domingo, 16 de noviembre de 2008

BOTELLA AL MAR Nº 20 BERNARDO ALBERTE




No puedo dejar de compartir el contenido de esta denuncia que le costó la vida a Alberte. Por el tenor de la nota creo que él la escribió como testamento político, por eso es que es fundamental leerla y darla a conocer,


CARTA ABIERTA DE BERNARDO ALBERTE A JORGE RAFAEL VIDELA
En la madrugada del 24 de marzo de l976 era asesinado por fuerzas combinadas del ejército y
policiales, el Tcnel. (R.E.) Bernardo Alberte; horas antes había terminado de escribir esta carta
donde denunciaba la represión ilegal y la complicidad de las F.F.A.A
Buenos Aires, 24 de marzo1976.
Al Sr. Teniente General
D. Jorge Rafael Videla
Comandante General del Ejército
S/D
Me dirijo a Ud. a los efectos de informar lo siguiente:
1.- El día 20-III-76, a las 20 horas, un grupo armado intento secuestrarme, en mis oficinas de la
calle Rivadavia 764, 1º, con el aparente propósito de asesinarme. Acababa de retirarme del
lugar elegido por esa banda armada unos minutos antes, lo que me permitió observar el
operativo desde la calle, asi como el gran despliegue de elementos materiales y humanos
utilizados.-
2.- La observación personal de los hechos me permite asegurar a Ud. que se trataban de
efectivos de seguridad, que luego de detener a tres personas que se encontraban en las
citadas oficinas, esposarlas, vendarle los ojos y cargarlas en los vehículos, se desplazaron
velozmente por la calle Rivadavia hacia el oeste, sin poder seguirlos, por no poder disponer de
vehiculo propio en ese momento. El desplazamiento se produjo con los acostumbrados toques
de sirena de los vehículos policiales.-
3.- El día anterior en un operativo vinculado con el ya descripto fue secuestrado y luego
asesinado el joven peronista Máximo Augusto Altieri.-
4.- En las citadas oficinas desarrollo actividades políticas vinculadas al Movimiento Peronista,
formando parte de la Corriente Peronista "26 de Julio" cuyo ideario surge de la documentación
que adjunto.-
5.- La presente denuncia formal y escrita la presento en esta oportunidad luego de haber
agotado todos los medios para averiguar el paradero del joven Altieri, vivo, lo que conseguí,
pero muerto el día sábado 20, despues de gestiones infructuosas realizadas en ese Comando
General; en el Ministerio del Interior y a través de vinculaciones personales con camaradas
relacionados con los Servicios de Informaciones.-
6.- La búsqueda personal realizada junto a su padre, fue facilitada por compañeros peronistas
de la Municipalidad de Avellaneda y por personal policial de la Comisaría 1ª. de esa ciudad, lo
que me permitió hallarlo acribillado a balazos en la morgue del cementerio de Avellaneda, sin
identificar, en avanzado estado de descomposición, con el vientre abierto y con las vísceras al
aire. El cadáver era un simple N.N., a los cuatro días de haber sido encontrado por la policía de
Tristan Suárez, en su jurisdicción, habiendo fallado en él el método eficaz y habitual de
identificación sin causa justificada.
7.- Es muy probable que si no hubiera mediado la decisión de encontrarlo y la colaboración del
personal descripto hubiera desaparecido toda posibilidad de que sus familiares ejercieran el
derecho de darle sepultura cristiana.-
Estos son los hechos que informo al Sr. Comandante General, pero que como información
sintética y descripción objetiva, no tiene mucha importancia dentro de todo el contexto de
violencia que caracteriza la situación política argentina, si no va acompañada de una
apreciación que me siento con el derecho de hacer y con la obligación de señalar, por mi
condición de Jefe retirado de las F.F. A.A., cuya trayectoria dentro de la Institución el Sr.
Comandante General conoce bien; por mi actuación política dentro del Movimiento Peronista,
donde ocupe la mas alta jerarquía dentro del país durante parte del exilio del General Perón y
por la militancia política que continuo realizando dentro del movimiento mayoritario, lo que me
confiere, por lo menos, la experiencia que muchos necesitan para acceder a una realidad que
se les escapa y que los supera, lo que es grave cuando ello le ocurre a quienes tienen la
responsabilidad de asumirla, comprenderla y conducirla con acierto.-
En mis apreciaciones el Sr. Comandante encontraría excesos si no aclarara que me siento en
condiciones de dirigirme a Ud., no con mis simples atributos de oficial retirado de las F.F.A.A.,
que me subordinarían y limitarían, y por consiguiente, harían de mis consideraciones una
formal, simple e insuficiente apreciación que carecería de valor.-
Sin dejar de expresarle a Ud. el respeto que me merecen ciertas jerarquías, puedo asegurarle
que la vida me ha enseñado a superarlas a todas, cuando de la necesidad de expresar el
pensamiento se refiere. Esa fue mi norma, aun desde joven oficial; frente a Generales de la
envergadura inigualada del General Juan D. Perón; frente a políticos y militantes; frente a los
hechos simples y los más graves.-
Esto me lo enseño la vida que transite como joven y como viejo como pobre y como rico; como
obrero y como patrón; como militar y como civil; como jefe y como subordinado; como
subversivo y como político; como libre y como preso;como perseguido, como prófugo, como
exiliado, como peronista.-
Sin duda avanzamos hacia un enfrentamiento hacia el que se nos quiere llevar gradualmente
con falsas opciones y manejando falsos valores y alarma observar la ligereza y hasta la
irresponsabilidad con que ciertas personas y ciertos sectores que tienen poder, poder
transitorio, alientan el enfrentamiento con hechos o con palabras.-
Y apuntando con este concepto a nuestros camaradas de las F.F.A.A. inquieta escucharlos en
sus discursos fúnebres, por ejemplo, cuando ante sus muertos pareciera que quieren superar
con palabras posturas que deben asumir con hechos silenciosos y positivos. Yo también tengo
esa experiencia de discursos fúnebres. Hable en homenajes ante nuestros obreros y militantes
muertos y también ante camaradas fusilados por otros camaradas, y comprendo ahora que no
alcanzan las palabras, ni los discursos, ni las oraciones fúnebres ni las homilías de nuestros
santos pastores de la Iglesia, para ocultar las causas que generan la violencia que esta entre
nosotros desde hace mucho tiempo.-
Reconozco que el que utiliza un muerto, su muerto, para desahogar su "bronca" por la injusticia
de esa muerte, tiene derecho a hacerlo. Pero si siguiéramos en esa puja de exaltar a nuestros
muertos,
¿Quien tiene más derecho?
- Aquel que tuvo la oportunidad de asistirlo y por lo menos, tocarlo aun caliente y
desangrándose, o verlo recién "acicalado" por la funeraria, preparado para el homenaje y para
transitar "limpio" hacia la gloria.
- O aquel que tiene que recogerlo sucio de un zanjon o de un pastizal, acribillado salvajemente;
