sábado, 5 de enero de 2013

Tierra que espera

6 de enero
"En el año 2009, Turquía devolvió la nacionalidad negada a Nazim Hikmet y reconoció, por fin, que era turco su poeta más amado y más odiado.
Él no pudo enterarse de esta buena noticia: había muerto hacía medio siglo en el exilio, donde había pasado la mayor parte de su vida.
Su tierra lo esperaba, pero sus libros estaban prohibidos, y él también. El desterrado quería volver:
Todavía me quedan cosas por hacer, me reuní con las estrellas, pero no pude contarlas.
Saqué agua del pozo pero no pude ofrecerla.
Nunca volvió."
De: Eduardo Galeano

LA YAPA
De él, dijo Nicolás Guillén:
"Era un hombre alto, bien puesto, rubio, de azules ojos y piel rojiza, como un inglés. En lo de turco, más parecía serlo Jorge Amado —y así lo decíamos en broma sus amigos cuando ambos estaban juntos— que aquel gran cantor de Turquía —nieto de un pachá— que muere sin haber visto a su patria.
Sin conocer palabra de su idioma, nos deleitaba y suspendía el escucharle los poemas. Eran como canciones extremadamente musicales, cuyo ritmo había tomado el poeta de la cantera popular en su país.
¡Pobre poeta! Como Nesval , el gran checo, lo traicionó el “miocardio inocente” de nuestro Rubén [Darío]. Su vida fue un ejemplo puro de humanidad y lirismo soldados firmemente, como él veía el contenido y la forma en la escritura; de acción y pasión. Quince años le tuvo el turco reaccionario en una cárcel, y allí enfermó para no curar nunca. De eso ha muerto, y del dolor de amar mucho a los suyos, a su pueblo, y de cantarlos, sin poderlos redimi"