viernes, 2 de enero de 2009

BOTELLA AL MAR Nº 44. PARA ELEGIR COMPAÑEROS



Doy gracias al 2008 por todos los compañeros que sumé / que nos sumamos, en esta red. Con ellos uno comparte, porque los eligió/nos elegimos y tenemos un mismo sur (que para algunos se llama norte, según cómo ubiquemos el mapa, que no es siempre de la manera convencional. Y yo prefiero contravenir las convenciones...)
BOTELLA AL MAR Nº 44. Instrucciones para elegir compañeros en un picado.
EN ESTA BOTELLA VOY YO.

Cuando un grupo de amigos no enrolados en ningún equipo se reúnen para jugar, tiene lugar una emocionante ceremonia destinada a establecer quiénes integrarán los dos bandos. Generalmente dos jugadores se enfrentan en un sorteo o pisada y luego cada uno de ellos elige alternadamente a sus futuros compañeros. Se supone que los más diestros serán elegidos en los primeros
turnos, quedando para el final los troncos. Pocos han reparado en el contenido dramático de estos lances. El hombre que está esperando ser elegido vive una situación que rara vez se da en la vida.
Sabrá de un modo brutal y exacto en qué medida lo aceptan o lo rechazan. Sin eufemismos, conocerá su verdadera posición en el grupo. A lo largo de los años, muchos futbolistas advertirán su decadencia, conforme su elección sea cada vez más demorada.

Manuel Mandeb, que casi siempre oficiaba de elector, observó que sus decisiones no siempre recaían sobre los más hábiles. En un principio se creyó poseedor de vaya a saber qué sutilezas de orden técnico, que le hacían preferir compañeros que reunían ciertas cualidades.

Pero un día comprendió que lo que en verdad deseaba, era jugar con sus amigos mas queridos. Por eso elegía a los que estaban mas cerca de su corazón, aunque no fueran tan capaces.

El criterio de Mandeb parece apenas sentimental, pero es también estratégico.

Uno juega mejor con sus amigos. Ellos serán generosos, lo ayudaran, lo comprenderán, lo alentaran y lo perdonaran. Un equipo de hombres que se respetan y se quieren es invencible. Y si no lo es, más vale compartir la derrota con los amigos, que la victoria con los extraños o los indeseables.

Por Alejandro Dolina.