indefenso y maniatado, torturado y vendado sus ojos, en alto grado de descomposición, como
dicen las autopsias, o como decimos nosotros, podrido y en condiciones de ser ya comida de
gusanos ?-
Este es el destino de muchos de nuestros militantes y de nuestros obreros. ¿Puede algún
Coronel o algún General, asumir alguna vez, con su discurso, una tragedia como esta? Le
ahorro la respuesta: no lo haga. Yo ya no lo hago más. No bastan ni sirven las palabras para
evitarla.-
¿Qué nos pasa a los argentinos ? cuando aceptamos clasificar a los muertos en "deseables" o
"indeseables"; cuando nos acostumbramos y hasta toleramos y propiciamos los excesos del
poder, cuando renunciamos al debate y aceptamos que los detentadores de ese poder puedan
considerar que en todo caso sus excesos puedan encuadrarse jurídicamente en figuras como
"excesos de defensa" u otros inventos; cuando negamos por boca de Generales de la Nación la
democracia, con el argumento de que se podría propiciar un "gobierno ateo, materialista y
totalitario"?.-
Con estos conceptos no pretendemos enjuiciar a las F.F.A.A., porque no somos jueces y si lo
fuéramos no tendríamos el poder para hacer cumplir la justicia. Solamente, hacer reflexiones
que permitan comprender la necesidad de la autocrítica, que no se observa en la severidad de
los pronunciamientos militares que ya es costumbre repetida escuchar.-
Nosotros no consideramos a las F.F.A,A. como una institución poseedora de valores
inmutables, sino como una institución humana que actúa para bien o para mal, de acuerdo a
los hombres que circunstancialmente las dirigen. No son mejores ni peores que los hombres
que la componen, y por consiguiente, no existe la continuidad histórica que iguala a todos los
militares a través del tiempo con un mismo sello de excelencia, desinterés o patriotismo;
tampoco el merito de una época alcanza a los protagonistas de otra, salvo que la revaliden con
su propia conducta. Y lo mismo en lo que atañe a conductas infamantes. Los meritos de San
Martín no apañan a Quaranta, ni Fernández Suárez infama a Belgrano, a Dorrego o a
Guemes. Podemos admirar al Almte Browm y negar al mismo tiempo a Rojas y a Benigno
Varela. Podemos sentirnos deudores y herederos de tantos milicos que regaron con su sangre
el suelo de América y de la Patria y no por ello atenuar nuestro juicio sobre los oficiales
cómplices, ejecutores y consentidores de vejámenes y torturas.-
Sin duda este es un criterio antagónico con el que sustentan muchos militares que tienen un
extraño concepto de su parentesco con la historia y con la gloria. Pero es claro, y si se lo
recalca asi tan crudamente, es para evitar que se sigan cultivando prejuicios indiscriminados de
un patriotismo que luego la historia nos revela como falso.
Es que los argentinos tenemos una ingrata experiencia acumulada en este siglo. Cuando con el
argumento siempre esgrimido y ahora repetido, de la necesidad de defender "un estilo de
vida", nuestro estilo de vida, el Ejercito protagonizo como represor la historia de la "Patagonia
trágica" y los obreros lo hicieron como mártires; cuando desde aviones navales con tripulación
también de políticos se bombardeo al Pueblo en la Plaza de Mayo; cuando se fusilo en la
Penitenciaria Nacional; en José León Suárez y en Campo de Mayo; cuando se fusilo en Trelew;
cuando militares intervinieron en la profanación del cadáver de Evita, cuando el Ejercito en un
gran operativo pretendió impedir el reencuentro del Pueblo con su líder; cuando representantes
de las tres armas concurren a convocatorias de lo mas representativo de las empresas "lideres"
y lo mas rancio de los terratenientes y ganaderos, para considerar la situación económica
nacional y formular criticas al gobierno, sin asumir las propias, etc., la preocupación se apodera
de los sectores populares, especialmente cuando se anuncia que el Ejercito intervendrá en la
"subversión en las fabricas", lugar de trabajo de nuestros obreros y nada se dice de hacerlo en
las empresas, lugar de expoliación del país y del patrimonio nacional.-
La situación es seria y también dramática, no solo para los trabajadores, sino también para las
propias F.F.A.A., impulsadas a avanzar en un terreno, donde por plano inclinado serán llevadas
a sustituir a las policías de los ambientes fabriles, hasta ahora privadas, y a ser custodios de
los intereses de una de las partes, precisamente la menos indicada para representar el interés
general.-
A todas estas reflexiones dan lugar los 7 puntos primeros de esta nota, que describen una
situación concreta.-
Si a ello agregamos que bandas armadas se desplazan por la Capital de la Republica y por los
centros poblados, sin respuesta alguna de las fuerzas encargadas del orden y sin que las
autoridades responsables (en este caso el Jefe de la Policía Federal) tomen conocimiento, el
problema es mas grave, no porque supongamos que el General jefe de esa policía no quisiera
impedirlo, sino porque no puede: los hechos y las cosas lo superan.-
Si además, en las averiguaciones del paradero del joven Altieri y en otras realizadas,
comprobamos que su caso no es el único, que las morgues renuevan diariamente sus
depósitos de cadáveres acribillados y que los órganos de seguridad no se asombran, de ningún
modo, sino que lo aceptan como común y normal, comprendemos que el pesimismo sobre la
verdadera y grave responsabilidad y misión de las fuerzas del orden se ha apoderado de ellas,
en el mejor de los casos, pues hay otros en que se las puede suponer cómplices de esas
matanzas.-
Si escuchamos decir a funcionarios policiales que el joven Altieri ha sido "ajusticiado",
comprobamos a que nivel llego el respeto por el concepto de la justicia, a cuyo servicio ellos
deber estar.-
Todos estos hechos se han producido en el ámbito con el que ese Comando en Jefe esta
relacionado, por la función que ha asumido y es por ello que lo pongo en su conocimiento.-
Solamente y como colorario de todo esto corresponde hacer una ultima reflexión. Frente al
concepto ya asentado de la inhabilidad de las F.F.A.A. para el ejercicio del poder político,
experimentado en tres desgraciadas oportunidades en lo que va de este siglo, comienza ya a
extenderse en la opinión publica el mismo concepto, pero en funciones que parecieran mas
especificas de esas fuerzas: la del mantenimiento del orden y de la seguridad de las personas,
a cuyo servicio han puesto ya oficiales en actividad.-
Por ultimo hago saber al Sr. Comandante General que denuncias similares sobre el hecho a
que da lugar esta, han sido formuladas ante instituciones políticas, de la Iglesia, empresarias,
obreras y profesionales, donde a cada una se le hace conocer nuestro pensamiento sobre las
responsabilidades de cada una.-
Saludo al Sr. Comandante General.
Bernardo Alberte
Tcnel. ( R.E.)

