Hoy el periodista que ve afectada su relación laboral con el grupo de mayor concentración la sufre con los 260 medios audiovisuales cuyas licencia administra, además de sus decenas de medios gráficos, agencias y empresas de contenidos que no están contempladas en esta ley. Los periodistas que eluden esta discusión, los que reproducen el discurso impuesto, los que tergiversan los términos del debate, los que ignoran, no son sólo irresponsables sino suicidas. Otros, convertidos en soldados de la causa de los monopolios, son reptiles angurrientos y egoístas.

Necesitamos más medios de comunicación, más empleadores y más posibilidades para atrevernos a nuestros propios emprendimientos, viables y legales.

No voy a cometer la ingenuidad de creer que mis argumentos, como los de las decenas de los que pudieron hacerse escuchar en estas audiencias, tendrán el poder de persuadir a quienes se oponen férreamente a la democratización de los medios por motivos que no pueden confesar más que a sus cómplices. A los sofistas que reducen el proyecto de esta ley a un puñado de frases con las que mienten descarada y perversamente. A quien sea capaz de violar incluso la ley vigente teniendo un escaño mientras es confeso y público propietario de medios aunque luego pueda atribuírselos a su familia. A quienes recurren a argucias para entorpecer el desarrollo normal de un debate que estaba anunciado antes de las elecciones de junio y antes incluso de que este parlamento adelantara el cronograma electoral. Me dirijo exclusivamente a la mayoría: la de los que abrazaron la política como forma de servir a la sociedad y no de servirse de ella.

Desde 1953, durante el gobierno del presidente Juan Perón, que la democracia no tiene una ley de radiodifusión. Pasó más de medio siglo. Fue en el milenio anterior, fue en otro mundo. Es una deuda muy vieja. Mucho se habla, y se enuncia con aire serio y preocupado, de la libertad de prensa. Señores legisladores de la merecida y costosa democracia argentina, este es el momento de hacerlo. Por favor: liberen a la prensa.