lunes, 11 de octubre de 2010

55


A mis amigos, a los que me leen o a los que simplemente importuno y les “Lleno la casilla” de mails:



El martes cumplo 55 años.

Nací casi un mes después de la caída del gobierno de Perón, y en una década marcada por la Guerra Fría.

Crecí en una familia peronista. Mi viejo ferroviario y aun hoy, a sus 80 años, sigue “llevando la camiseta” de los ferrocarriles argentinos. Él siempre recordó que “se hizo la casita gracias a Perón”.

Mi vieja, con no más de tercer grado, siempre laburó a la par del viejo y lo sigue haciendo. Tenía un cuadro “del General” en el comedor como documento nacional de identidad.

La primaria en la escuela 3, frente a la plaza. Años de despreocupación y amigos, de tardes de paseos en bicicleta con mi amiga Mechi.

Y una abuela que marcó mi vida (porque la otra murió muy joven). La abuela Regina tenía en su cocina un altarcito con santos que incluía a San Seferino y a Evita. A Eva la había conocido y me lo transmitió en la sangre. Quedó en mi ADN.

También quedaron de herencia las revistas Mundo Peronista, los diarios de julio de 1952 con la muerte de Evita, y los libros de entre los que “La Argentina Justa, Libre y Soberana, año del libertador General San Martín, 1950” y “La Razón de Mi Vida” los había podido “salvar” después del golpe y del 4161, porque los escondió en el “buche” de la mesa del comedor. Los libros también los heredé en el ADN. Gracias Lala!

Años de secundaria con la preocupación por todo lo que pasaba en el mundo, en América, en Argentina. Ahí casi al final, allá por el setenta y tres, un amigo me acercó “El Cumpleaños de Juan Ángel” de Mario Benedetti, -un escritor que no recibió ningún Nobel de literatura pero tuvo una vida políticamente coherente-. Por entonces ya podía decir, como el personaje del libro: “Cuidado mundo gente cosas cuidadito que me estoy despertando”.

Otras lecturas que paradójicamente, por mostrar aquello de lo que no se hablaba, debieron ser escondidas como: “Las Venas Abiertas de América Latina” de Eduardo Galeano, una base imprescindible para entender el lugar en el mundo en que estábamos parados. Peñas, mate, consignas, calle, y unos años inolvidables hasta que mataron la primavera.

Febrero de 1977. Amigos que no volverían de esa Edad Oscura que se extendió por tres décadas. Los bárbaros asolaron el país y el país cayó a pedazos… aunque algunos pedazos quedaron para poderlo reconstruir (“lo partieron en pedazos y ahora hay que volverlo a armar”). Nos cortaron la primavera. Se llevaron la primavera.

En algún punto perdí la esperanza de participar, de soñar, de sonreír, de proyectar.

Y entonces –y por entonces- un cumpleaños fue un día en el calendario, en el mes de octubre, para una reunión familiar.

Hasta que un día, un maravilloso día, empecé a ver que había una Argentina que estaba cambiando. Que un hombre y a una mujer me devolvían las ganas de decir, de participar, de CREER, de respirar.

Ese día maravilloso e inolvidable en que me devolvían las ganas de vivir, de participar, de recobrar la militancia de la vida, hizo que hoy, a mis 55, y a 55 de aquél fatídico septiembre del 55, (en un país que ya no se cae a pedazos) mi cumpleaños cobrara un sentido diferente en un país diferente.

Es un día para mirar hacia atrás para no olvidar. (Paradoja II: para algunos “el pasado los tiene Hartos” pero sueñan con volver al pasado). ¿Tal vez el propio pasado y su propia vida los tengan hartos? Pues a mí no!. Porque mirar para atrás en este camino de 55 años me da una perspectiva de crecimiento, de aprendizaje, de tiempo capitalizado.

Es también un día para mirar hacia adelante. Hacia lo que va a venir, lo que falta por hacer, lo que podré hacer.

Y en el medio, la mirada sobre el ahora, la esperanza reconstruida y firme, que se lucha cada día contra los que quieren que el país vuelva al pasado (Paradoja III: que son los mismos que reniegan de hablar del pasado).

Brindo por la vida, por el día, por el hoy y el mañana, porque este es el país que quiero vivir y agradezco que me lo hayan devuelto, con lo que hay y lo que falta, con lo que se hizo y lo que se hará.

Como dice Silvio Rodríguez:


Hoy me propongo fundar un partido de sueños,
talleres donde reparar alas de colibríes.
Se admiten tarados, enfermos, gordos sin amor,
tullidos, enanos, vampiros y días sin sol.

Hoy voy a patrocinar el candor desahuciado,
esa crítica masa de Dios que no es pos ni moderna.
Se admiten proscritos, rabiosos, pueblos sin hogar,
desaparecidos, deudores del banco mundial.

Por una calle descascarada
por una mano bien apretada.

Hoy voy a hacer asamblea de flores marchitas,
de deshechos de fiesta infantil, de piñatas usadas,
de sombras en pena del reino de lo natural
que otorgan licencia a cualquier artefacto de amar.

Por el levante, por el poniente,
por el deseo, por la simiente.

Por tanta noche, por el sol diario.
En compañía y en solitario.

Ala de colibrí,
liviana y pura.
Ala de colibrí
para la cura.



Lo único que no podré admitir nunca es a los nefastos personajes que apostaron y siguen apostando por la vuelta al pasado y meten palos en la rueda para evitar que este proyecto de país siga adelante.

Es que no se cumplen 55 todos los días y hay que ser agradecido con lo que se recibe, por eso no podía dejar de poner brevemente en palabras lo que siento, que estoy viviendo los mejores días de mi vida.

Saludos a todos.



(si querés leer El Cumpleaños de Juan Ángel, se puede bajar acá: http://www.librosgratisweb.com/pdf/benedetti-mario/el-cumplea%F1os-de-juan-angel.pdf)