sábado, 2 de agosto de 2008

POR ANGELLELI: LOS ESTATUTOS DEL HOMBRE

BOTELLA AL MAR Nº 19: Los Estatutos del Hombre
(Acto Institucional Permanente)


Articulo I
Queda decretado que ahora vale la verdad.
Ahora vale la vida, y de manos dadas
marcharemos todos por la vida verdadera.

Articulo II
Queda decretado que todos los días de la semana,
inclusive los martes más grises,
tienen derecho a convertirse en mañanas de domingo.

Articulo III
Queda decretado que, a partir de este instante,
habrá girasoles en todas las ventanas,
y los girasoles tendrán derecho
a abrirse dentro de la sombra;
las ventanas deben permanecer, el día entero,
abiertas para el verde donde crece la esperanza.

Articulo IV
Queda decretado que el hombre
no precisará nunca más dudar del hombre.
Que el hombre confiará en el hombre
como la palmera confía en el viento,
como el viento confía en el aire,
como el aire confía en el campo azul del cielo.
Parágrafo único:
El hombre, confiará en el hombre
como un niño confía en otro niño.

Articulo V
Queda decretado que los hombres
están libres del yugo de la mentira.
Nunca más será preciso usar
la coraza del silencio ni la armadura
de las palabras.
El hombre se sentará a la mesa
con su mirada limpia, porque la verdad
pasará a ser servida antes del postre.

Articulo VI
Queda establecido, que durante diez siglos,
el lobo y el cordero pastaran juntos
y la comida de ambos tendrá el mismo gusto de aurora.
De acuerdo a lo soñado por el profeta Isaías.

Articulo VII
Por decreto irrevocable queda establecido
el reinado permanente de la justicia y de la claridad,
y la alegría será una bandera generosa
para siempre desplegada en el alma del pueblo.

Articulo VIII
Queda decretado que el mayor dolor
siempre fue y será siempre
no poder dar amor a quien se ama
y saber que es el agua
que da a la planta el milagro de la flor.

Articulo IX
Queda permitido que en el pan de cada día
tenga en el hombre la señal de su sudor.
Mas que sobre todo tenga siempre el caliente
sabor de la ternura.

Articulo X
Queda permitido a cualquier persona,
a cualquier hora de la vida,
el uso de traje blanco.

Articulo XI
Queda decretado, por definición,
que el hombre es un animal que ama
y que por eso es bello, mucho más
bello que la estrella de la mañana.

Articulo XII
Se decreta que nada será obligado
ni prohibido, todo será permitido,
inclusive jugar con los rinocerontes
y caminar por las tardes con una
inmensa begonia en la solapa.
Parágrafo único:
Sólo una cosa queda prohibida:
amar sin amor.

Articulo XIII
Queda decretado que el dinero
no podrá nunca más comprar
el sol de las mañanas que vendrán.
Expulso del gran baúl del miedo,
el dinero se transformará en una espada fraternal
para defender el derecho de cantar
en la fiesta del día que llega.

Artículo Final
Queda prohibido el uso de la palabra libertad,
la cual será suprimida de los diccionarios
y del pantano engañador de las bocas.
A partir de este instante la libertad será algo
vivo y transparente como un fuego o un río
o como la semilla del trigo
y su habitat será siempre el corazón del hombre.

THIAGO DE MELLO.

4 DE AGOSTO. EL MARTIRIO SEGUN ANGELELLI

botella al mar nº 18


MARTIRIO DE MONSEÑOR ANGELELLI.

DE: http://www.claretianos.org.ar/angelelli/home.htm

VIDA

En febrero de 1976 fueron detenidos en Mendoza el vicario general de la Diócesis riojana, Mons. Esteban Inestal junto a dos dirigentes del Movimiento Rural, Rafael Sifre y Carlos Di Marco. Luego del golpe de estado del 24 de marzo se intensificó el control y seguimiento a los miembros de la iglesia, en el marco de la represión desatada por la dictadura militar.

Monseñor Angelelli levantó su voz para denunciar las violaciones a los derechos humanos e hizo conocer al episcopado la persecución de que era objeto la iglesia en La Rioja. Hizo gestiones ante las autoridades militares, incluso ante el Comandante del III Cuerpo de Ejército, Luciano Benjamín Menéndez. “El que se tiene que cuidar es Usted” amenazó el militar.

PASION

Ante la inseguridad, Angellelli aconsejó a sacerdotes, religiosos y laicos abandonar la Diócesis para protegerlos, pero no aceptó la invitación de Obispos latinoamericanos para un encuentro en Quito, Ecuador. “Tengo miedo, pero no se puede esconder el Evangelio debajo de la cama”, confesó a sus familiares que vislumbraban el trágico final.

La represión se agudizó. Fueron detenidos el P. Eduardo Ruíz de Olta y el P. Gervasio Mecca, de Aimogasta. El 18 de julio fueron secuestrados, torturados y asesinados los padres Gabriel Longueville y Carlos Murias, de Chamical. El 26 de julio ametrallaron en la puerta de su casa al laico campesino Wenceslao Pedernera, en Sañogasta.

muERTE

Y cuando, el 4 de agosto Mons. Angelelli, junto al P. Arturo Pinto, retornaba a la capital de La Rioja,a luego del novenario a los sacerdotes asesinados en Chamical, a la altura de Punta de los Llanos, su camioneta fue embestida por un auto Peugeot 504, que le provocó el vuelco.

El cuerpo del Obispo fue sacado y su nuca golpeada contra el asfalto, quedando su corpulenta figura extendida con los brazos abiertos sobre la ruta.

Aunque se intentó ocultar el crimen, como un “accidente automovilístico” y la investigación judicial iniciada fue enseguida archivada, en 1983 la causa se reabrió.

En 1986 el juez Aldo F. Morales dictaminó que la muerte de Mons. Angelelli fue un “Homicidio fríamente premeditado”; debiéndose identificar los autores.

En 1989, los altos jerarcas de las Fuerzas Armadas implicados en el crimen fueron beneficiados por las Leyes de OBEDIENCIA DEBIDA y PUNTO FINAL del gobierno de RAUL ALFONSÍN, las que consagraron la impunidad para las violaciones de los DERECHOS HUMANOS.

El pueblo creyente, que desde el mismo 4 de agosto tuvo el convencimiento de que se había tratado de un asesinato, todavía espera que el episcopado argentino reivindique el martirio de Mons. Angelelli, rompiendo el silencio de 25 años.


sábado, 26 de julio de 2008

botella al mar nº 17: ELLA










ELLA

No habrá ninguna igual,

Todas murieron

En el momento en que dijiste Adiós!

(Ninguna, tango)

Hay personas que no debieron morir nunca, por eso se quedaron entre nosotros y siguen permaneciendo y creciendo.

O naciendo, como dice la Bersuit “es un muerto que no para de nacer”.

La memoria colectiva, por mas que quieran silenciarla, adormecelar con cuentos o modificarla con la Historia mal contada, con una Historia mentida, con baches de silencios, siempre, por algún lugarcito, recibe los legados.

Y a Ella nadie dejará de conocerla. Fenómeno social y popular donde el legado se transmite oralmente de padres a hijos, o mejor dicho de Madres a hijos e hijas, para que la memoria la recuerde.

Para que se forme la identidad que nos es propia. Con los caracteres que son propios, que no son ni tan sublimes ni tan chabacanos, ni tan prolijos ni tan descosidos. Son.

Y son espejos, en muchos casos, que reflejan lo que ella marcó. Pero también son espejos en los cuales un sector social no quiere verse.

Los que le escribieron loas al cáncer, los que se ampararon en “Cristo vence” y le dieron gracias al cáncer que la consumió. Esos mismos que sembraron el odio en envase de bombas y metralla sobre la plaza en junio de 1955. Los mismos que no hace mucho se alteraron porque les tocaban los intereses. Intereses de clase.

Hasta el 26 de julio de 1952 le temieron y la odiaron. Después del 52 les quedó un miedo mas grande aun porque, como Ella predijo, volvió en millones. Los millones que hoy caminan a la plaza a decir ¡presente!, porque, otra vez, encuentran que desde el gobierno se les reconoce el lugar que les negaron por tanto tiempo relegándolos al espacio de la exclusión, a caerse del entramado social, a quedar relegados a juntar cartones y botellas para sobrevivir. Por eso hoy se sienten vivos de nuevo y destinados a juntarse.

Ella no se fue, quedó genéticamente en cada uno de los que la llevamos en la sangre porque la transmitieron, la transfundieron en nosotros nuestras abuelas y abuelos, los relatos de los viejos. La introyectaron, la heredaron. Es un pedacito de cada uno de nosotros. Porque Eva jamás se fue. Eva está en nosotros.




María Eva nació en Los Toldos, no en un estudio de filmación,

supo beber del dolor de todos, no sólo cuando se alzó un telón.

Eva no es un cuento, no respeta un guión... María Eva nació en Los Toldos, Evita en nuestro corazón.

María Eva se fue en invierno, julio de un negro cincuenta y dos...

Arden los ojos de los más buenos, lloran por Eva, niegan su adiós.

No regala un pueblo... tanta devoción. María Eva se fue en invierno... Evita no.

Qué sabe un coreógrafo en Londres de esta historia...

Qué sabe del beso que esconde nuestra memoria...

De los abrazos descamisados, de un país sembrado de dignidad...

Semilla de Evita que un día florecerá.

María Eva nació en Los Toldos, no en una ópera de ficción,

después Evita en los barrios rotos, por cada fábrica renació.

Eva no es un cuento... Es revolución.

María Eva nació en Los Toldos... Evita en vos.

Qué sabe un coreógrafo en Londres de esta historia...

Qué sabe del beso que esconde nuestra memoria...

De los destierros, de los agravios, de los hermanos que hoy no están,

por ir tras su huella y sus pasos de libertad.

Dame el sol de tu ternura... enseñame a no aflojar ...

Soy uno entre millones, en los que vuelve Eva

y sus razones una vez más.

Tu privilegiado fui... Me diste un tiempo feliz

y leyes para seguir...

Yo... después del año dos mil, aunque no te conocí,

te quiero desde que nací.

Qué sabe la crítica en Broadway de esta historia...

Del verso y la música que honran nuestra memoria...

Las marquesinas y las vidrieras, un día brillan, otro no están...

En mi país la bandera de Eva es inmortal...

MARIA EVA, IGNACIO COPANI

miércoles, 19 de septiembre de 2007

BOTELLA AL MAR Nº 16: JULIO LOPEZ




El enigma de su desaparición ya lleva un año.

Las sospechas de quiénes lo "desaparecieron" también.

Las investigaciones, que dan vueltas y no consiguen nada, y que permitieron que los días pasaran y pasaran, y en estos casos el tiempo "juega en contra".

Las marchas se han sucedido, los reclamos a las autoridades.

Una amarga paradoja se inscribe en este año sin JULIO LÓPEZ: desapareció en democracia, las fuerzas perversas siguen rondando, están sueltas, pegan el zarpazo en la oscuridad, se toman represalias cuando la verdad está próxima.

A pesar de todo los testimonios no cesaron, los juicios siguen, los testigos se animaron, lo hicieron por JULIO.


domingo, 5 de agosto de 2007

15º MENSAJE PARA CIBYERNÁUFRAGOS: CUANDO UN AMIGO SE VA


Este es un mensaje muy especial dedicado al excelente dibujante y escritor que supo captar con profunda nitidez la idiosincrasia de los argentinos combinando humor con la lectura de clásicos universales.
ROBERTO FONTANARROSA: PRESENTE!

Cuando un amigo se va

Roberto Fontanarrosa era un amigo mas, instalado entre nosotros tanto a través de sus personajes de historieta como por sus cuentos, tan nuestros, tan argentinos, pero con ese tinte indeleble que le han puesto a lo que hacen los rosarinos.

Mas allá de las eternas (y hasta folklóricas) discusiones que enfrentan leve o profundamente a la sociedad acerca de dicotomías fundamentales como Boca-River, radicalismo-peronismo, azules y colorados, unitarios y federales, se sobreponía ante cualquier comentario como “leíste el Inodoro Pereyra de este domingo?”.

Fue una figura que concitó adhesiones, que congregó en lectura, que recorrió desde la literatura futbolera a los relatos de la vida cotidiana (siempre teñidos de la influencia del fútbol), que nació con ese don especial según el cual pudo aunar al claro y preciso relato la posibilidad de darle forma de caricatura. De su mano salieron personajes imborrables para todos los argentinos: Buggy el aceitoso, un frío matón. Inodoro Pereyra, el Mendieta y la Eulogia, relatos gauchescos; incontables páginas de humor que reflejaban la realidad cotidiana. Y muchos libros, en que descolló como un sagaz observador de lo cotidiano, de lo popular.

Paradójicamente la enfermedad que lo afectó le anuló progresivamente la posibilidad de dibujar, pero no de pensar. Hasta su último momento siguió retratando la realidad con un “mano prestada” de otro amigo dibujante. Pero ayer nos dijo simplemente “Chau”, y nos dejó muy tristes a todos, a los de boca, a los de river, a los “canallas” tanto como a los “leprosos”, a los “azules” y a los “colorados”, a los que no y a los que sí, A TODOS.

Cuando un amigo se va
queda un espacio vacío
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.

Cuando un amigo se va
queda un tizón encendido
que no se puede apagar
ni con las aguas de un río.

Cuando un amigo se va
una estrella se ha perdido
la que ilumina el lugar
donde hay un niño dormido.

Cuando un amigo se va
se detienen los caminos
se empieza a revelar
el duende manso del vino.

Cuando un amigo se va
galopando su destino
empieza el alma a vibrar,
porque se llena de frío.

Cuando un amigo se va
queda un terreno baldío
que quiere el tiempo llenar
con las piedras del hastío.

Cuando un amigo se va
se queda un árbol caído
que ya no vuelve a brotar
porque el viento lo ha vencido.

Cuando un amigo se va
queda un espcaio vacío
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.

http://loquesomos.org/lacalle/memoria/Cuandounamigoseva.htm
Enlaces
La web de FONTANARROSA
http://www.negrofontanarrosa.com/publica/cuentos/fp_cn.asp
DISCURSO DE FONTANARROSA EN EL III CONGRESO INTERNACIONAL LA LENGUA ESPAÑOLA, http://www.lanacion.com.ar/Archivo/nota.asp?nota_id=655520

BOTELLA AL MAR Nº 14: LA MEMORIA DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

Naúfragos desterritorializados que coincidimos en esta interseccion tiempo-espacio y formamos la nueva comunidad relacionada en un espacio-tiempo no convencional. Hay memorias que nos dieron este presente, hay personas que dieron todo su ser consagrado por el honor, por la legalidad. Hay memorias porque hubo personas que nos dejaron sus hechos, nos legaron su lucha. Vivirán en tanto las nombremos, en tanto las podamos transmitir.




El Jaro



Desde lo alto de esta colina el agua del Segura es verde oscura en las sombras, verde claro donde les da el sol. Aguas tranquilas, apenas onduladas por la suave brisa, testigo de mi infancia, de mi juventud y del beso aquél que acompañó mi derrotero de activista durante la guerra y que luego me llevó al exilio.

Desde aquí se divisa la parte trasera de la casa de Pedro Domínguez. Qué habrá sido de Lucía…

He vuelto. Este es mi pueblo. Jamás lo hubiera abandonado. Aquí descansan mi padre y mi madre, mis abuelos y todos los demás. Pueblo duro, que aprendió en la lucha en la frontera con el moro.

He visto morir al pueblo cuando comenzó a escasear el trabajo por la construcción de la represa; lo he visto renacer con la llegada de la República y renací con él con esa primavera republicana que nos vistió de aire fresco. Pero eso fue hace ya muchos años… El embalse cambió nuestra vida. ¡Ese Primo de Rivera que pensó que con construir la presa para regular el regadío se solucionaría el problema. Si hasta ubicarla sobre el Estrecho del Infierno resultó nefasto anuncio…!. Cuando empezó la construcción de los pantanos de Taibilla y Fuensanta, comenzó también nuestro propio infierno.

El río Segura… ese río cuya vera conozco de memoria, que podría caminarla con los ojos vendados. Río fuente de vida y fuente de muerte. El río nos daba vida porque de él dependíamos para nuestro trabajo. Un durísimo trabajo de arrastradores de maderas como lo fue mi padre toda su vida, como lo he sido yo.
No se cómo empezó todo.

Afuera hay un silencio frío. Sé que vendrán por nosotros. Aquí en este oscuro escondite, todo es lento, los minutos son pesados.

En esta tierra tan castigada por la falta de trabajo, de lo poco que tuvimos siempre ha sido suficiente para compartir con el que mas necesitó. Esa fue la primera enseñanza familiar.

Mi infancia fue feliz a pesar de la dura vida que llevábamos. Por las noches temprano a dormir, para levantarnos al despuntar el día, mi madre a llevar las pocas cabras y ovejas a pastar. Me conformé con las pequeñas cosas con que contaba, y con los amigos del pueblo: mi vecino Porfirio, que utilizaba el esparto para fabricar multitud de objetos. Álvaro, que abría la besa en las tierras de sembradura con el antiguo y corvo arado herencia romana, tirado por una yunta de mulas. Mis amigos que subían a diario a los altos de la sierra, Cándido que buscaba para sus ovejas los pastos mas finos y Ciriaco, que mataba las horas arrojando piedras con la honda porque así evitaba que sus cabras se subieran a los lugares mas altos. Inocencio, que se ocupaba de guardar el ganado junto con su hermano Narciso, hasta que la muerte de Narciso lo obligó a vender los animales y dedicarse a trabajar para un propietario de Bienservida… y mi padre, él trabajaba de sol a sol como arrastrador de madera por dos pesetas al día. Cuando cumplí los diez me llevó con él a aprender la dura tarea.
Y mi madre, quien aun vive en mí por la impronta que supo tejer. Me trajo al mundo por dos veces: la primera cuando me dio la vida aquél 7 de julio de 1912; la segunda, cuando en esas interminables horas de mi infancia en que el calor aplastaba y silenciaba la sierra, me enseñó toscamente a trazar las letras, esas figuras que ella apenas había aprendido. Sabía claramente el valor de esa pequeña herencia que me estaba transmitiendo.

Así aprendí a escribir mi nombre que fue la puerta de entrada a tantas maravillas. Y gracias al dominio que adquirí de esos misteriosos signos, entré a un territorio indescriptible aunque prohibido para otros. Pude encontrar otros nombres, me transporté a otros paisajes, a otros tiempos. Y me instalé, definitivamente, en el ideario de esos hombres que nutrieron mi compromiso libertario gracias al maestro del pueblo, que puso a mi disposición su no muy nutrida pero importante biblioteca.

La perseverancia de mi madre y el ejemplo de mi padre fueron formando mi carácter, mi infancia. Caminé mis primeros pasos acompañado por su inmenso desprendimiento y aprendí que no se puede ser sin dar.

La lectura me abrió la puerta a un paisaje nuevo, infinito: el del conocimiento. Nunca terminaré de agradecer que, por ella, tuve la suerte de acceder a los emblemáticos del pensamiento libertario: Prohudhon, y a su visión mutualista de las cooperativas; a Bakunin, que proponía la libertad ilimitada, y a Pedro Kropotkin, con su propuesta de abolir toda forma de gobierno en favor de una sociedad que se rigiera exclusivamente por el principio de la ayuda mutua y la cooperación, sin necesidad de instituciones estatales. Ni dios ni rey ni patrón.
Cuando aclare el día podremos salir y buscar el camino. Afuera todavía está oscuro, como aquí adentro, oscuro agujero de ratas.

Y en cuanto todo se calme debemos continuar con las clases de lectura en el sindicato. La enseñanza de la palabra liberada de servidumbre es fundamental para lograr la sociedad nueva. Debe caer la España Sagrada en la que el analfabetismo piramidal conviene a unos pocos.

La represa perjudicó más que nada a los labradores, en su mayoría analfabetos y sumisos al amo, al que le arrendaban las tierras y al que temían como al hambre. Ya habían sido advertidos por ellos con un simple: “Comed República”. La amenaza que significaba que no les volverían a dar trabajo.

Pero no fue así con mi padre, siempre en rebeldía contra la opresión, firme en sus ideas. Por ser toda su vida un jornalero, y aun con un pobre salario, llevó en alto su dignidad, tuvo conciencia de clase. En este pueblo de desheredados, pueblo castigado, con el embalse los primeros afectados fueron los propietarios madereros que dejaron desamparados a los arrastradotes de maderas. Ahí quedó mi padre sin trabajo.

Pero nadie se movió del pueblo. Hubo promesas –que sólo quedaron en promesas-.
Para entonces ya tenía yo 17 años. Había pasado de verlos trabajar toda una jornada dentro del agua a hacerlo yo mismo. Mi padre, curtido por el sol, agotado por las extensas jornadas, llevaba grabadas en la piel una a una las duras faenas de tantos años.

Fue al volver a casa, al final de aquél día cuando ella me miró. En realidad ya la había visto pasar otras veces, desde lejos. Nunca me había mirado, pero sí lo hizo ese día.

Era la hija de uno de los amigos de mi padre. De ella se decía que, como nadie, había aprendido la difícil tarea de producir la fruta de hojuelas que solían llevar a vender a la ciudad en ocasiones especiales, ayudando con esto a la flaca economía familiar. Me gustaba aquella moza de ojos que adiviné celestes, de rubios cabellos que siempre llevaba envuelto en un pañuelo. Fue para diciembre, en la fiesta del gorrino, en que se reunieron todas las familias y vecinos cuando pude acercarme a ella. En medio de la alegría con que intentábamos paliar la diaria tristeza, me animé a decirle:

-Te he visto algunas veces, pero no sé tu nombre-

-Soy Lucía, y sé que tú eres el Jaro, te ha nombrado muchas veces mi padre- dijo sin levantar la vista fija en el suelo.

Después de aquellas palabras, y sin darnos cuenta, seguimos conversando sobre las cosas cotidianas. Lucía era la hija mayor de Pedro Domínguez, compañero de mi padre, otro convencido libertario. Había crecido rodeada de varios hermanos que fueron llegando al hogar pobre. No hizo falta mas preámbulos, de ahí en mas cada domingo nos encontramos cerca del río, yo llevaba un libro y, poco a poco, le enseñé a leer.
Cuando quedamos sin trabajo, prometieron contratarnos para la construcción del embalse. Mientras eran expropiadas muchas fincas, la mayor parte minifundios, empezamos a soñar una vida juntos. ¡Malos vientos soplarían luego! Las tierras que eran trabajadas por arrendatarios debieron ser desalojadas y los trabajadores sin su trabajo y sin ninguna indemnización, quedaron a la deriva. Lo peor de todo fue que se perdieron las mejores tierras del municipio y con esto mermó la producción, peligró nuestra subsistencia y aumentó el paro.
Dos años más tarde ya había más de 1300 obreros sin trabajo y entre esos 1300 estaba mi padre, ese hombre que sólo sabía de trabajar, de ganarse el pan con la fuerza de sus brazos. Fueron escasos los días en que conseguía qué hacer. Lo vi envejecer día a día, pero sin perder su fuerza ni sus convicciones.

Cuando ese año de 1933 se agravó la crisis laboral, exigimos soluciones urgentes porque la situación se tornó insostenible. Hubo amenazas de volar la presa sin importar si con ello desaparecían Murcia y Orihuela.
Las autoridades ofrecieron proporcionar trabajo en otras tierras, ubicando a unas 350 familias en los nuevos regadíos de Hellín, pero la respuesta fue contundente: nadie quiso marcharse. Fue mi padre quien, oficiando como vocero de todos, les contestó:

-¿Dejar nuestra tierra, agua y vivienda? Nos morimos de hambre pero de aquí no nos vamos-.
Pasaron los días y las soluciones no llegaron. Para colmo, en las elecciones de aquél año ganó la derecha, lo cual no hizo sino empeorar aún más las cosas.

Los que habían creído en la panacea de la reforma agraria se desilusionaron con la fuerza de los hechos. Habían pedido, exigido al Frente Popular la aplicación de la reforma. Al poco tiempo de la llegada de la derecha al poder comenzaron a llegar noticias de la expulsión de los yunteros extremeños de las tierras que les habían adjudicado. Allí, finalmente, comprendieron que de nada servía ese remiendo que sólo creaba una pequeña burguesía de propietarios egoístas.

-¿eres tú, el Jaro, el hijo de Miguel?- de la oscuridad llegó la voz.

-Si, el mismo- le respondí a quien me sacaba del remolino de los recuerdos.

-Soy José, el herrero- luego nos quedamos en silencio.

Fue a fines de enero que llegaron las noticias sobre lo que había ocurrido en Casas Viejas. Todos lo comentaban. Mi padre, indignado, explicaba a sus compañeros que lo ocurrido no podría repetirse.

En Casas Viejas los compañeros que proclamaron el comunismo libertario fueron duramente reprimidos. No alcanzó con la heroica defensa del valiente carbonero de apellido Seisdedos quien resistió hasta que los guardias incendiaron su choza. La represión siguió, mataron a ocho hombres y mujeres, y continuó en una vil venganza contra el pueblo todo, fusilando a otros doce hombres, todos campesinos pobres, sin tierras. Paradojas en una España latifundista que hubiera manos que no tuvieran qué trabajar y que por pedir una solución colectiva, para ellos sólo había muerte como respuesta, la masacre y el encarcelamiento. El alzamiento de Casas Viejas fue la muestra de una España recelosa de sus privilegios contra una España que nacía a la libertad, sobre una tierra regada con lágrimas



Lucía, entrenada en la lectura a estas alturas, apoyaba la acción de los compañeros andaluces. Esperábamos el verano para anunciar nuestra decisión de irnos a vivir juntos.

Pero las lluvias torrenciales vinieron a complicar la crisis. La cosecha se redujo a la mitad y se triplicaron los salarios que los propietarios se negaron a pagar, contratando a cada vez menos jornaleros.

En Graya, con una población dedicada a la agricultura en casi su cincuenta por cien, los propietarios se opusieron a las medidas que desde el gobierno republicano llegaban a través de la Unión Agraria local recomendaron que contrataron trabajadores para aliviar la situación. Contribuía a empeorar la ya complicada situación, la ancestral costumbre de dividir la tierra entre los hijos por lo cual proliferaron minifundios que no proporcionaban mas que para la subsistencia familiar, y que ahora se habían arruinado. El otro lado de la moneda lo constituía el pequeño sector de privilegiados que poseían las mayores y mejores tierras, y que no querían perder su predominio patriarcal y feudal.

Cuando más apretó la crisis, junto a mi padre y todos los otros, acudimos a las puertas del Ayuntamiento en busca de trabajo. Lo poco que se conseguía no alcanzaba para nada.

Nos reunimos con los de la Federación (1) . Ellos nos instaron a luchar. Sostenían que los bosques pertenecían desde siempre a la comuna y que debían ser recuperados. Por lo tanto había que ocuparlos. Todos estuvimos de acuerdo. Se debía iniciar la tala y la roturación de las tierras en los montes de la umbría del Segura. Algunos dudaron, fue entonces que mi padre les dijo:

- Los cambios debemos producirlos nosotros, de lo contrario nunca saldremos de este estancamiento. Creo que ocupar las tierras es lo mejor que podemos hacer. Habrá trabajo. Esas tierras están ahora improductivas y nosotros lo necesitamos-. La mayoría apoyó su decisión. Tomó sus herramientas y marchó adelante. Muchos lo siguieron. Sabían que el Ayuntamiento los dejaría hacer.

La tarea empezó a fines de ese mes de mayo cuando el calor empezaba a hacerse sentir. Bien temprano comenzó la tala que serviría para carbón, mientras que la tierra era preparada por otro grupo y serviría para la siembra. Los árboles caían al compás de los gritos de júbilo. Después de tanto tiempo esos hombres volvían a sentirse útiles y eso les daba felicidad. Risas y esfuerzo. Creíamos haber reencontrado nuestro lugar.
Un Guarda forestal pasó camino abajo. Sin apenas mirarnos se ocupó de avisar al propietario de las tierras quien, de inmediato se presentó ante el juez que, a su vez, envió a la Guardia Civil de Hellín.


Cuando vimos llegar a los hijos de la Benemérita, que desde lejos se anunciaban, dada la luminosidad del día, con sus uniformes color verde oscuro y el inconfundible y brillante tricornio de charol, el acuerdo entre todos fue tácito: no entrar en discusiones con ellos, acatar lo que luego no cumpliríamos. Desalojaríamos la tierra, si es que nos lo pedían, pero volveríamos al día siguiente, o al siguiente, si no nos daban soluciones.

El Jefe de la Guardia se presentó y transmitió la petición para que desalojáramos la tierra. Se acordó marchar a la aldea y buscar allí una solución. Desconfié de sus intenciones, nunca me han gustado estos sujetos. Pero la mayoría impuso su decisión y volvimos.

Ya en la aldea, la Guardia se ocupó de trasladar a los propietarios la propuesta de que nos dieron trabajo. Incluso fueron ellos los que se ocuparon de repartir a los jornaleros en grupos para trabajar con cada propietario, con la indicación de que, al día siguiente, iniciáramos tareas.

“-Bueno, amigos, cada uno a su casa, y mañana ¡a trabajar!-“ la voz del Sargento de la Guardia se impuso por sobre el murmullo general. Algunos volvieron a sus casas. Yo sentí una extraña sensación de intranquilidad.
A la mañana siguiente, bien temprano, todos nos presentamos, según lo que se había acordado. Los propietarios se negaron a darnos trabajo y nos despidieron con un lacónico:

-No hay faena-

Sin embargo, cada uno de los jornaleros permaneció todo el día en espera de las tareas que les habían sido prometidas. Al final del día, con la desazón a cuestas, estafados en nuestra buena fe, humillados y desprotegidos, volvimos con las manos vacías y un enorme dolor sobre las espaldas. De los ojos curtidos no salió ni una lágrima.

-Mañana se vuelve a la umbría- sentenció mi padre. Todos pensábamos que la Guardia no intervendría contra la mayoría de ese pueblo trabajador, viéndonos tan injustamente tratados. Sin decir nada preparé mis cosas.
Llegamos a la umbría cuando aparecía el primer rayo de sol y se trabajó hasta bien entrada la tarde. Nuevamente vimos llegar la formación de la Guardia; hubo una nueva reunión. Las voces se escuchaban, potentes, como de un eco que repetía:

-¡Nosotros queremos pan y trabajo!-. El trabajo que nos hiciera sentirnos dignos, acostumbrados como estábamos a ganarnos honestamente el pan. El Sargento de la Guardia nos obligó a abandonar las tierras no sin antes exponer nuevas promesas, que una mediación, que las tierras eran de propiedad privada, que ya habría una solución… algunos protestaron, cuestionaron, pero al final cada cual tomó sus cosas y comenzamos a desocupar el lugar.

De regreso marchamos casi juntos adelante, en grupos ahora silenciosos, cada jornalero con sus hachas, sus azadas y su pesadumbre a cuestas. Pocos metros más atrás marchaban los guardias, conversaban y cada tanto se escuchaba alguna risa.

Al llegar a la aldea algunos quedamos discutiendo qué haríamos a continuación. Otros se retiraron a sus casas; la Guardia entraba a la fonda, cuando fueron increpados por Alfonso, uno de los del grupo que, no aguantando ya el enojo contenido, los insultó. Por un momento las cosas parecieron calmarse, pero, de pronto, hubo intercambio de provocaciones. Ya estaba casi oscuro, por eso fue que la confusión fue mayor. No vi la mano que me golpeó, pero sentí la sangre tibia que comenzó a manar de mi cabeza. Escuchaba los gritos que intercambiaban los de uno y otro lado, cuando se escucharon disparos. Quedé inmóvil en medio de la calle, como petrificado. Giré mi cabeza hacia un lado y otro hasta que lo vi, ahí venía mi padre. Intentaba frenar el desatino para evitar que siguieran golpeando a los del pueblo.

La Guardia, que había solicitado instrucciones a sus superiores, detuvo a seis personas. Se los trasladaría a Yeste con una escolta de 17 guardias. Todos los que estábamos en la calle decidimos seguir a la comitiva y pedir por la libertad de los detenidos. Después que la Guardia se negara a soltarlos. Los trasladarían al castillo de Yeste. Avisado, llegó el Alcalde de aquella ciudad e intentó la liberación ante el Oficial Jefe de la Guardia Civil pero sólo consiguió que le permitieran acompañarlos ante el Juez, oficiando como garantía.

Nosotros, mientras tanto, clamábamos por la libertad de los compañeros detenidos. Se encendieron antorchas para iluminarnos y la comitiva comenzó su camino hacia Yeste. Lucía se despidió de mí, no quería dejar a sus hermanos y a su madre, ya que los hombres se ponían en marcha acompañando a los que eran llevados detenidos. No hubo mas que un escaso minuto en que nos tomamos las manos, le prometí volver…
El camino se hace angosto justo en el Barranco de Fuensanta. Algunos, conocedores de esta singular geografía, ordenaron pasar la voz entre los del pueblo:

“-¡Al llegar al barranco, rodead a la Guardia!-“

A pocos metros de llegar, la hermanada muchedumbre se fue abriendo y, como en un movimiento de pinzas, cerramos en el centro el círculo dejando en medio a los Guardias y a los seis detenidos.

“-¡Dejadles en libertad!-“ gritó Miguel Tauste. A continuación se dirigió al Oficial y le repitió el requerimiento. En esto estábamos cuando llegó un Brigada que traía la orden de liberarlos. Hubo alegría, festejos, abrazos y hasta lágrimas que desalojaban la tensión de la jornada. Pero también quedó liberado el rencor contenido hasta allí y de un insulto de aquí y un empujón de allá, un Guardia disparó a la gente. Alguien le arrebató el arma y mató al Guardia. A continuación se produjo un descomunal desorden de gritos y disparos de la Guardia sobre la gente indefensa. Yo buscaba a mi padre entre la confusión, pensaba que tal vez podríamos ganar el monte para escondernos.

Fue entonces que lo vi: una antorcha en la mano izquierda, junto al Primer Teniente de Alcalde. Venían con sus brazos en alto pidiendo tregua. Estaba a pocos metros de mí así que agité mi mano, le grité:
-¡Padre! ¡Aquí!- pero mi voz quedó apagada por el tronar de los disparos. Contemplé cómo caían sus cuerpos bajo las balas. Me abalancé sobre su cuerpo, Caí de bruces, lo levanté entre mis brazos.

-¡Padre!- en el segundo del desenlace fatal me había mirado, con esa firme mirada de siempre.
Comprendí que estaba muerto cuando mis manos, en su espalda, se llenaron de sangre. La Guardia, como enloquecida, se volvía ahora sobre nosotros con sus disparos. Me levanté y corrí. Corrí sin parar y sin dejar de pensar en mi padre allí, tendido su cuerpo en el camino. Sin detenerme y sin saber hacia dónde iba ni dónde me detendría. Como en una pesadilla parecían mis piernas tan pesadas que no lograba avanzar. Sentía silbar las balas.

La tenue luz de la luna me permitió ver la alcantarilla, recuerdo de una parte de las obras del embalse. Ahí me introduje como en una zambullida final de mi loca carrera. Dos sombras ingresaron después de mí y en la oscuridad sólo sabía de sus presencias por el jadeo, consecuencia de la carrera. Los minutos que pasaban parecían eternos. Empecé a repasar mi vida, las imágenes llegaban a mi mente, muchos recuerdos; todo pasaba como en una película, como la carrera que me había llevado a esa ratonera.

En el silencio que nos rodeaba, ahora podía escuchar mi respiración y la de mis circunstanciales compañeros, ya recuperados de la carrera. El mutismo sólo fue quebrado por la voz de uno de los anónimos acompañantes, cuando me preguntó:

-¿eres tú el Jaro, el hijo del Manuel?-

-si, ¿y tú quien eres?-

La pregunta quedó sin respuesta. La Guardia había dado con nuestro escondite. Resonaron los disparos sobre la alcantarilla.

La noche se hizo más noche aun en esa España que empezaba a transitar el negro camino de cuatro décadas de dictadura del odio.



(1) Federación Nacional de trabajadores de la tierra

http://loquesomos.org/elpalabro/relato%20corto/Eljaro.htm